La pandemia destapó la brecha de la inequidad

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La pandemia, el aislamiento social, nos obligan día a día a aprender otras formas de vivir, a cambiar muchas costumbres y a descubrir que hay grupos humanos que permanecen olvidados y que no tienen acceso a las posibilidades de cambio que se están viendo en el mundo.

En el caso de la educación, el coronavirus nos mandó a la virtualidad, a la educación a distancia utilizando los medios tecnológicos, los mismos que no conocen y mucho menos disponen de ellos en las escuelitas del campo, en las zonas rurales a muchas de las cuales ni siquiera ha llegado la magia de la energía eléctrica y entonces, cómo hacer uso de la virtualidad para estudiar si en el campo no no hay conectividad?

Gladys Yolima Castro Castaño es la profesora y única maestra en la escuela de la vereda Salto Arriba, en el municipio de Marinilla y aunque estamos en una zona que puede considerarse como privilegiada en materia de comunicaciones, afirma que el tema educativo ha sido muy complejo para maestros y estudiantes y se logró evidenciar una problemática grandísima que había y era la conectividad y el poco acceso, por no decir inexistente, de equipos y de redes para que los niños pudieran acceder al Internet y a diferentes medios. “Ha sido muy complicado porque los niños no cuentan con celulares, con tablets, con computadores necesarios para comunicarse con ellos, pero los maestros nos las hemos ingeniado. Yo personalmente tengo un día para comunicarme con ellos, todos se conectan, porque teníamos unos fondos y compramos equipos y porque tenemos unos padres que tienen el WhatsApp por días, entonces se reúnen dos o tres personas. Ahí envío las tareas y ellos van haciendo el voz a voz para contarse las tareas que voy dejando”.

“También voy cada ocho o 15 días, me reúno con algunos de los niños, les dejo los talleres, les explico y también opté por recurrir al sistema de monitores. Estudie dentro de las familias cuántas personas tenían diferentes habilidades para el estudio en casa, entonces puse dos tutores que se encargan de rotar para atender a los niños, de acuerdo a mis instrucciones sobre lo que deben hacer cada semana y cuál es el proceso que deben seguir con los niños que tienen dificultades, las actividades pertinentes para nivelarlos y ahí nos estamos yendo”, cuenta la profe Yolima.

Agrega que ha sido un trabajo muy bonito porque los niños mandan trabajos maravillosos a través de los recursos y los medios que encuentran en la vereda, pero pintar pajaritos en el aire es muy bonito y del dicho al hecho hay mucho trecho. En realidad, ha sido muy difícil y si estamos hablando desde Marinilla que es un municipio ubicado a menos de una hora de la ciudad de Medellín, le cuento que en otros espacios, por ejemplo trabajé en San Luis y he hablado con compañeras que quedan a 10 horas de camino, como son las profesoras de las veredas Salandrina o de Las Confusas, que quedan a seis horas del casco urbano,es imposible educar, los niños se quedaron sin cómo acceder a la educación porque no hay conectividad, ni siquiera cuentan con servicio de energía, entonces ha sido un tema muy controversial porque el Ministerio de Educación ha tratado de mandarnos todas las herramientas, pero no todos los niños tienen televisión y no todos los profesores tienen acceso a los canales de televisión para mirar los programas que ha diseñado el Ministerio y en algunas veredas de municipios donde tengo compañeras, ni siquiera cuentan con servicio de energía, entonces así es imposible que el maestro llegue.

Volver a la escuela en agosto

Frente a la propuesta de que se reabran los establecimientos educativos en agosto próximo, la profesora Yolima considera que es muy delicado el tema de la pandemia, es muy delicado que los profesores tengamos a los estudiantes a nuestro lado en estos momentos y estoy de acuerdo con que ellos desde sus casas pueden aprender muchas tareas, pero el maestro tiene que ingeniárselas de una u otra forma para acceder a ellos, porque hay lugares donde la conectividad nunca va a llegar y lo único que llega es el maestro.

