Tras analizar 39 marcas provenientes de 21 países de Europa, Sudamérica, Norteamérica, África y Asia, investigadores encontraron que los tres condimentos limpios eran extraídos, en su mayoría, de sal de roca. Las marcas más contaminadas fueron las asiáticas.
Si bien la ciencia ya sabía que la sal marina contenía microplásticos, el misterio era cuánto de este condimento está contaminado por estas diminutas piezas. Tal pregunta acaba de ser respondida por investigadores de Corea del Sur y la oficina de Greenpeace en Asia Oriental. Según ellos, estos contaminantes están presentes en el 90 % de las marcas de sal vendidas en el mundo.
Esa fue la conclusión a la que llegaron tras analizar 39 marcas provenientes de 21 países de Europa, Sudamérica, Norteamérica, África y Asia. De ellas, 36 estaban contaminadas. Lo curioso es que la densidad de los microplásticos presentes en cada marca “está muy vinculada a las emisiones en cualquier región dada», afirmó Seung-Kyu Kim, profesor de la Universidad Nacional de Incheon (Corea del Sur) y uno de los autores de la investigación publicada en la revista
Es decir, la presencia de estos contaminantes en la sal de mesa está relacionada con cuánto plástico emite el país de la marca. Las mayores concentraciones, por ejemplo, fueron halladas en el condimento asiático. En especial aquellas marcas vendidas en Indonesia. Tiene sentido: la presencia de microplásticos en este continente se ha rastreado hasta en 54.720 kilómetros de su costa marina. E indonesia, por su parte, es considerado el segundo país con mayor contaminación plástica a nivel internacional.
A nivel de concentraciones, los investigadores evidenciaron que el condimento más afectado por el plástico es la sal marina, seguido por la sal de lago y, por último, la sal de roca (o halita). De ahí proviene la sal que resultó limpia durante los análisis. Estas son una marca procedente de Taiwán que es marina y refinada, otra hecha en China a partir de roca (también refinada) y una marca francesa de sal marina no refinada producida mediante evaporación solar.
La magnitud de esta investigación, pionera en relacionar la presencia de microplásticos en la sal y el origen de las refinerías (y sus marcas), aún se desconoce. Porque, aunque se estima que un adulto medio consume aproximadamente 2.000 microplásticos al año a través de la sal, no se sabe cuáles sean los efectos en la salud humana.