El maestro e hidalgo de las letras de Cocorná

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Me gustó servir como educador y no como administrador”, dice Sergio Villegas

Han pasado 24 años desde la última imprenta de la monografía, 42 años de dar a luz el himno del colegio y 50 años, aproximadamente, de estrofas literarias de más o menos 200 poesías inspiradas por la imaginación del escritor y poeta más representativo de Cocorná, don Sergio Villegas, aunque la misma ciudadanía ha olvidado a su paisano que tampoco es profeta en su tierra.

Su hijo Jaime Augusto, de composición gruesa, de 1 metro con 60 centímetros, dinámico, buen conversador, vestido con una camisa verde alusiva a los poemas sobre naturaleza que escribía su padre que no le dejan reflejar sus 57 años de edad y erguido por la amabilidad de concedernos un espacio, cuenta acerca del comportamiento ejemplar que tenía su padre, tanto en la casa, como en el colegio, lugar de su trabajo.

––Mi padre, desde nuestros primeros pasos, nos inculcó los valores humanos, éticos y morales, de los cuales él mismo era el primer referente y estricto en lo que implantaba. En lugar de irse a tomar los aguardienticos con sus amigos, se quedaba en su casa sentado en el comedor y con un texto en la mano libreta y pluma untada de tinta china, empezaba a escribir lo que más tarde sería el legado escriturístico más importante para la historia cocornense: la monografía de Cocorná.

El marco para desarrollar su talento es el único comedor que tiene en la casa vieja de tapia ubicada en el barrio Buenos Aires, compuesta por 4 piezas, 2 baños, una sala, un patio campesino con galpón de gallinas, cochera para marranos y algunas matas de cebolla sembradas. Allí diariamente plasma sus versos melancólicos, la conjugación de miles de verbos alusivos al medio ambiente, a las abuelas, al idioma, al campesino, a los amigos y al amor por su pueblo, el cual lleva en su corazón, toman frescura y coherencia. De hecho, la exquisita prosa aprendida por García Márquez, aparece enmarcada por la tranquilidad de un buen escritor.

A un lado del comedor se detalla una estantería de libros enclavada en una alacena dentro de la pared de tapia y entre ellos, Cien años de soledad, manuales sobre el ajedrez, los cuentos de Tomas carrasquilla, Manuel Mejía Vallejo y José María Vargas Vila, la urbanidad de Carreño que enseña a cumplir, tanto a sus 8 hijos como a sus alumnos de bachillerato, entre otros muchos libros, adornan la casa y exhalan un perfume de conocimiento puro.

Don Sergio Villegas, hombre de 81 años que se reflejan en su aspecto físico, canas de sabiduría, rostro resquebrajado, caminar lento y pausado, con su mirada serena como un atardecer de verano y una voz bajita y pausada que no le permiten expresar la elocuencia de hace 40. Por otra parte, su innegable fidelidad por Cocorná, su dedicación y constancia a los trabajos que la vida le ha puesto en frente, la devoción al Divino Niño, amante de los libros y estricto en todas sus esferas, jamás se llegó a imaginar que sus escritos hechos con el más profundo amor de su corazón, hoy fueran simples revistas o títulos enterrados por la conciencia colectiva del cocornense.

––¿Qué piensa sobre la juventud de hoy que no lee sobre la historia de Cocorná?

––No podemos exigirle a la juventud poseída por las TIC y todo esto de los aparatos tecnológicos. En mi época no existía el internet, tampoco los celulares para consultar tareas y menos los espacios wifi destinados en el parque. Anteriormente había líderes con ganas de ejercitar la mente y el cuerpo. La mente con los espacios de ajedrez, y el cuerpo con iniciativas deportivas como la de ciclismo. Hoy vemos a niños de 8 años con la última gama de celular, jóvenes chateando exageradamente, jóvenes que no cogen un libro para leerlo en el parque. Si en algún momento la juventud se apropia de estos espacios y generan cátedras de historia, me sentiré el hombre más dichoso porque reviven mis escritos y quizás, un aventurero se anime a continuar con las otras monografías.

