HUMBERTO DE LA CALLE
Desde La Habana, loscolombianos tenemos una muy buena noticia para el mundo. No es retórica decirque el anuncio del Acuerdo sobre el reconocimiento de los derechos de lasvíctimas, pronostica el posible fin delconflicto y el advenimiento de una paz firme. No cualquier paz. Queremos unapaz duradera, la cual sólo se consigue situando a las víctimas en el centro,como lo hemos hecho.
Este fin de año es sombríopara la humanidad. Estamos en presencia de una oleada de violencia desbordada.La alteración del medio ambiente es ya una realidad. Resurge la pregunta sobreel destino y la supervivencia de la humanidad. Un ex presidente colombiano sepreguntaba algún día: ¿Hay vida inteligente en la tierra?
Hoy, como en cincooportunidades previas, contamos con la presencia de víctimas del conflicto. Austedes: todo nuestro respeto y consideración por su dolor. Para mí, en lo personal y como miembro de laDelegación del Gobierno, oír sus testimonios, claros, vívidos fue unaexperiencia transformadora. Ese ha sido el principal motor en la consecución deeste acuerdo que sólo busca la mayor satisfacción de sus derechos.
El Punto 5 de la Agenda delAcuerdo General de La Habana encierra un sistema integral que comprende verdad,justicia, reparación y garantías de no repetición. Un mantra que ha sidonuestro centro de gravedad en las discusiones de La Habana.
Cada elemento se explica porlos demás y sirve a los demás. Cada uno, y todos entre sí, contribuyen al logroy afianzamiento de la paz. Pido a los colombianos que, al evaluar lo pactado,tengan en cuenta esta circunstancia. Debemos mirar lo convenido como un todo.Un todo que garantiza en la mayor medida posible los derechos de las víctimas,pero que cierra la puerta a nuevas víctimas. Como lo ha dicho el PresidenteJuan Manuel Santos, el punto de mira debe prestar atención también a lasvíctimas del futuro. Las que no vendrán. Hijos y nietos que podrán vivir sin elflagelo de la violencia.
No basta con detenerse en elcomponente de Justicia. Hay que valorar los mecanismos para establecer laverdad, un anhelo que permanentemente las víctimas nos reclaman. El inmensoesfuerzo por lograr la reparación del daño causado. Ambas partes lo hanproclamado así. El Gobierno pondrá en marcha las medidas necesarias para lograrla reparación de las víctimas sin consideración a quién ocasionó el daño. Las FARC,por su parte, han adquirido el compromiso de realizar una multiplicidad deacciones reparadoras. Se han comprometido en el marco del fin del conflicto ydentro de los parámetros del Sistema a contribuir a la reparación material delas víctimas y en general a su reparación integral, sobre la base de los hechosque identifique la Jurisdicción Especial para la Paz. Por fin, igualmente es unelemento crucial el de las garantías de no repetición, base sobre la cual sedebe construir el futuro de Colombia.
En cuanto al componente deJusticia, POR PRIMERA VEZ en el mundo, DE COMÚN ACUERDO EN MEDIO DE unCONFLICTO vivo, y por acuerdo entre las partes, se crea UNA JURISDICCIÓN que se basa en el RECONOCIMIENTO deRESPONSABILIDAD. En el RECONOCIMIENTO DE VERDAD. En el Compromiso deREPARACIÓN.
Es un sistema que se aplica aTODOS. No es una puerta a la impunidad. No hay violencia buena. Después de 6millones de víctimas, las discusiones sobre quién inició la guerra no sonrelevantes para la terminación justa de las hostilidades. Tampoco lasviolaciones de un bando justifican las violaciones del otro. No hay espaciopara la impunidad.
Les hemos cumplido a las VÍCTIMAS.
Le hemos cumplido a comunidadinternacional: no se pactó una amnistía para los delitos internacionales. Seacordó la imposición de sanciones efectivas que sean apropiadas al logro de lapaz. A esa comunidad internacional le digo que en Colombia tenemos la voluntady la capacidad para aplicar una Justicia de Transición genuina.
De igual modo, se han pactado CONDICIONESpara recibir cualquier tratamiento especial en materia de Justicia Especial para la Paz. En primerlugar, la dejación de armas, que deberá comenzar 60 días después de la firmadel Acuerdo Final tal y como lo pactamos el pasado 23 de septiembre.
Así mismo, es necesarioaportar Verdad PLENA, reparar a las víctimas y garantizar la no repetición. Esto es, hay un marco deCONDICIONALIDAD que le da sentido y equidad a lo acordado. Las sancionesdistintas a las ordinarias deben ser miradas dentro de ese marco que, a su vez,es el camino para la terminación efectiva de las hostilidades. Situacionesanormales como la guerra requieren de soluciones excepcionales parasuperarla.
Para que ese fin del conflictoquede sellado, las sentencias que se profieran en el Tribunal para la Paztendrán el efecto de no podrán ser modificadas. Habrá seguridad jurídicadefinitiva para todos los actores, combatientes y no combatientes. Es lagarantía genuina del fin del conflicto. La seguridad jurídica es la piedra detoque. Aquel que cumpla de buena fe las decisiones de la Jurisdicción, no sellevará sorpresas futuras. Esta estambién la puerta abierta para la reconciliación.
En el campo de las SANCIONEShay distintos caminos según elcomportamiento de cada uno:
Habrá penas privativas de lalibertad de 15 a 20 años, en régimen ordinario de cárcel, para quienes noreconozcan verdad y responsabilidad.
En segundo lugar penas privativasde la libertad de 5 a 8 años de cárcel para quienes reconozcan tardíamente verdady responsabilidad pero en todo caso antes de la sentencia.
