Opinión: ¿Por qué tanto revuelo con SITIRIO, el tren ligero APM y la segunda pista del JMC?

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Por:  Josué Llano 

En Rionegro, desde la administración pasada en cabeza del exalcalde Andrés Julián Rendón Cardona, se hablaba de la integración del sistema de transporte del municipio bajo un modelo denominado SONRIO, esquema en el cual se suponía que un pasajero podría hacer los transbordos que considerara necesarios, a fin de poder viajar a cualquier lugar de Rionegro con pagar tan solo un pasaje de 1.700 pesos durante un periodo de una hora, -algo similar al Metro de Medellín-.  Sin embargo, y aunque en principio SONRÍO parecía ser una noticia positiva para la ciudadanía, lo cierto del caso es que no alcanzó a materializarse, dejando así preguntas como ¿por qué una idea tan novedosa y que supuestamente beneficiaría a miles de ciudadanos, no entró en operación? ¿por qué después de varios años no lo ha hecho, y por qué el actual alcalde aún pretende implementarla, pero con otro nombre?

Para empezar, cabe destacar varios elementos: el primero de ellos es que lo que antes se llamaba SONRÍO, ahora se denomina SITIRIO, pero conserva casi todas las mismas características. Lo de casi todas es porque algunos elementos estructurales del proyecto son idénticos; como pretender utilizar el parque automotor de servicio público que hoy opera en el municipio, las mismas rutas y estudios con los que se planteó SONRÍO. Pero en el caso de la tarifa, ya no sería de 1700 pesos por recorridos de una hora, sino cercana a los 2300 pesos por el mismo periodo de tiempo, con ilimitados transbordos entre rutas. Ahora bien, cualquiera podría preguntarse: ¿cómo es posible que la tarifa sufra un incremento tan considerable de un sistema a otro, en más de un 26% del precio planteado inicialmente, si básicamente son lo mismo? 

También surgen otras cuestiones como pensar: sí el Metro de Medellín moviliza más de un millón de pasajeros al día, con tarifas en promedio de 2700 pesos con mayor y mejor tecnología ¿Cómo es posible que un sistema de transporte, de supuestamente escasos 90.000 pasajeros día, usando ACPM, pueda operar a un menor precio que el metro de Medellín que funciona en gran proporción con electricidad? Cuestión bastante importante porque un transporte masivo como el del Valle de Aburrá trabaja en un alto porcentaje con motores eléctricos, los cuales tienen eficiencias cercanas al 90%; mientras que los motores DIESEL rondan el 30% de eficiencia. Es decir; en términos energéticos, un pasajero transportado en el sistema SITIRIO sale a más de 3 veces del costo con lo que se movilizaría un pasajero en el sistema Metro de Medellín, por lo tanto ¿cómo es posible que las tarifas de SITIRIO sean inferiores al Sistema Integrado de Transporte del Valle de Aburrá (SITVA)? Eso sin comparar asuntos como: modelos económicos y financieros, mantenimiento, logística, vías, cobertura, etc.

Los interrogantes presentados en las anteriores líneas son apenas una muestra de muchas que preocupan a ciudadanos, conductores, propietarios y gerentes de empresas de transporte público, puesto que queda la sensación de que quiénes quieren cambiar al modelo de transporte de Rionegro, han basado las tarifas de pasajes haciendo cuentas alejadas de la realidad, escenario en el cual los empresarios del transporte en Rionegro se someterían a una inminente quiebra económica, a menos que la administración municipal se comprometa a responder con sus recursos.  

Pero a todas estas ¿qué papel juega la sociedad civil en tal caso? Sí los transportadores se quiebran porque la tarifa no es suficiente a 2300 pesos por pasaje, quien quiera que llegue a prestar el servicio deberá aumentar la tarifa, a menos que el municipio subsidie el déficit del costo del pasaje, lo cual obligaría a la administración a sacar esos recursos de otra parte; seguramente lo hará incrementando impuestos al pueblo como ha sido el estilo de gobierno de la actual y anterior administración municipal. Por lo tanto, a la ciudadanía no le conviene que los empresarios del transporte se quiebren o trabajen a pérdida, o que el municipio de Rionegro traiga otro operador a prestar el servicio de transporte urbano, puesto que, en cualquier situación, el ciudadano de a pie y el pueblo en general verá su economía lesionada por cuenta de SITIRIO; sin contar las consecuencias que sufrirán los ciudadanos de municipios vecinos que para llegar a Rionegro, quienes tendrían que pagar doble pasaje al tener presente que con SITIRIO se prohíbe el ingreso del transporte público de sus lugares de residencia al centro de Rionegro.

