UN NUEVO PRODEPAZ SE ABRE CAMINO EN EL TERRITORIO

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Después de once años de no visitar las oficinas de Prodepaz, llegué con mucho escepticismo a la oficina del Director General, el Sacerdote Jesuita Óscar Maya Montoya, quien fue elegido hace un año para ese cargo por la Junta Directiva en reemplazo del también sacerdote Miguel Ángel Salazar y que dejó a esta importante institución en medio de una crisis de credibilidad institucional y varios escándalos personales que forzaron al Obispo a relevarlo del cargo.

Hacía muchos años que no me acercaba a una institución a la cual le he gastado varios artículos, diferentes programas de televisión y muchos comentarios en las redes sociales para cuestionar su papel en la Región y la eficacia de sus diferentes programas. 

 Entre las críticas más importantes que he hecho se encuentran, tal y como se lo manifesté al nuevo director, una forma de quehacer institucional muy paternalista que no permite la construcción de sujetos sociales empoderados que contribuyan, desde sus comunidades, en las transformaciones sociales y políticas que se necesitan en la Región.

 Le manifesté que la “red de pobladores” – proyecto en el que se malgastaron miles de millones de pesos- se había hecho para destruir el protagonismo de las Asambleas Municipales Constituyentes que se implementaron en el pasado y con las cuales el Territorio había logrado una visibilización muy importante de los problemas en los municipios y en la Región, que había logrado la creación de políticas públicas local, regional, nacional e incluso de la cooperación internacional a través del II Laboratorio de Paz del Oriente Antioqueño.

 Por último, le expresé a un muy receptivo sacerdote, y tengo que reconocerlo, Prodepaz era la bolsa de inversión de las grandes generadoras que se aprovechan de los recursos naturales de la Región, para lavarse las manos en una intervención no directa con responsabilidad social empresarial.

 Le confesé la molestia del papel jugado por Prodepaz en el nefasto último “Encuentro de Líderes del Oriente Antioqueño”, cuya convocatoria fue pírrica y sus resultados desastrosos.

 Después de escucharme, con mucha atención y de pedir que nos llevaran un tinto, empezó a soltar sueños de renovación para que un nuevo Prodepaz se abra camino y pueda dar sus frutos. Compartió conmigo los retos que, él considera, tiene la Región y Prodepaz. Me habló de la creación de las Asambleas por la Paz y de los Diálogos por la Diferencia, además de la necesidad de recobrar la legitimidad para poder ser interlocutor real de transformaciones y agente de desarrollo. Filosofó conmigo sobre el papel que tiene que jugar el Territorio, que padeció el conflicto de una forma desastrosa, en esta etapa del posconflicto.   

 Mi primera impresión, es que este sacerdote siente la Región, esta apropiado de su papel como Director de Prodepaz y quiere ser instrumento de grandes transformaciones que les permita a las comunidades, a los municipios y a la Región jugar un papel más activo, mucho más de sujetos sociales y políticos.

 Esos sueños no son fáciles de cumplir, se requiere mucha independencia de una iglesia que en la Región ha perdido su sentido social y su compromiso comunitario. Es urgente salir del paternalismo que convierte a las personas en objetos de la mendicidad pública, para convertirlos en constructores de su propia historia y proponentes del desarrollo colectivo.

 Me gustó mucho ver a muchos jóvenes haciendo parte de los diferentes equipos de trabajo en las nuevas oficinas, eso me permite la certeza de que algo nuevo está sucediendo en Prodepaz, aunque también sé que aún están algunas personas que ayudaron al anterior Director a mantener un modelo de trabajo que, a todas luces, fue un fracaso.

 Hace un año un muy querido amigo, responsable social de una de las empresas generadoras de energía y con quien comparto algunas veces mis preocupaciones de la Región, me dijo que le diera una oportunidad al padre Óscar Maya y guardé silencio todo este tiempo para observar y para hacerme a una idea de si era más de lo mismo o podía haber cambios reales que me permitieran ver, y contribuir, en el fortalecimiento de una institución necesaria para la Región.

 

Hoy puedo decir, con toda tranquilidad, que Prodepaz va por buen camino, que está asumiendo los retos y transformando sus políticas para estar a la altura de las necesidades de la Región y de sus comunidades.

 

Por supuesto, debemos rodear a Prodepaz y ser veedores para que no vuelva a perder el rumbo.  

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