La profesora considera que es peligroso. “Soy consciente de que el virus se quedará entre nosotros quizá para mucho tiempo, pero es algo con lo que tenemos que empezar a trabajar y a competir, en algún momento debemos estar nuevamente con los estudiantes, pero agosto es algo demasiado rápido, aun en el campo. Yo, desde la vereda Salto Arriba, diría que no hay las posibilidades ni los medios, porque incluyendo a Marinilla, no se cuenta con las unidades sanitarias ni los lavamanos en las escuelas rurales, más aun que en esta temporada de verano cuando hay racionamientos en los acueductos veredales”.

Afirma que es necesario volver a las escuelas e ir mostrando que la escuela sigue viva, que está presente y hacer intervenciones con grupos de estudiantes, pero que a los maestros nos den las garantías suficientes, no solamente de salud, sino también de infraestructura dentro de las escuelas y que el regreso no nos genere la responsabilidad de que vamos a ser los responsables de los estudiantes, de sus familias y que tengan presente que nosotros también tenemos un grupo familiar donde hay personas vulnerables. Si, debemos volver, no propiamente en agosto con todo, pero ir reanudando paulatinamente, siempre y cuando tengamos la infraestructura y las garantías necesarias.

 El año no se perdió

 Consultamos a la profesora Yolima sobre si desde el punto de vista académico se debería declarar este año como perdido para los estudiantes y respondió que  considera que este semestre no se ha perdido, porque se han logrado muchas cosas. “Hemos logrado algo que para mí es lo más bonito y es que los padres de familia entiendan de verdad la importancia y el valor que el profesor tiene en la vida de sus hijos, porque los papás mandamos a los hijos a estudiar y ahora están desesperados con todas las tareas que tienen los niños. Hemos aprendido a valorar lo que es la escuela, lo que son los amigos, entonces se han rescatado valores que teníamos olvidados y los maestros también hemos comprendido la importancia que el padre de familia tiene en la formación de los niños, entonces hemos ganado muchísimo, nada se perdió”.

Otra de las dificultades es que en la zona rural ha sido muy difícil porque hay padres analfabetas que no pueden ayudar a sus hijos con las tareas, entonces se destaca otra dificultad, pero ha sido algo bonito porque los niños en medio de su inocencia digan que le están enseñando a sus padres a leer o escribir, pero se está mostrando que hay padres de familia que no tienen las herramientas académicas para enseñarle a sus hijos, entonces es muy importante que la escuela cambie su mirada y empiece a ver que somos todos los que tenemos que aprender, que no son solo los niños, sino también los papás.

La escuela futura

La profesora Yolima opina que “el futuro depende de cada uno, pero pienso que la escuela futura tendrá muchas falencias académicas, porque algunos maestros se han dado a la tarea de rellenar con teorías, y otros que comprenden que se deben enseñar otras cosas. Dentro del contexto en que está el niño que es en su casa, hay que saber qué tareas se pueden implementar. Pienso que la escuela volverá con muchas dificultades a nivel de conocimientos, pero con una gran enseñanza para la vida sobre valores sociales y familiares que van a servirnos para afrontar lo que se viene. Hay una ganancia porque el gobierno ha querido mostrar que ha hecho muchas cosas y que ha logrado mucho, pero también ahora se está demostrando que no ha sido suficiente, que se ha accedido a pocos lugares y que hay sectores inhóspitos donde los niños no cuentan con los medios suficientes para estudiar, porque ni siquiera tienen una planta física digna. Aquí se destapó la gran brecha de la injusticia y de lo poco equitativa que es la sociedad y lo que ha sido el gobierno con el sector rural que sigue siendo olvidado y más en los municipios lejanos.

Añade que Es una equivocación que los padres de familia estén retirando a sus niños de las escuelas y colegios por considerar que el año se perdió, los están privando de aprender lo que deja esta experiencia, tenemos que adaptarnos a otro lenguaje, pero se está registrando una gran deserción, especialmente en las zonas urbanas, donde se acostumbraron al acompañamiento y a la comodidad en muchas cosas. En cambio, el niño del campo ha estado acostumbrado a un aprendizaje más independiente, con más limitaciones, entonces los niños se enseñaron a las dificultades del campo, pero son niños que siguen siendo libres en su campo y lo único que han sentido de la pandemia es que la escuela no está abierta, siguen recibiendo una educación a medias porque no tienen conectividad, pero los muchachos de la zona urbana están siendo presos de su mismas comodidades.

PERIÓDICO EL ORIENTE

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