Una polvorienta carretera en la vereda La Playa conduce hacia su hogar, allí, al lado de la autopista Medellín-Bogotá, unos quinientos metros más adelante, se encuentra su casa La puerta abierta permite ver organizados en el suelo algunos trofeos de diferentes tamaños. Sobre un mesón, de igual forma, se encuentran las medallas producto de sus victorias. En un costado, bajo las escalas que conducen al segundo piso, se encuentra acomodada su bicicleta Cross de color azul y blanco.
Simón Ramírez Castrillón tiene ocho años, parece ser un niño al que le gusta todo aquello acorde a su edad: jugar, divertirse, estudiar, soñar; especialmente esto último, pero lo hace con los ojos abiertos. Lo que lo diferencia de los niños promedio, es su pasión por el deporte, uno no muy común cuando se vive en un país donde el deporte rey se juega en grupo y demanda responsabilidad grupal, como lo es el fútbol. Su pasión es diferente, depende de sí mismo, de su carácter, su esfuerzo y tenacidad en la pista; practicar bicicrós es su vida.
A la edad de dos años obtuvo su primera bicicleta como traído del niño Dios, y desde ese momento empezó su amor por el deporte de las dos ruedas. Su inicio en una pista de bicicrós fue a los cuatro años, en compañía de sus amigos, en la pista del club Los coyotes del municipio de Marinilla, y un año después se estrenó en su primera competencia en la pista de Las palmas; ubicándose en el segundo lugar y ganando así la primera de sus medallas.
Desde entonces son muchos los triunfos que ha obtenido; trece medallas y ocho trofeos hacen parte de la galería de conquistas que tiene Simón Ramírez en su casa, después de tres arduos años de competencias, alcanzando siempre los primeros tres puestos. Todos han sido logrados con esfuerzo, tenacidad, perseverancia, pero principalmente con sacrificio, tanto de parte suya como de su familia.
Parece que la historia de los grandes deportistas se repite a cada instante, y Simón hace parte de ese grupo de personas que en nuestro país, pero principalmente en nuestra región, han tenido que hacer múltiples esfuerzos para poder practicar sus disciplinas y destacarse por encima de todos los demás competidores. Su primera bicicleta para competir se la compró su papá, Julio Cesar Ramírez Ospina, con la rifa de unas boletas entre los vecinos de su vereda, con la cual corrió hasta hace poco, y que modificó para poder competir más cómodamente, también con la ayuda de su padre, quien le regaló un marco nuevo.
Su bicicleta ha sido lo más cercano a lo que dignamente se necesita para participar en las competencias, pues los demás implementos: un buso, una sudadera, unos guantes, un calzado cómodo y adecuado han sido siempre sustituidos por prendas común y corrientes; una sudadera azul, un camibuso y unas zapatillas de casa.
Las competiciones en las cuales ha podido participar han dado sus frutos, pero casualmente su carrera se ha visto obstaculizada por la falta de apoyo y patrocinio. Su familia ha sido el único apoyo en sus tres años de carrera deportiva, quienes con recursos propios han cubierto los gastos de inscripción, en cerca de las veinticinco carreras y certámenes deportivos que se han realizado en los municipios del Oriente Antioqueño y el Área Metropolitana, en los cuales ha podido participar. El sueño de Simón es llegar a participar en un mundial de bicicrós, pero ese sueño se ha visto truncado por falta de dinero para participar en muchas de las competencias, como le sucedió en los últimos meses con los nacionales.
Para sus padres es un orgullo acompañarlo en las carreras, es una sensación indescriptible cuando se da el inicio en la grilla de partida, de impotencia cuando se cae, pero como dicen ellos, “(…) a pesar de que se cae, se levanta y termina la carrera, lo que le permite terminar siempre en el primero, segundo o tercer puesto”; de hecho, la única vez que terminó de cuarto lugar fue en La carrera de Las Luces en la ciudad de Medellín, donde compitió con niños de otros departamentos y de otros países, y a su vez en la última carrera en la cual participó.
Con complacencia menciona que el bicicrós es una excelente opción para no estar sentado en frente de un computador, o haciendo nada en la casa perdiendo el tiempo, una posibilidad de hacer deporte. Lo que más le encanta de esta disciplina es el deseo de correr, inspirado en su familia y la posibilidad de ganar.
Con gran alegría expresa que Mariana Pajón y Carlos Mario Oquendo son sus ídolos, y como tal desea algún día ser tan bueno como ellos, especialmente como Pajón, a quien admira por encima de todos; no sólo por su rapidez sino también como expresa él “(…) porque ella ha ganado mucho y yo también”.
De estudiar piensa que es muy importante, está en cuarto grado, le va excelentemente y como en las carreras, siempre ocupa entre el primer y tercer puesto, desea tener como profesión el bicicrós, llegar a ser tan buen deportista como sus ídolos, representar al departamento, y por qué no, al país en un mundial o unos Olímpicos.
Confiesa que se ha caído en algunas carreras, se ha levantado y en ocasiones ocupado los primeros lugares, en otras ha caído y no ha podido recuperarse; así como en sus competencias desea que alguna empresa, corporación o entidad desee patrocinar su talento y poder continuar con su carrera deportiva, participando en las partidas y llegando a las metas; Simón quiere seguir soñando con los ojos abiertos.