Son las dos de la tarde y doña Nohelia no ha comido nada. Lleva toda la mañana limpiando los dormitorios de 70 perros que tiene bajo su cuidado mientras le encuentran un adoptante. El ladrido de la manada anuncia la llegada de la visita, Nohelia nos invita a pasar desde la cocina, donde prepara una sopa de arroz y menudencias que luego dará a sus amigos de cuatro patas.
Su nombre completo es Nohelia Ivonne Castro, vive en Aldaba Bajo, una vereda de El Santuario. Tiene 69 años, 15 de estos los ha dedicado a cuidar y amar aquellos perros que la vida trajo en su camino, muchas veces en los peores estados por culpa del maltrato. Dice que las cosas ya no son como cuando inició con la Fundación Arca de Noé, en 2014; ahora la edad, el deterioro de su salud y la mala situación económica tienen en riesgo el futuro de los más de 70 perros que podrían, en el peor escenario, terminar en manos del municipio.
Son 15 años de trabajo que ya le están cobrando factura. Nohelia tiene artritis reumatoide, una enfermedad degenerativa que le impide levantar cosas pesadas y le limita el movimiento. Sufre de diabetes y algunas otras enfermedades que prefiere omitir. Aunque necesita acompañamiento médico adecuado y constante apoyo, vive sola en la finca donde ocupa sus días subiendo y bajando escalas en función del bienestar de sus peludos.
Se despierta muy temprano para organizar todo; les prepara de comer y empieza a limpiar las casitas mientras una parte del grupo juega en la manga. Les cambia el agua, les limpia las cobijas, recoge las heces, limpia el piso y los prepara para el baño. Luego encierra a una parte de la manada y baja a repetir el mismo proceso. Así se le va el día, limpiando todo lentamente, porque el dolor en las manos no le permite ir muy rápido. Pasan las horas y entre tanto oficio otra vez se le olvida comer.
“Yo lo que necesito es apoyo”, reclama. “Es que este trabajo no lo debería estar haciendo yo, esto es responsabilidad del municipio, pero yo no quiero entregar a mis perritos para que me los vayan a tratar mal. Es que yo soy la que ha lidiado con ellos, yo soy la que los ha tratado y mejorado, yo me gasté el tiempo y la plata para que ahora vengan y se quieran llevar 10 de los más viejitos ¡Que me ayuden a adoptar a los jóvenes y buenos! ¡Que manden a alguien que me ayude diariamente con el cuidado de los perros, que me ayuden con los gastos del veterinario o de las medicinas o por lo menos que me las dejen más baratas! Es que yo no puedo levantar ni los bultos del cuido, me toca pagarle a alguien para que me los baje hasta donde los perros porque yo no puedo” dice doña Nohelia como cansada de repetir lo mismo.
Ella hace lo que puede y lo hace muy bien. Vive del apoyo de “cualquiera que quiera venir a ayudar”, aquellos que la conocen saben lo duro que es su trabajo y el amor que tiene por los perros. A todos se les sabe el nombre, a todos los tiene hermosos: con el pelaje limpio, libre de pulgas y los dientes fuertes. De su bolsillo, y gracias a las donaciones ha pagado, las cirugías de aquellos que llegan atropellados, con las patas heridas o con problemas en la cadera, muy desnutridos, con pulgas, enfermos, o las mascotas abandonadas que le han dejado amarradas en la entrada de la finca o que le tiran por el cercado. A todos les dio de comer, les brindó una cama, les curó las heridas y las llenó de amor, como reparando el daño de la maldad ajena y asumiendo la responsabilidad de quienes no pudieron.
De acuerdo con la Ley 2054 del 3 de septiembre de 2020 es responsabilidad del POT de cada Distrito o Municipio establecer un centro de bienestar animal u otras áreas donde se llevarán animales domésticos que han sufrido de maltrato, abandono, pérdida, o una tenencia irresponsable. Mientras no se disponga de un centro de bienestar animal público, albergues municipales para fauna u hogar de paso público, el distrito o municipio deberá apoyar las labores de las entidades sin ánimo de lucro de carácter privado que reciban animales domésticos a los que se refiere esta ley. Según Nohelia, la ayuda es momentánea pero, aunque lo agradece, no es suficiente.
