El municipio de San Carlos vive un momento de profunda tristeza tras el cierre del CARE (Centro de Acercamiento para la Reconciliación y la Reparación), un espacio que durante más de 16 años se consolidó como referente nacional de memoria histórica, reconciliación y dignificación de las víctimas del conflicto armado.
El cierre se produjo el pasado martes 30 de diciembre y marca el fin de un proceso emblemático liderado por la reconocida lideresa social Pastora Mira García, conocida como la “pastora de la memoria”. El CARE funcionaba en un antiguo lugar de tortura que, por decisión colectiva, fue transformado en un escenario de diálogo, verdad y construcción de paz.
Más allá de su infraestructura, el CARE se convirtió en un símbolo para San Carlos y para Colombia, al ser un punto de encuentro comunitario y un ejemplo de reparación simbólica y reconciliación entre víctimas y victimarios en uno de los municipios más golpeados por la violencia en Antioquia.
Durante cerca de dos décadas, Pastora Mira impulsó procesos sociales enfocados en la preservación de la memoria, el reconocimiento de las víctimas y la sanación colectiva. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido a nivel nacional e internacional y, de manera reciente, fue galardonada en los Premios Nacionales de Cultura 2025, distinción entregada en el Museo Nacional por su aporte a la paz desde los territorios.
Paradójicamente, el cierre del CARE ocurre pocas semanas después de este reconocimiento. La noticia generó múltiples reacciones de preocupación y dolor en la comunidad sancarlitana, que expresó a través de redes sociales el temor de que se pierda un espacio construido con el esfuerzo y la historia de todo un pueblo.
De acuerdo con la información conocida, el futuro del CARE depende de un acto administrativo de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), entidad competente sobre el predio. Desde la comunidad se ha hecho un llamado a las autoridades para que se tomen decisiones que permitan reabrir el espacio o, al menos, preservar su legado como lugar de memoria y esperanza.
El cierre del CARE deja abiertas preguntas sobre el compromiso institucional con la memoria histórica y la reparación en los territorios, y plantea un desafío urgente para garantizar la continuidad de los procesos de paz que ayudaron a San Carlos a reconstruirse después de la guerra.
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