Ana María lucha con otras mujeres contra las desigualdades por medio del tejido

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Los tejidos salen del alma y son expresiones artísticas que reflejan la realidad social, ambiental y cultural. 

Ana María nació en el municipio de La Ceja, sus primeros años de crianza se dieron en esta localidad. Cuando tenía 4 años, su padre fue asesinado por actores del conflicto armado colombiano, él era taxista. 

En este municipio vivió hasta que cumplió los 15 años, su madre resarce su vida amorosa, conoce a un hombre que la enamora y hace que toda su familia se radique en La Unión. 

Ana María desde los 7 años ha tenido el amor y pasión por el tejido, a partir de esta edad, ha tejido infinidad de artículos, desde gorros, bufandas, suéter, colchas, manillas, aretes, hasta productos decorativos. Sus abuela y madre han sido tejedoras. Desde pequeña comenzó a enseñarle a otras personas a tejer. 

 Cuando estaba en el grado 11 comienza a liderar un grupo que se llamaba Unión Natural, como proceso de recuperación de los espacios naturales. A sembrar árboles, limpiar las quebradas, realizar campañas pedagógicas para no arrojar basuras. También realizó campañas para la recolección de concentrados para los perros que habitaban las calles de La Unión, además de marchas y plantones porque luchaban contra el maltrato animal, debido a que varios caninos fueron envenados. 

Más adelante, comienza a trabajar con otros colectivos en pro del reconocimiento territorial, visitando diferentes veredas con diálogo de saberes, conocimientos ancestrales y a luchas con las problemáticas ambientales, “ya que no solo es tener cuidado con el consumo excesivo del agua en los hogares o de dejar una luz encendida. Sino, ir más allá, de la contaminación de los ríos, minería, deforestación de bosques nativos a gran escala, las micro-céntrales”, dice Ana María. 

En el 2013 quedó embarazada y fue de alto riesgo, durante los meses de gestación tuvo que guardar total reposo; fue el momento donde más fuerza cogió el tejido. Aprovechó para hacerle al bebé sus vestidos. Debido a esto, las personas cercanas comienzan a ver su trabajo y ella empieza a hacer prendas para vender. Esta fue una forma de solvencia económica mientras nacía su hijo.

Luego de que su hijo tenía dos años, ella se presenta a la Universidad de Antioquia para estudiar Ciencias Naturales y Educación Ambiental y obtiene una beca por tener mejor puntaje de la cohorte. Debido a esto, a su pareja sentimental no le gustó, ya que decía que el niño se iba a descuidar. Él comienza a hostigar a Ana María, con maltrato físico y psicológico. Ella sin querer dejar su sueño de ser profesional termina la relación y se va con su hijo a recibir las clases. Sin nunca dejar a un lado su labor maternal. 

A raíz de esto, ella ingresa en La Unión al colectivo Tulpa, y allí junto a otras mujeres comienzan a fortalecer el tema de desigualdad de género, por la defensa de sus derechos y de los recursos naturales.

En el 2017, funda el Colectivo Awa, integrado solo por mujeres, donde ancla el tejido con la defensa del territorio, un espacio para que ellas se pensarán las situaciones ambientales que estaban sucediendo en lo local y la minería de Caolín que lleva años en La Unión y todo el impacto ambiental que estas ocasionan. Ellas inician por medio del tejido y el bordado a expresar su sentir en cuanto a esta situación y lo relacionado con las desigualdades sociales. 

Realizan diferentes manifestaciones, ferias, procesos pedagógicos en veredas y las partes urbanas de varios municipios del Oriente, para enseñar a otras personas todo el tema del bordado y a cuestionar lo ambiental y social, con el fin de despertar, generar inquietud y movimiento referente a estas situaciones que las está afectando, pero que no eran conscientes de la realidad. Además, de convertirse en un medio para generar solvencia económica por los tejidos que realizan, les da libertad financiera y se blindan en parte de la violencia de género. 

Durante la cuarentena, tienen el espacio para seguir bordando, se reunían de manera virtual, para no perder el contacto y continuar trabajando en la lucha de la defensa del territorio. En mayo del 2021, realizan una exposición en el parque principal de La Unión, un espacio que tuvo gran acogida por las personas propias y visitantes, hasta el punto de ser convocadas por diferentes personas y organizaciones a trabajar en veredas para enseñar a otras mujeres y hombres a bordar y expresar por medio del tejido sus sentires. 

Para Ana María la lengüeta y la lana se han convertido en sus compañeras vida, ya no son sus amigas de viaje o de pasatiempo, es un estilo de vida que no la cansa para manifestar por medio del hilo sus inconformidades ante las desiguales sociales que se viven en la región y el país. 

Con su liderazgo ha logrado convocar a otras mujeres donde han trabajando de manera articulada para defender sus derechos, sin dejarse amedrentar por el machismo.

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