Por: Daniel Acevedo Arango
El Parque Santander, lugar principal de encuentro social y de identidad de nuestro pueblo,
tiene su propia historia. Ha sido un espacio en constante transformación que, al interior de
las propias dinámicas de las sensibilidades estéticas de nuestros líderes y las familias más
prestantes, ha tenido diferentes rostros. Fue precisamente a principios del siglo XX que
surgió la idea de crear una Sociedad de Mejoras Públicas que se encargará de ejecutar
diferentes proyectos en pro del embellecimiento del municipio y el progreso de su gente,
con obras que marcaran un trayecto, un camino, para visibilizar a El Retiro como un
municipio único y diferente, atractivo tanto para los guarceños como para los foráneos
visitantes.
En 1932, la Sociedad decide encargar a Lisandro Vallejo Henao el diseño de un modelo de
parque que se ajustará a las condiciones propias del territorio y la comunidad. Lo primero
que se decidió fue llamar al Parque Francisco de Paula Santander, en honor al ilustre prócer,
que en ese tiempo era asociado como fundador del partido liberal colombiano, corriente
política que era mayoritaria en El Retiro y que tenía una amplía influencia en sus jóvenes.
Para ello se gestionó la construcción de un busto, sobre un enorme pedestal, que
representará al prócer bigotón que defendió, con ímpetu, las leyes de la república y la
necesidad de una educación laica para los neogranadinos. Es curioso porque hay allí un
fuerte contraste con otros pueblos de Antioquia y Colombia donde Bolívar suele ser la
imagen central, pero, ciertamente, en el Oriente Antioqueño, no le perdonaron al libertador
la sangre derramada en El Santuario por el Héroe de Ayacucho José María Córdoba, muerto
a sablazos por el mercenario irlandés Rupert Hand, por una orden directa que, según decían, provenía de Santafé.
Lisandro hizo un boceto atractivo con amplios muros, un maravilloso jardín y bancas para
los visitantes, que recordaba mucho el diseño de muchos parques de Europa y Estados
Unidos. Además, fue quien pensó la forma del enorme pedestal de Santander. Cuenta el
historiador Carlos Mejía Vallejo que el constructor Carlos Sampedro, encargado de ejecutar la obra, se rebeló en contra del diseño original e hizo un parque enrejado, con las entradas
en los lados laterales y un general Santander que dirigía su mirada perdida hacia uno de los
costados del parque, contrario al deseo del arquitecto. Para la parte de los árboles, la
Sociedad de Mejoras Publicas y Vallejo Henao confían en Hipólito Castañeda, un diestro
jardinero que ya había instalado árboles en el cementerio, para sembrar tanto la palma de
cera como unos pequeños pinos, en forma de hongo, al mejor estilo de un Lewis Carroll
paisa.
Ante el engaño de Sampedro, Lisandro insistió en que se construyera el modelo original que él había diseñado y, al interior de la Sociedad de Mejoras Públicas y el Concejo, dio su
batalla. De nuevo se sometió al constructor Carlos Sampedro, quien está vez tuvo que
respetar algunas de las indicaciones propias del diseño original, pero de nuevo la visión de
constructor y arquitecto chocaba ante la imposibilidad de un consenso. Luego de varias
reformas y ante el desencuentro incesante, Sampendro abandona las obras y desaparece de los anales guarceños, envuelto en las corrientes propias de aquellos tiempos turbulentos.

Finalmente, la Sociedad de Mejoras Públicas encarga a Melitón Serna terminar el parque
basado en el diseño original, cometido que lleva a cabo sin ningún inconveniente.
El parque se amplió y sus rejas fueron reemplazadas por muros, en cuyas entradas,
ubicadas al frente y atrás, dos enormes esferas, con dos arcos arbóreos, daban entrada a una suerte de pequeño Edén, un jardín invadido de arbustos, árboles y flores de diverso tipo, donde los visitantes se podían sentar a tertuliar, conversar y mirar absortos las estrellas, sentados sobre las bancas. El general Santander ya no miraba hacia el costado, sino hacía el edificio donde hoy queda la alcaldía, de espaldas a la Iglesia, aquella institución que, durante todo el siglo XIX, había apoyado mayoritariamente la causa conservadora.Aquellos símbolos no pasaron inadvertidos a los guarceños de la época y el debate político y moral sin duda permaneció.
