La Providencia una obra que evidencia el gran poder de Dios

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En la vereda Las Lomitas, de La Ceja, se erige la hermosa capilla blanca que Dios construyó a través de la misión religiosa de la CER San Juan Pablo II. Las 16 personas que conviven en esta comunidad han evidenciado a lo largo de los años el trabajo que ha transformado la vida de aquellos que le siguen con devoción y que encuentran en La Providencia las respuestas y milagros que solo Dios puede realizar.

La obra se pudo efectuar gracias a que su directora, Ángela Ospina, le pidió a Dios los recursos necesarios para la realización de este espacio de oración y encuentro con el Todopoderoso. A cambio Dios ha derramado sanidad, salvación y esperanza sobre la vida de miles de personas que han acudido a este santuario. La comunidad laica recibe el nombre de San Juan Pablo II, su capilla es dedicada a San José y su casa de oración recibe el nombre de ‘La Providencia’.

Los testimonios son tantos que no se alcanzan a contar: enfermos que se sanan, parejas que se reconcilian, familias encuentran el amor a través del perdón, sacerdotes que retoman la fe en su vocación, personas que encuentran empleo después de mucho buscar, hijos que nacen gracias al poder de Dios.

Quienes se acercan a este espacio saben que Dios obra de formas inexplicables. Su actuar se desprende de toda lógica humana, ¿y para qué perder el tiempo intentando encontrar una respuesta que ya existe? Dios lo hizo; solo basta con mirar alrededor para reconocer su trabajo, para entender que su poder logra transformar la vida de aquel que quiera seguirle.

La casa de oración La Providencia es uno de esos testimonios, comenzó hace más de 19 años en el barrio El Porvenir, en Rionegro, en un tiempo en que el sector atravesaba por una época oscura. Allí, en un pequeño apartamento, se inició la unión de una comunidad con la firme intención de servir en nombre de Dios.

“Hay que partir por decir que la CER es una obra de Dios, que ha sido la acción de su espíritu la que ha hecho posible esta pequeña comunidad”; comenta Monseñor Ricardo Tobón, arzobispo de la Arquidiócesis de Medellín., quien en el 2009 siendo obispo diocesano de Sonsón-Rionegro vio en este grupo el “fruto de un discernimiento humilde que se hizo buscando cuál era la voluntad de Dios sobre ellos que, en torno a Ángela Ospina, querían seguir a Cristo y anunciar el evangelio”, fue por esto que ese mismo año la consagró como una pequeña comunidad eclesial por el reino.

Luego de la consagración el prelado les entrega en comodato un terreno en la vereda Las Lomitas, encontraron este lugar sin nada, pero con mucho por hacer. Lo primero que se construyó fueron los tablados donde dormirían aquellos primeros en llegar; su misión era la de ir preparando este sitio para que permitiera el traslado de la comunidad y así, poco a poco, con oración, fe y perseverancia que los caracteriza fueron construyendo este proyecto. Ahora cuentan con un comedor que puede albergar muchas personas, salas de oración, áreas privadas para quienes allí viven.

El padre Luis Ochoa define a La Providencia como esa confianza de que Dios va a suplir cualquier necesidad material y espiritual. Esta comunidad es el claro ejemplo de que donde haya devoción, Dios proveerá. “Es como cuando Jesús les decía a los apóstoles, vaya, pero no lleve capa, no lleve dinero, no lleve sandalias. Porque, así como el asalariado trabaja por su salario, el que trabaja por Cristo encuentra en él la providencia de su espíritu”, asegura.

Afirma que este es un espacio abierto al público, para la celebración de la eucaristía, mas no la administración de sacramentos. “Es una capilla para culto público, como cualquier celebración de eucaristía. No es un espacio privado pues esta familia depende de la Parroquia Beato Fray Eugenio Ramírez”, expresa el padre Ochoa.

Todo se ha logrado gracias al trabajo que Dios ha hecho en la vida de cada persona que visita este lugar. Muchos años pasaron, horas de oración y retos afrontados, pero sobretodo mucha satisfacción de saber que el trabajo que se realizaba estaba dando sus frutos. La comunidad eclesial ha trabajado con los dos sacramentos sociales; el orden sacerdotal y el matrimonio. El Señor les ha confiado personas que después van a multiplicar lo que aquí allí reciben.

 

Un llamado sacerdotal.

Reconocer que un sacerdote es humano, es una de las más grandes fortalezas que ha tenido este principado religioso en la comunidad de San Juan Pablo II. Pues también está expuesto a los pecados del mundo, no por ello se debe juzgar y condenar, sino, ayudarle a que su misión consagrada en la vida en Cristo renazca con más fuerza.

La casa de oración La Providencia lleva años con sus puertas siempre dispuestos a recibir aquel que quiera entregar su pasado a Dios y continuar su vida en él, por eso, tampoco es de extrañarse que sea visitada por sacerdotes del país y el mundo. Este espacio, considerado celestial dentro de la tierra; busca unir la fe de aquellos que pueden haber perdido el rumbo, y que en La Providencia encuentran una nueva oportunidad para reencontrarse con Dios y volver al servicio comunitario.

 

Una oración para salvar matrimonios.

Hoy en día es muy común la separación de parejas. En la casa oración de esta comunidad ellas tienen una nueva oportunidad para reencontrarse en Dios. Aunque muchos llegan escépticos y con pocas esperanzas; son más aquellos los que han reconocido que La Providencia es el comienzo de una nueva oportunidad. Sus misioneros actúan como terapeutas, alejados de la tradicional terapia de pareja; ofreciendo una oportunidad para que aquellos matrimonios que se están deteriorando puedan encontrar en sus diferencias la forma de reactivar una relación basada en el trabajo y amor mutuo.

Todos los domingos, desde hace muchos años, esta casa de oración recibe a decenas de parejas quienes por los servicios gratuitos ofrecidos por esta han logrado reconciliarse a través del perdón y salvar un matrimonio que se creía acabado.

En estos encuentros gratuitos se trabaja, entre muchas cosas, la comunicación, el perdón, la reconciliación, pero, sobre todo, la edificación de un hogar a través de Jesús. Para venir se necesita devoción, confiar y sobre lo que Dios tiene para aportar en sus vidas, en sus matrimonios y en sus hogares.

Aquellos interesados en inscribirse y darle una nueva oportunidad a su matrimonio, puede reservar un espacio llamando al celular 3127541390.

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