La música para entender una memoria colectiva

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Por: Yuliana Escobar Sepúlveda

Entre el río y la montaña, los hombres cantan para espantar la guerra

“Somos el río que pasa o las rocas que se vuelven tierra, somos memorias de piedras o partículas que se desintegran. ¡Somos territorio, espíritu y palabra! ¡Somos territorio!”-fragmento de la canción Somos Territorio, por Alejandro Trujillo.

La guerra es un fenómeno que marcó muchos territorios colombianos, Antioquia fue uno de los departamentos más afectados. El silencio y el dolor se apoderaron de miles de familias ante la pérdida de sus seres queridos. El Cañón del Río Melcocho, ubicado en el municipio de El Carmen de Viboral, es uno de los tantos lugares que sufrieron de reclutamiento de menores, desapariciones, secuestros, extorsiones, asesinatos, desplazamientos forzados, quema de viviendas y despojos entre los años 90 y 2000.

Sin embargo, con el fin de entender y pasar las páginas de una época sumida en la incertidumbre, Alejandro Trujillo Moreno, músico oriundo de El Carmen de Viboral, realiza un proyecto a través de la música, el cual fue el ganador de la “Convocatoria pública de Estímulos a la Creación y Circulación 2018, Antioquia Piensa en Grande la Cultura y el Patrimonio”, donde expone la música campesina para el reconocimiento de una memoria histórica.

Un propósito, una necesidad

“Yo empecé inicialmente desarrollando un proceso independiente de formación en guitarra con niños de la escuela de la vereda El Porvenir; y, a partir de esa fecha empiezo a encontrar una necesidad de generar una memoria y también una recopilación de esta tradición musical de la zona.”, expresa Alejandro Trujillo resaltando, también, las palabras Reconocimiento y Valoración.

Ante los propósitos de Alejandro y luego de cuatros años donde se sumergió totalmente con la comunidad de una manera muy familiar, tuvo la oportunidad de convertir su tesis en un libro lleno de historias y música del territorio. Este está dividido en tres capítulos que expresan un contexto social, las prácticas musicales que se desarrollan en el territorio y las funciones de estas en el lugar.

El autor de una gran obra

Alejandro Trujillo Moreno es carmelitano y nació en el año 1986. Hace aproximadamente 13 años se dedica a la música y a la gestión cultural. Su especialidad es la guitarra, pero también toca otros instrumentos de cuerda del folclor. Actualmente, está terminando su pregrado de Licenciatura en Educación Musical en la Universidad de Antioquia y lleva a cabo procesos en el Municipio como “Guitarras para Educar” en las zonas rurales, el Festival Sonamos Latinoamérica, Antioquia y hace parte del Concejo cultural de El Carmen de Viboral.

Alejandro resalta a su abuelo Félix Trujillo, quien en sus años de juventud fue músico en la vereda San José. Gracias a él, Alejandro pudo escuchar las primeras canciones de la música campesina que lo convirtieron en un hombre apasionado con una gran herencia musical que se refleja en su voz, en sus cuerdas y en su cuerpo.

“Somos Territorio”

Cada vez que escuchamos música o si nos vamos más allá, cuando escuchamos nuestra canción favorita, nos genera algo. Esto sucede con la música del Cañón del Río Melcocho. Una música que es llamada de diversas maneras como: música carrilera, música guasca, música de parranda, música de despecho, música de beba, música de pachanga o música molida, entre otras etiquetas que crecen a partir de vivencias que general un “algo”.

Estas composiciones musicales se crean en un ambiente muy familiar, pues según Alejandro Trujillo, las canciones se cantan acompañados de un hermano, de un tío… que cuentan historias del conflicto armado o situaciones que enfrentaron en sus vidas.

Cada canción refleja una historia, donde las familias hacen memoria y se apropian de una cultura. Anteriormente se reflejaban aún más con sus festivales que luego se convertían en parrandas llenas de alegrías, pasión y licores como el aguardiente o el tapetusa. De esta manera las personas recordaban, sanaban y se apropiaban de la música para romper unos esquemas.

“La idea es que este material sea utilizado por la misma comunidad como parte de su memoria, pero también, que los niños y nuevas generaciones que deseen acercarse a este saber musical puedan tener un primer referente a través de este recopilado”, cuenta Alejandro.

Este libro logró, además, el Primer Festival de Música Campesina, que buscaba integrar los mismos músicos que hay en l región como Jesús Arturo Hernández, José Aldemar Hernández, Rigoberto Antonio Orozco, Lucelida Martínez, Juan Gabriel Martínez, entre otros músicos que se encuentran en aquel territorio, y generar ese diálogo intercultural para reactivar estas costumbres como símbolo de identidad del municipio.

Ahora bien, la idea de Alejandro Trujillo es poder realizar una segunda fase para el proyecto con la entrea del libro y el material a las personas de El Porvenir en el Cañón del Río Melcocho y poder continuar con el proceso formativo con los niños del territorio y que se apropien de las transcripciones musicales que contiene el libro. Además, espera que se pueda expandir a más zonas rurales de la región.

Es entonces como la música refleja diferentes aspectos de un territorio. “la música como narrativa, la música como resistencia para permanecer en un territorio, y, de igual manera, la música como parte de un elemento estético que también permite defender el territorio y hacerlo visible y reconocerlo desde esa diversidad natural y cultural”, así lo expresa Alejandro ante su libro.

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