Un remedio literario

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Cocorná, ubicado en la zona bosque de Antioquia padeció como muchos otros los horrores del conflicto. Dos tomas guerrilleras en 1998, registra casi 16 mil el número de víctimas, homicidios, miedos, temores, secuestro y una cantidad de hechos desafortunados le tocó soportar a la comunidad cocornense.

El 30 de julio de 1998 fue una noche de insomnio  para los habitantes del municipio de Cocorná, pues el  grupo guerrillero ELN se tomó el pueblo y causó pánico entre la población. Un carro bomba ubicado en el parque principal con explosión directa al comando de Policía se activó a eso de las 5:30 de la tarde y desde ese momento el crujir de las armas y el sonar de las balas se escuchaban en cada esquina, ese día los habitantes sintieron más miedo que el normal,  pues los enfrentamientos entre un bando y otro duraron casi hasta las cuatro de la mañana del siguiente día.

Meses antes de ese hecho y días después de ese episodio el pueblo de calles empinadas y de gente amable se encontraba en continua zozobra, dicen que después de las 6 de la tarde no había ninguna persona en sus calles y ningún establecimiento comercial estaba abierto. Por esos días había un miedo colectivo y un silencio que espantaban, la población en ese entonces  se encontraba en un vaivén de miedos y sentires, había un toque de queda que dibujaba una atmosfera de pavor entre los habitantes, un pueblo fantasma que ya no disfrutaba de los amaneceres y atardeceres porque vivían prevenidos ante un posible asalto por cualquiera de los grupos armados que tenían presencia en la zona.

Debido a esa situación y con cierta astucia, Tiberio Montoya que para ese entonces era concejal del municipio  decidió buscar la manera de volver hacer que la gente saliera de sus casas, que conversara, el quiso preparar algo para  enfrentar y desafiar a los violentos y que mejor fecha que el 20 de agosto en la celebración del día clásico de Cocorná, qué mejor fecha que esa para dignificar las libertades de un pueblo y hacer una actividad al aire libre que integrara a la comunidad y los hiciera olvidar por un rato del drama real que se vivía en aquellos días, por eso propuso para ese día que todas las instituciones Hospital, sector financiero, Administración, vecinos y  familias salieran juntos a celebrar el cumpleaños de Cocornà al parque principal acompañados de una chocolatada con fogones improvisados y con una tarima para actos culturales y para la trova.

Estos fueron los acontecimientos que rondaron la creación del Festival del Chocolate y la Trova en 1998 en el momento más álgido del conflicto y que hoy 19 años después todavía lo conservan, el pasado 20 de agosto se celebró la versión numero 20 de este festival, evento que  pasó de ser un acto de resistencia a convertirse en un acto de memoria para ese municipio que no se dejó apabullar por la guerrilla, una comunidad que  contrarrestó su accionar de una forma revolucionaria a través de una muestra de arte, música y chocolate, tomando como gancho mágico estos dos aspectos, el chocolate como muestra del producto insignia de la localidad que es la panela y la trova como canta popular representativa de estas tierras campesinas.

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Este evento en el parque principal sirvió para desmoronar los miedos, acabar un poco con la zozobra, logró romper una especie de muralla que separaba y aislaba por dentro al municipio, con cierta timidez las personas de forma masiva  ese jueves 20 de agosto de 1998, 21 días después de la toma guerrillera se toman el parque con el arma más poderosa y menos violenta – el arte y la música, la comunidad decide buscar un remedio literario a los vejámenes de las guerra y es por ello que deciden hacer un grito silencioso al oído de sus verdugos.

 

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