“Ahora el 30 de enero vinieron los soldados y muy queridos me ayudaron, me limpiaron los animales, me ayudaron a lavar y trajeron comida y todo eso, pero ellos se van y yo soy la que sigo lidiando con ellos. Y por ahí vienen personas, un señor que me colaboraba mucho, don Rafael, y así varios angelitos” dice. Esos ángeles son los que permiten que ya sean más de quince años de luchas y trabajo; agradece a todos los que la han ayudado y guarda un lugar en su corazón para Santiago Giraldo, un angelito que ahora la guía desde arriba.
Comprende, también, que esta es una responsabilidad que debería ser apoyada por la Alcaldía, pues realiza un trabajo que la administraciones regionales a veces no gestionan por falta de manejo logístico o interés.
El Oriente consultó con varios refugios independientes y el panorama parece ser el mismo: existen donaciones a fundaciones y refugios animales pero no existe un plan de trabajo en las administraciones locales o acompañamiento a quienes sí realizan la tarea. Daniel Restrepo, representante de la Fundación Hablemos por Ellos, del municipio de Guarne, comenta que el sostenimiento de su fundación proviene en gran parte de los esfuerzos familiares que le permiten ayudar a los más de 200 caninos abandonados que cuida con su esposa mientras los dá en adopción. “Nosotros una vez, en una sola ocasión recibimos ayuda del municipio de Guarne, y fue a principios de la pandemia. Literalmente nosotros recibimos cuatro bultos de concentrado de 30 kilos cada uno; esa es la única ayuda que hemos recibido por parte del estado”, comentó a este medio. Según María Eugenia Sanchez, quien gestiona el refugio de paso animal Mau, en San Antonio de Prado, dice presentar una situación similar a la de doña Nohelia. “Estábamos esperando unas donaciones que nos iban a hacer y ese alimento nunca llegó. Si se enferma un perrito nos toca llevarlo al pueblo y no hay crédito, entonces te toca prestar, te toca hacer rifas, te toca hacer de todo para poder salvar a los perritos y cubrir esas necesidad. Y yo pienso que los refugios legalmente constituidos, corporaciones, fundaciones y hogares de paso estamos haciendo la labor al estado, y es muy duro porque encima me toca pagar impuestos”, comentó Sanchez.
Los impuestos le impiden a Nohelia recibir apoyo de empresas y solo le aumenta el número de cuentas por pagar. Mientas, ella dice que no puede parar por sus perritos, que se le rompe el corazón no ayudar a un animal necesitado. Aquellos que conocen su historia por redes sociales saben que el problema es real, que cuando no tiene con qué darle de comer a los animalitos algo hace para no dejarlos pasar hambre, para lograr detener las infecciones y curar las heridas. Mientras, sigue tomándose dos acetaminofén todas las mañanas para lidiar con el dolor y lentamente ir terminando el trabajo que queda por hacer.
Aquellos que deseen ayudar, es mucho lo que pueden hacer. Cualquier donación es siempre bienvenida pues siempre se necesitan medicamentos, alimento, cobijas, clorox para el aseo de los dormideros, y sobre todo mucho apoyo para no dejar acabar una misión que solo busca ayudar a aquellos que no han contado con una buena suerte.
Hay muchos perros jóvenes, que gozan de buena salud y con mucha energía que están a la espera de esa familia que los quiera adoptar.
Aquellos lectores que deseen ayudar, pueden hacer llegar sus donaciones a la cuenta de ahorros Bancolombia No 00126497288, o encontrar más información en la página de Facebook: Fundación El Arca de Noé.
Por: Jean Carlos Severiche