¿Por qué un homenaje nacional a Botero?
La exposición conmemora los 70 años del comienzo de la producción artística de Fernando Botero y busca reconocer la importante contribución del pintor antioqueño a la historia del arte colombiano y universal. Dicha iniciativa se realiza en el marco del programa Homenajes Nacionales, que se inició en el Museo Nacional de Colombia en 1997 y que tiene como objetivo poner una lupa sobre un momento de la producción creativa de un artista. Así, en esta oportunidad, la muestra presenta el origen del estilo “boteriano” y la forma en que este se consolidó para convertirse en una firma reconocible en todo el mundo.
¿Qué pintaba Botero antes de hacer sus obras más reconocidas?
Figuras, paisajes, objetos y personajes, además de ilustraciones para diversas publicaciones, realizadas con trazos ágiles, expresivos y donde sus figuras se presentan finas y estilizadas.
Un total de 54 obras entre pinturas, dibujos e ilustraciones provenientes de colecciones públicas y privadas completan este conjunto que sorprenderá a más de uno por su variedad, sus contrastes y su creatividad.
¿Por qué “joven maestro”?
Porque la exposición evidencia la enorme curiosidad del joven Botero, así como las inquietudes artísticas de sus primeros años creativos y las múltiples fuentes de inspiración provenientes de grandes referentes de la historia del arte universal. Tal como lo dijo el arquitecto catalán Antonio Gaudí “la originalidad es volver al origen”. Por ende, esta exposición presenta el origen de la indudable maestría y originalidad del joven Fernando Botero desde sus primeras realizaciones como pintor.
¿Cuándo pintaba Botero formas diferentes a sus reconocidos volúmenes?
Cuando sus búsquedas abarcaron el nacionalismo mexicano de los muralistas como Rivera, Siqueiros y Orozco, la figuración agitada y expresionista de los pintores norteamericanos, así como las lecciones de Paul Gauguin o Pablo Picasso y de otros grandes maestros de la historia del arte universal como Giotto, Masaccio, Ucello, Piero della Francesca, Veneziano, Andrea del Castagno, Diego Velázquez, Juan Sánchez Cotán o Jean Siméon Chardin, entre otros.
¿Qué obra maestra nunca antes vista en Colombia hace parte de la exposición?
Además de la generosidad de muchos coleccionistas privados en nuestro país, que permitirá apreciar obras muy importantes y hasta ahora no exhibidas públicamente, el préstamo del Hirshhorn Museum de Washington con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en Colombia constituye un gran privilegio y oportunidad para ver por primera vez en nuestro país La camera degli sposi (Homenaje a Mantegna) II.
Esta obra maestra, inspirada en la pintura de Andrea Mantegna para el Palacio Ducal de Mantua, es la segunda versión pintada en 1961 por Botero de la obra del mismo nombre, que causó una gran polémica entre los críticos de arte y terminó siendo la gran ganadora del Salón Nacional de Artistas en 1958.
Hoy se desconoce el paradero de esa primera versión cuyas grandes proporciones eran inusuales para la producción del artista en ese momento, por lo cual la oportunidad de tener a la vista esta segunda versión comprada por el coleccionista norteamericano Joseph H. Hirshhorn en el estudio del artista en Nueva York constituye el gran hito de esta exposición.
¿Cómo descubrió Botero la monumentalidad de sus figuras?
En la exposición se destaca la pintura Bodegón con mandolina, que recuerda la anécdota de cómo, por casualidad, Botero descubrió el volumen, al pintar de manera muy reducida el orificio de la caja de resonancia de ese instrumento musical, lo que hizo que la forma pareciera crecer de manera inesperada. Estos ejercicios formales continuarían con la experimentación de detalles de la figura humana, como los ojos o las bocas de sus personajes, hasta que el artista consolidó ese lenguaje tan característico de figuras que parecen pesar pero que realmente levitan por la gracia de la pintura.
También la exposición recuerda cómo una pequeña figura de cerámica de Ráquira (Boyacá) que vio en el estudio del pintor Ignacio Gómez Jaramillo le ayudó a reafirmar todos esos hallazgos plásticos.
¿En qué momento Botero no conoció el triunfo?
Precisamente durante su permanencia en la ciudad que le había arrebatado a París la designación de ser la capital mundial del arte: Nueva York. Si bien la crítica no recibió positivamente su obra, su estadía allí le permitió transformar y definir su estilo propio, con escasos 32 años. Y es en ese lugar, en medio de dificultades económicas, que el maestro antioqueño experimentó con la figuración expresionista, ágil y plena de color, representada en piezas como El milagro de la niña devorada por el colibrí (1960) y San Miguel arcángel o Narrativa de la vida de un santo (ca. 1959).
¿Cómo está organizada la muestra?
Curada por el historiador Christian Padilla, autor de la publicación Fernando Botero. La búsqueda del estilo: 1949-1963, estará dividida en tres secciones cronológicas que evocan diversos hitos en el inicio de la carrera del maestro:
“El Giotto es mucho mejor que Playboy” es la primera sección de la exposición e, inspirada en una frase dicha al joven Botero por su maestro Rafael Sáenz, presenta las primeras obras y la influencia del Renacimiento italiano; “Solamente Hércules o Sansón podrían alzar la mandolina” da cuenta de aspectos cruciales en el descubrimiento de su estilo propio y “Botero NO triunfó en Nueva York” recuerda su experimentación con la figuración expresionista, la inclusión de los temas de la cultura popular y la reafirmación de sus búsquedas por la representación del volumen.
¿Qué más ofrece la exposición a los visitantes?
Como complemento a este homenaje nacional, el Museo Nacional de Colombia diseñó una programación educativa y cultural que incluye charlas, visitas especiales y talleres, entre otras actividades.
La muestra es una iniciativa del Museo Nacional de Colombia (Ministerio de Cultura) y es una realidad gracias al apoyo de la Asociación de Amigos del Museo Nacional y la Embajada de los Estados Unidos en Colombia.