Por fin, las sanciones propiasde la Jurisdicción, equivalen a restricción efectiva de libertades y derechospara quienes reconozcan de entrada su responsabilidad, aporten verdad plena yprocedan a realizar acciones reparadoras.
Seamos claros: hemos dichosiempre que no habrá prisión en estos casos. En su lugar, habrá una restricciónefectiva, que significa que haya mecanismos idóneos de monitoreo y supervisiónpara garantizar el cumplimiento de buena fe de las restricciones ordenadas porel tribunal.
No hay lugar a amnistías NOhay lugar a aplicar amnistía a delitos como: genocidio, graves crímenes deguerra, toma de rehenes u otra privación grave de la libertad, tortura,ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, acceso carnal y violenciasexual, sustracción de menores, desplazamiento forzado, reclutamiento demenores de acuerdo al Estatuto de Roma.
Tampoco serán amnistiados losdelitos comunes.
En cambio, de acuerdo a lodispuesto en normas internacionales que hacen parte del ordenamiento jurídicocolombiano, se aplicará amnistía e indulto a los delitos políticos y conexoscomo ha sido tradición en Colombia. En una ley de amnistía se determinarán lasconductas y la manera precisa cómo se aplicarán los criterios de la conexidad.
Así como el sistema cobija atodos, así mismo lo hará el régimen especial de sanciones, tomando enconsideración, claro está, las características específicas de los responsables.
Para los AGENTES DEL ESTADO,en especial militares y policías, el Estado desarrollará un régimen especial,simultáneo, equilibrado, equitativo.
Y en cuanto a terceros nocombatientes, que hayan contribuido de manera determinante o habitual al apoyode acciones criminales, el sistema prevé soluciones igualmente equilibradas.
No se pondrá en marcha unesquema de persecución y venganza. No habrá cacería de brujas.
Pero tampoco habrá espaciopara la impunidad.
El Tribunal contará conmagistrados de las más altas calidades, expertos en distintas ramas del derecho. Elproceso de selección será transparente, brindará toda la confianza a losociedad. Los magistrados no seránnombrados a “a dedo” puesto que se ha acordado que no podrán ser elegidosdirectamente por las partes en la Mesa de Conversaciones.
Esto quiere decir que la JurisdicciónEspecial para la Paz es una solución, no es el comienzo del problema. Es unasolución equitativa y razonable, basada en los mismos principios de aporte deverdad plena, asunción de responsabilidad, compromiso de reparación y norepetición. Ha quedado claro que quieneshayan sido extorsionados, no son victimarios, sencillamente son víctimas.
El sistema brinda justiciapara todos de manera equilibrada y equivalente. No hay desbalances. No haylugar para inequidades que se han presentado en el pasado en otros procesos.
Si logramos finalmenteculminar este enorme esfuerzo, si llegamos al fin de las hostilidades, se abreun panorama de enormes posibilidades para los colombianos. En el terreno de laeconomía mediante un crecimiento adicional. En el campo de las institucionescon transformaciones en beneficio de una política incluyente. En el espacioinmenso para contribuir a superar el problema mundial de las drogas.
De las FARC no esperamos quedesistan de sus ideas, pero sí de sus métodos violentos para que conformen supartido o movimiento y que conduzcan la defensa de sus ideales dentro de lademocracia. Y, por otro lado, todos estaremos vigilantes para que cadaciudadano sea libre de expresar sus ideas con plenas garantías. Ni combinaciónde urnas y armas, ni persecución a nadie por sus creencias. Esto es posible. Noes utópico. Es el momento de comenzar a pensar cómo será la Colombia en paz. Lapaz no es simplemente el silencio de los fusiles. No es la negación delconflicto ni la discrepancia. La paz se construye sobre el consenso. Pero elconsenso civilizado que no impide, como debe ocurrir en una democracia genuina,que se expresen las alternativas y discrepancias.
Creemos por tanto que en laforma que se acuerde, más allá del detalle que deberá ser abordado en unareforma constitucional, la participación de las FARC en política es esencial alpostconflicto.
Como quedó acordado, habrá unarefrendación para que sean los colombianos los que digan la palabra final.¿Puede haber mayor seguro? Cuando llegue el momento, cada colombiano escogerá:o acepta el Acuerdo final con todas sus ventajas y sus renunciamientos, o lodesecha. Esperamos que esta no sea una oportunidad perdida.
Ahora tenemos al frente eldesafío de convenir las normas para el cese de fuego y hostilidades bilateral ydefinitivo, la dejación de armas, el fin del conflicto.
Ya hemos avanzado en unasubcomisión con presencia de militares activos. A ellos agradecemos su aporteasí como a los seis juristas que trabajaron sin pausa en la configuración de laJusticia Especial para la Paz. Al General Javier Flórez y al grupo de oficialesactivos. A Manuel José Cepeda, Juan Carlos Henao, Doug Cassel, Álvaro Leyva,Diego Martínez, Enrique Santiago. Muchas gracias a ellos. Igualmente, agradecemosel compromiso del equipo técnico, en su mayoría jóvenes mujeres abogadas, quetrabajaron incasablemente durante estos meses.
El año entrante dedicaremostoda nuestra energía, sin pausa, para terminar los puntos de la Agenda.
Lo hacemos con entusiasmo,conscientes de nuestra responsabilidad.
Nuestra mayor recompensa seráel logro de una meta que todos los colombianos compartimos: tener un país reconciliadoy en paz.
Con el acto de hoy, comienza aaparecer el rostro de la paz. La paz es posible. Llegó la hora de creer.