No obstante, vale la pena insistir: ¿por qué tanto interés en reestructurar el transporte de Rionegro, sí a todas luces se aprecia gran improvisación y detrimento patrimonial en un proyecto que nació muerto? Es preciso recordar que hoy SITIRIO y el antes SONRÍO, son parte de otros proyectos más grandes y cuestionados como lo son el tren ligero (APM) y la segunda pista del JMC. Tales mega obras resultan ser puestas en entredicho, puesto que el APM a precios de hoy costaría más de 5 billones de pesos y, por si fuera poco, al igual que SITIRIO, no cuenta con el respaldo social, técnico, económico, financiero, científico y tecnológico que asegure un impacto integral lo bastante positivo para los rionegreros como para ser un proyecto prioritario, -como sí lo sería una universidad pública y de calidad-. 

De esta situación tampoco se escapa la segunda pista del JMC. Es de anotar que la segunda pista del terminal aéreo no cuenta con los recursos económicos para su construcción y tampoco con estudios de ingeniería de detalle que justifiquen la viabilidad ambiental, predial, financiera, técnica y social.

¿Pero, si empezamos hablando de SITIRIO como un asunto de movilidad para los ciudadanos rionegreros, por qué terminamos por mencionar otros proyectos de los cuales SITIRIO hace parte? Es porque, SITIRIO está integrado al tren ligero (APM), y éste es conexo con el incremento de las tarifas del 33 por 1000 en el predial, de donde se supone se conseguirían recursos para su construcción. A su vez, la segunda pista del Aeropuerto Internacional José María Córdova sería una de las razones por las cuales se justificaría la necesidad de construir el APM. Ya que los estudios del APM señalan que posiblemente se presentaría gran flujo de pasajeros entre Belén y el JMC -situación no demostrable en la actualidad-.

Es así como estas mega obras no resultan ser casos aislados, y que, a pesar del alto grado de improvisación en la estructuración de proyectos de tal calado, el gran detrimento patrimonial que hasta hoy se presenta por estudios bastante cuestionables e inconclusos en algunos casos.

Diferentes políticos del orden local, regional y nacional insisten en la necesidad de los mencionados proyectos, sin importarles el bienestar de los ciudadanos, debido a que SITIRIO, el APM y la segunda pista del JMC, resultan ser proyectos no solo mal planeados, improvisados y que le han valido al Estado sumas superiores a los 50 mil millones de pesos a precios de hoy, sino que también tienen a muchos ciudadanos enfermos y angustiados ante tanta incertidumbre, sin dejar de mencionar que  están desplazando a grandes comunidades nativas y campesinos; bien sea vía impuestos como el 33 por mil -caso Fontibón y Cimarronas-, o porque se necesitan sus tierras para el supuesto progreso -segunda pista del JMC-, o porque como en el caso de los transportadores que les quieren quitar su fuente de ingresos. 

Esto conlleva a preguntarse ¿por qué tanto afán e insistencia del alcalde de Rionegro con los proyectos mencionados? ¿Cuáles son los intereses del alcalde de Medellín Daniel Quintero y el presidente del Senado de la República Juan Diego Gómez detrás de la segunda pista del JMC? ¿Quién o quiénes están detrás de SITIRIO y los contratos en torno a tal proyecto? ¿Quién va a responder por los más de 50.000 millones de pesos perdidos en estudios de las megaobras? ¿quién asumirá las pérdidas económicas cuando SITIRIO entre en operación? ¿para dónde se irán las familias campesinas desplazadas vía impuestos por cuenta del 33 por mil en el predial? ¿En qué condiciones pretenden sacar de las tierras a los vecinos del JMC y con qué fundamentos técnicos, legales, ambientales, sociales, prediales y económicos, sino cuentan las autoridades con estudios de ingeniería de detalle que sustenten la posibilidad de construir una segunda pista para el JMC? Cuestiones de forma y fondo que los gobernantes responsables deberían responder a la comunidad.

Ante varios asuntos sin respuesta, no queda más que recordar a un exalcalde de Rionegro cuando señalaba que: “en Rionegro no vive el que quiere, sino el que puede”. Pero es allí donde la ciudadanía quisiera contar con entes de control lo suficientemente serios e independientes que cumplieran, e hicieran cumplir la Ley.

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