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Las ausencias que no podemos olvidar en Rionegro

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Rionegro ha experimentado un notable avance en infraestructura, crecimiento urbano y desarrollo comercial en los últimos años. Sin embargo, detrás de este progreso se ocultan silencios dolorosos: las desapariciones de personas que dejaron un vacío profundo en sus familias y la comunidad, transformando la ciudad en un espacio que, además de modernidad, enfrenta la incertidumbre causada por estas ausencias.


Uno de los casos que marcó a Rionegro fue el de Jerónimo Monsalve y Kevin Andrés Serna, dos jóvenes desaparecidos en agosto de 2022. Salieron con la intención de disfrutar una tarde con amigos y nunca regresaron a sus hogares. Desde entonces, sus familias y la comunidad emprendieron denuncias, búsquedas incansables y manifestaciones públicas, pero tres años después aún no hay noticias sobre su ubicación.

Jerónimo Monsalve y Kevin Andrés Serna

La angustia se ha instalado en noches llenas de preguntas sin respuestas, mientras sus rostros permanecen en las paredes y postes de la ciudad, símbolo del anhelo constante de una respuesta. Los padres y amigos mantienen viva la esperanza, aunque el paso del tiempo no ha traído avances significativos en las investigaciones.

En ese mismo año, José Luis Grisales Atehortúa, conocido como “Chepe”, un hombre de 56 años reconocido por su carácter amable y solidario, desapareció tras adentrarse en una zona boscosa cercana a su hogar. La comunidad se movilizó con igual desesperación, pero el vacío que su ausencia dejó permanece sin resolverse.

José Luis Grisales Atehortúa, “Chepe”

Casos recientes que conmueven a la ciudad

En agosto de 2025, otro episodio conmocionó a Rionegro: la desaparición de los jóvenes DJs Andrés Camilo López Noreña y Kevin Vásquez durante un trayecto hacia el Magdalena Medio. La última comunicación de Andrés Camilo, cerca de las 4:00 a.m., fue la última señal antes de perder todo contacto, sumiendo nuevamente a la comunidad en la incertidumbre y el dolor.

Estos casos comparten un patrón doloroso: la ausencia constante de respuestas. Las familias, acompañadas por una comunidad solidaria, han denunciado, organizado búsquedas masivas, marchas y velatones, sin que la sensación de impotencia desaparezca. La incertidumbre crece con cada día sin noticias.

Andres Camilo López y Kevin Vásquez

El impacto emocional no se limita a las familias directas; vecinos, amigos y ciudadanos experimentan la vulnerabilidad que genera la falta de certezas, y reclaman acciones urgentes y efectivas para mejorar la seguridad y acelerar las investigaciones que den una respuesta pronta a estas tragedias.

Además, cada familia enfrenta este duelo de forma personal, pero con un clamor colectivo que une a la ciudad, reafirmando el compromiso con la memoria de quienes desaparecieron y la búsqueda incansable para encontrarlos.

Memoria, acción y esperanza colectiva

Las familias de los desaparecidos insisten en que las autoridades no deben desistir. Exigen que cada indicio recibido sea investigado, que se utilicen todos los recursos disponibles y que se priorice la búsqueda activa, pues cada pista, por pequeña que sea, puede ser determinante.

Rionegro observa con preocupación cómo estas ausencias se prolongan y afectan a toda la ciudad, que demanda garantías para proteger a sus jóvenes y comunidad, entendiendo que la memoria activa debe ser el motor para no resignarse al olvido.

Cada velatorio, cartel y manifestación es un acto de resistencia ante la indiferencia, una muestra clara de que la ciudad y sus habitantes no aceptarán que la ausencia se imponga sobre la justicia ni sobre la esperanza.

El desafío para la ciudad es grande: convertir el dolor en un compromiso decidido para hallar la verdad, brindar paz a las familias y fortalecer la vigilancia comunitaria. En esta lucha, la memoria se convierte en la herramienta más poderosa frente al silencio y la impunidad.

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