Los Ángeles, el pequeño barrio de sueños

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A tres cuadras del parque principal de El Carmen de Viboral está el humilde barrio que hace décadas ha tenido por compañero el río Cimarronas. Por un puente de finos orillos los habitantes del sector cruzan a diario para entrar y salir de él.

Los Ángeles es un pequeño conglomerado de casas que se fueron construyendo en el terreno hace una decena de años. Aunque el lugar ha sido señalado por la comunidad de El Carmen como un lugar inseguro, los propios residentes niegan que así lo sea. Dicen que hasta hace unos meses lo que sí había era presencia de gente extraña, pero que con la vigilancia policial se ha controlado el tema. Aseguran en el barrio que la vida de los que están allí es tranquila.

María Brígida Hernández de Valencia vive hace 28 años en el barrio. Cuando llegó al lugar se encontró con sólo cinco casas levantadas. En su casa de adobe vive con uno de sus cinco hijos y considera que el crecimiento y la mejoría de su barrio han sido positivos. Desde hace tres años la señora Brígida se dedica a trabajar en la tienda que organizó en su casa. Sin embargo asegura que las ventas han disminuido en los últimos días, “si hago 10 mil pesos es mucho” comenta.

“Porque algunos de afuera señalaban al barrio como peligroso, no se ha podido conformar la Junta de Acción Comunal” dice doña María. Esto conllevó a que algunos adultos lideraran acciones a favor de sus familias. A final de cada año se gestiona regalos para los niños y hacen otras actividades para integrar a las aproximadamente 27 familias.

Sueños custodiados en Los Ángeles

Por los caminos del barrio los niños y adolescentes se juntan para divertirse cuando no van al colegio. Ellos son amantes al fútbol y a los gallos de pelea. Juan Pablo Castro tiene doce años y está cargando un “ave fina de combate” a la vez que habla con sus amigos; muy cerca su madre tiende ropa en una cuerda, mientras una hilera de prendas ya colgadas por sus vecinos, se sacude por el viento.

A Juan le gusta el ambiente de su barrio porque dice sentirse en medio del pueblo y el campo. Este pequeño aspira como sus otros amigos a ser un futbolista. Cada ocho días juega en la cancha del frente de su casa, que se aprecia entre un pasto salpicado por algunos caballos.

Wilder Arias Gonzales tiene 16 años, hace octavo de bachillerato y con gracia dice que la pasa muy bien en este “Los Ángeles California”.

Pero la música también hace parte de los gustos de estos jóvenes. Sebastián Castro encuentra en el reggaetón una pasión y sueña con llegar a ser un reconocido compositor y cantante. Portando una gorra de visera plana y con actitud natural, Sebastián accede ante la petición de sus amigos para que cante. Comienza a hacerlo mientras sigue la pista mientras los sonidos se amplifican en el bafle que le dieron en su último cumpleaños. De esta manera, con atrevimiento y sencillez, este joven persigue sus ideales.

Todo tiene solución

La zona es declarada de alto riesgo por estar al pie del río, pero aseguran los habitantes que nunca han tenido problemas con las crecientes de la quebrada. “En ningún momento se ha crecido hasta inundar las casas” cuenta la señora Brígida. Algunas si han sufrido calamidad de inundación pero ha sido por causa de las aguas lluvias, y para mitigar la afectación algunos lugareños instalaron una tubería para dirigir el agua hasta el río.

Otro de los asuntos que afectaba a la comunidad era las aguas negras pero después muchos años con el problema, el Municipio construyó un pozo séptico que mejoró la calidad de vida de estas familias.

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