Me gustó servir como educador y no como administrador”, dice Sergio Villegas

Una mañana antes de entrar a clase en la Institución Educativa Cocorná, ubicada en la salida del municipio en la parte alta, a unas 5 cuadras de la estatua roída de Simón Bolívar de la plaza principal, inesperadamente se les preguntó a 10 estudiantes de algunos grados (sexto, séptimo, octavo y noveno), si por cultura general, por cívica o por el área de sociales, conocen el autor del himno de su querida institución, el cual cantan de pie con la mano derecha en el corazón izquierdo. “Rebosantes le sana alegría y en las manos sonoro clavel, entonemos celeste armonía a la historia de nuestro plantel…”, en cada acto cultural, homenajes a la bandera o cualquier otra actividad que está programada, según el cronograma que pasa el rector al principio del año. 8 respondieron que no, y 2 solo le atinaron al apellido.

El maestro que no quiso ser ni alcalde ni rector

Al parecer, el amor por la pedagogía es tan fuerte como el matrimonio de nuestros abuelos: duran para toda la vida, son fieles a su amor día tras día y solo la muerte los puede separar uno del otro. Así es Don Sergio como maestro, una unión para toda la vida, aunque lleva jubilado 31 años.

––Una vez me ofrecieron la alcaldía y para ello era necesario una licencia cuando este cargo se otorgaba por decreto departamental, pues aún no existía la elección popular de alcaldes. Debía dejar de lado mi profesión de maestro durante ese tiempo, pero mi fiel servicio por enseñar filosofía e inglés y contribuir a la formación de los futuros ciudadanos me impidió seducirme por la política.

Quizás por el conocimiento de una persona de estas podría ser un buen alcalde, además de la experiencia en el seminario campesino de Yarumal le daban facultades intelectuales para ostentar el cargo con mayor responsabilidad del municipio y oxigenar las viejas mañas de los alcaldes que venían de tiempo atrás.

Sin embargo, para contribuir en la construcción de una Cocorná nueva, puso su granito de arena y aceptó ser elegido como concejal del municipio 1972-1974. Posteriormente, llegó a ser una de las personas más destacadas, incluso fue presidente de esta corporación.

Más tarde, las propuestas seguían en aumento, tanto es así que le ofrecieron la rectoría del IDEM Cocorná cuando se jubiló un viejo rector llamado Luis Alfonso Giraldo Gómez, cargo que tampoco aceptó porque debido a lo estricto y organizado en su personalidad, posiblemente se echaría a algunos maestros de enemigos.

––Mi hermano Sergio amaba lo que hacía y jamás se tomaba un aguardiente, porque sabía que amanecía enguayabado y sin ánimos de dar clase, y aún la misma noche que se tomaría los tragos hipotéticamente dejaría de preparar clase, porque en aquellas épocas los maestros preparaban la jornada, hoy día los hacen muy pocos ––comenta Alirio. el hermano menor entre 12.

“Para la Cooperativa, Don Sergio representa la pujanza, el tesón y las ganas de salir adelante en un pueblo que estaba sometido ante los afietistas”, concluye el Director.

Don Sergio nunca se llegó a tomar un aguardiente antioqueño, un ron 8 años y mucho menos una Pilsen o una clarita cervunión. “Los profesores muchas veces no educan bien a sus estudiantes porque el día antes estaban en fiestas”, dice. ¿Cómo celebraba entonces los eventos con su familia? Aunque no lo crean, decía que una misa es más que una fiesta con todos los lujos. Los 80 años, las bodas de oro con su señora esposa María Guillermina Aristizabal y las reuniones familiares, solo la misa y la comida. Por eso, y muchos hábitos más, siempre será el mejor maestro que ha dado Cocorná en sus 153 años de existencia.

El paso por el seminario

En el año 1950, ingresó al Seminario Misionero de Yarumal a terminar el bachillerato y continuar después con los estudios filosóficos y teológicos para ser sacerdote. Por requisito del seminario, cada año en la Semana Mayor enviaban los seminaristas a sus propias parroquias para que colaboraran en todas las actividades religiosas. Don Sergio lo hacía vestido de sotana negra, roquete encima, pampanillas negras, además del alba y la estola que no podía faltar para administrar los sacramentos.

