Por: John Fredy Arenas García. Solo un ciudadano. john.arenasg@outlook.com
El covid vino para darnos lecciones de vida a nivel personal y social. Lastimosamente en ocasiones nuestra visión es muy limitada y nos quedamos solo con lo aparente, eso hace que solo hablemos desde lo superficial y estadístico: ¿Cuántos contagiados? ¿Cuántos curados? ¿Cuántas víctimas mortales? , si bien estos datos son importantes para tener un control en salubridad pública, la reflexión debe ser aún más profunda, esto implica no solo hacer lectura de como las administraciones y el gobierno nacional han manejado la pandemia, es necesario que hagamos un alto en el camino, tomemos aire y nos preguntemos ¿Esto que nos enseña?
En lo particular siento que estamos en un momento especial para ser mejores, para redireccionar los objetivos de vida y no desfallecer ante la prueba.
Tenemos tres opciones
O Somos indiferentes, o nos desesperamos, o aprendemos a manejar de manera asertiva la situación.
Hay quienes son indiferentes y esto es un peligro, hacerse a la idea de que no pasa nada es por demás injusto en virtud de que debemos ser solidarios y responsables. El indiferente menosprecia, es poco empático y motiva a que crezca el problema, se arriesga sin conciencia y cree que lo que pasa es un invento.
Tan errada es la actitud del indiferente como la de aquel que se desespera, ambos fomentan el desorden social. Hay personas que se han dejado motivar por el miedo, esto hace que sus ansiedades los lleven a colapsar y sientan que todo está mal, abandonan los sueños, se estancan y aumentan los problemas.
La actitud adecuada –lo digo con respeto- debe ser la manejar con asertividad la situación, esto implica sentir con los demás su situación cualquiera sea, apoyar en lo posible y motivar a la calma al desesperado; no tomar como un juego lo que para el otro significa la vida, no todos asimilamos de la misma forma, por eso si algo necesitamos en este momento de caos, es que más conciencias maduras se atrevan a ayudar a los que se sienten desbordar.
¿Cuál es el problema?
La indiferencia y la incoherencia, ambas como fruto de una mala formación. Nos han enseñado a ser competitivos y no competentes, eso da luces de los egoísmos con los que generalmente vivimos: mientras no le pase nada a mi familia, ni a los que quiero ni a mí, todo estará bien; este es un pensamiento mezquino y es el común de nuestro entorno. Somos indiferentes al dolor del otro.
Hemos visto a muchos líderes sociales y gobernantes emprender retoricas campañas de cuidado y autocuidado, sin embargo con sus acciones vivencian todo lo contrario, nos invitan al encierro pero ellos salen de paseo, motivan el distanciamiento pero ellos postean fotos en fiestas, mínimamente deberían ser prudentes y hacer que su discurso concuerde con lo que hace, de modo que si bien no cumple por convicción lo haga por responsabilidad.
Necesitamos que el mundo se haga una reflexión más equilibrada donde de verdad se tenga como centro la vida, el valor heroico con el que muchos accionan cotidianamente desde sus labores.
Nos urge una educación que fomente el manejo de las emociones, que crea conciencia, que nos permita ser críticos y empáticos. Que venza estereotipos de egoísmo, nos haga más solidarios y agradecidos.
Debemos ser más justos, dar los reconocimientos con transparencia y sin show mediático, hoy parece que es más importante mostrar la fachada de la gestión que ver la esencia y riqueza en la naturaleza de cada acto.
Agradezco a cada maestro que con amor sigue enseñando aun en medio de las limitaciones, a cada miembro del personal de la salud que ha puesto en riesgo su vida y la de los que tanto ama para salvar la nuestra y la de los que son el motor de nuestra existencia, agradezco a cada campesino que no ha dejado de trabajar para que en nuestra mesa este presente el alimento, agradezco a los buenos líderes sociales y políticos que con coherencia y espíritu altruista han sorteado estos días de pandemia en beneficio de todos.
¿Y entonces?
El desafío está latente, debemos ser verdaderamente humanos, recuperar la esperanza y hacer equipo. Seguir luchando por cumplir sueños, darle apoyo al que ha caído, cuidarnos y cuidar a los demás, no dejemos que la irresponsabilidad haga de nuestra vida una pesadilla.
PERIÓDICO EL ORIENTE