Las fotografías de la época resaltan la valiosa labor de Lisandro Vallejo Henao y el diseño
increíble que gestó para un pueblo perdido en las montañas antioqueñas. Tristemente el
legado y el nombre de Lisandro Vallejo han desaparecido también de la memoria y de
muchos textos de historia. Pero debe ser rescatado como un pionero relevante del
urbanismo y el diseño de obras arquitectónicas en nuestro municipio
La sucesión de fotografías demuestra que, cada nueva administración política o parroquia
tenía su propia idea de lo que, consideraba, debía ser el parque de todos los guarceños.
Quizás cuatro de las modificaciones e intervenciones más significativas fueron, primero,
que en 1972 se instala la llamativa fuente de piedra por la alcaldesa Nelly Montoya,
desplazando a Santander de su ubicación central. La fuente es la representación de la
riqueza hídrica que tiene nuestro municipio y aún hoy permanece, incólume, en el centro
del parque como un punto de referencia importante para el encuentro entre amigos, parejas, familiares y conocidos del pueblo. Aunque el agua está ausente.
La segunda intervención importante no es planificada por el hombre, sino por el actuar
caótico de la naturaleza y su potencia sublime. En el año 1974, el 7 de abril, un sábado
santo, entre las diez y once de la noche, cuando se cantaba el gloria, cae la enorme ceiba,
luego de una tormenta, sobre el segundo kiosko. El impacto lo destruyó por completo y, a
pesar de la conmoción, no hubo víctimas mortales. El quiosco es reconstruido con otro
diseño y hoy sigue siendo una presencia importante ocupando una gran franja del parque.
Durante el tiempo anterior a la pandemia fue un espacio de encuentro y tertulias alrededor
de tintos y cervezas.
Cuando el 25 de enero de 1988 es asesinado Carlos Mauro Hoyos, exprocurador de la
nación y eminente figura política guarceña, inmerso en una tragedia propia de la época de
violencia y narcotráfico de los años ochenta, este acontecimiento sacude a El Retiro. Héctor
Escobar, exalcalde, decide encargarle, poniendo de su propio bolsillo, conjuntamente con su
amigo Oscar Cadavid, la realización de un busto con su efigie al reconocido maestro Oscar
Rojas de Medellín. El costo fue de 100000$, un buen dinero por aquel entonces. En los
primeros días de enero de 1989 es entregado y se coloca en el parque, al lado contrario del
de Santander. En la instauración del busto y homenaje, vinieron al municipio, en aquel
entonces, el ministro de gobierno Cesar Gaviria, el procurador Horacio Serpa y otros
importantes miembros del gobierno enviados por el presidente de aquel entonces Virgilio
Barco.
En 2007 se levanta “El Monumento Latinoamericano a la Libertad”, una escultura de
Javiera Londoño liberando a uno de sus esclavos. La obra intentaba representar la
evocación de la libertad con una inmensa fontana compuesta por dos figuras de bronce fue elaborada por el artista italiano Giuseppe Agelao, cuyas creaciones se han expuesto en
reconocidas galerías y museos de New York, París, Londres, Madrid e Italia y quien este
año murió a causa del Covid-19. A pesar de su diseño evocador y su orgullo perenne la
estatua no logró generar lazos con la comunidad que pidió, diez años después, el
restablecimiento de la antigua fuente. Posteriormente, dentro de las reformas de infraestructura, la estatua se adecuó al espacio del Centro Cultural Javiera Londoño.
Hoy, de nuevo, se decide modificar el parque y se escribe un nuevo capítulo en su historia,
ante la necesidad de modificar el alcantarillado interno. Sin duda, el principal espacio de
encuentro de todos los guarceños, se transforma, de acuerdo a la época y propone unos
importantes desafíos urbanísticos para construir un espacio que nos incluya a todos, que sea aquel faro, donde todos los viajeros, donde nosotros los habitantes de este hermoso
territorio, llamado El Retiro, añoremos llegar. Y tú, querido lector, ¿cómo te sueñas tu
parque?