Años más tarde descubrió por medio de la oración que su vocación no era el sacerdocio, sino más bien la docencia y desistió del seminario. Se aprovechó de la excelente formación humana, cristiana y pedagógica del seminario, y aun mejor, de los 3 años de filosofía, con el objetivo de ponerlos en práctica tanto en su hogar, como en su segunda casa.

––Un acontecimiento de alguna persona, ya sea buena o mala, él la ponía en práctica para dictar sus clases. Por ejemplo, en aquellos tiempos cuando los borrachos peleaban y se daban plan con un machete, igualmente aprovechaba estas discusiones a su favor para aconsejar a sus alumnos que no fueran a aprender esa lección ––afirma Doña Mariela Gómez Castaño, contemporánea de don Sergio.

Su legado

Como se dijo, el municipio olvida tan fácil como un mujeriego a su última dama, o como un incrédulo a sus padres, pero para muchos el personaje más representativo en la historia sigue vivo en los corazones de quienes leen sus obras maravillosas. No podemos borrar a quien escribió el himno del colegio, la poesía sobre la niña sonreía, “una angelita descendió del cielo a enseñar a los niños mil cositas, fue tanta la emoción de la chiquilla que perdió en la venida las alitas…”, y menos al que regaló muchas obras ilustres que recrean un nuevo mundo fuera de nuestro terruño.

“Sergio Villegas fue uno de los principales gestores para que la Cooperativa Pio XII estuviera funcionando en estos momentos y por esa razón la sede de Cocorná lleva en alusión el nombre de este personaje”, afirma Jorge Nicolás Duque director de la Cooperativa PIO XII de Cocorná.

Sin embargo, la familia –según Don Sergio – es el legado más preciado que existe bajo la tierra. Mantener 8 hijos requiere esfuerzo, dedicación y trabajo, aunque la ayuda de María Guillermina Aristizabal con la que contrajo matrimonio el 25 de enero de 1958 facilita en cierta medida esta labor que no es nada fácil, y por los contrastes de la vida sus hijos entendieron que la política es la mejor amiga del hombre.

la medalla central se la otorgó el concejo municipal como reconocimiento al mejor maestro de Cocorná, y la medalla del lado, la gobernación el 15 de mayo de 1977 por ser el mejor docente de Antioquia. Dentro de ella dice medalla Pbro. Miguel Giraldo S.

Su jubilación

Para la mayoría de personas la jubilación es el último escalón de regocijo en la vida, quizás porque van a descansar de brindarle el conocimiento a la alta sociedad, o porque llega la etapa donde el cuerpo exige descanso.

Don Sergio en este caso, firme a su profesión de maestro y escritor, la jornada de jubilación se caracteriza por tener tintes escriturísticos como literarios. Cada ocho días, sin falta, en la ciudad de Medellín se reúnen en el auditorio de la Cooperativa PIO XII a tertuliar sobre historias del pueblo natal. Allí la colonia integrada por quince ilustres cocornenses se dan la pela hablando cuan anécdotas alimentan su memoria, y de una vez, reviven la linda tradición de nuestros ancestros con un café colombiano, unas revistas y periódicos del pueblo, pero también, se centran en los temas de actualidad que competen al municipio, apoyado no solo del pasado, sino del presente que vive nuestro territorio.

Sergio Villegas en su época como profesor, la unica semblanza fotografiada que se tiene del maestro.

Seguramente “el hidalgo de las letras” como cariñosamente se le dio el apelativo en gratitud por sus obras deleites a Cocorná, hasta las últimas horas de su vida fuera de la esfera social-profesional siempre lo cobijará por un lado, la imagen del Divino Niño, representado en el amor de padre y esposo, por el otro, un lápiz que marca la felicidad, pero un libro que marca su corazón envuelto en miles de letras que conjugan la historia popular de la tierra que lo vio nacer y que él mismo ha llamado “Cocorná de sus amores”.

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