En la mañana de este jueves, aterrizó en el Aeropuerto José María Córdova de Rionegro un vuelo con 34 colombianos deportados desde Panamá, marcando el segundo grupo retornado en menos de 15 días. Estas deportaciones se realizan en el marco de un acuerdo entre los gobiernos de Panamá y Estados Unidos para controlar la migración irregular.
Los deportados han denunciado condiciones inhumanas durante su detención y traslado. Algunos afirman que fueron retenidos sin alimentación y atados con colillas, mientras que otros aseguran haber sido víctimas de agresiones físicas y verbales por parte de las autoridades panameñas.
Jhony Trocha Correa, uno de los retornados, relató su experiencia: “Nos tuvieron encerrados sin comida, sin explicaciones, amarrados. Nos trataron como criminales”.
Jhonatan Salgado, otro de los deportados, narró un caso aún más extremo: “Me acusaron sin pruebas de ser narcotraficante y paramilitar. Me ataron, me dejaron dormir en una silla y apenas me daban comida. Cuando me soltaron, tuve que escapar por un acantilado”.
Más allá de las denuncias sobre el trato recibido en Panamá, los deportados ahora enfrentan un panorama incierto en Colombia. Muchos emprendieron su viaje en busca de oportunidades laborales y, al ser devueltos, se encuentran sin empleo ni apoyo para su reintegración.
Las personerías de Rionegro y Medellín han expresado su preocupación por la falta de acompañamiento estatal a estos ciudadanos. Jorge Restrepo, personero de Rionegro, advirtió:
“Si el Gobierno no toma medidas urgentes, esta crisis puede agravarse. No podemos dejar a estas personas en un limbo sin opciones”.
En los últimos meses, Panamá ha deportado a 1.881 migrantes, de los cuales más de 1.000 son colombianos. Con la llegada de estos vuelos, crece la incertidumbre sobre su futuro y la respuesta que brindarán las autoridades en Antioquia.
