Por: Beatriz Osorio Pemberthy y Yuliana Escobar Sepúlveda
“29 de julio de 1962. Rionegro. Entre unas frías paredes, una mujer se sume en llanto. Está a punto de dar a luz. Se ahoga en los gritos y no para de sudar. Es media noche, pero necesita atención médica, ya que podría complicarse. Llaman a un médico de mucha experiencia, llega luego de cinco minutos con un maletín que contiene vendas y pinzas; además, pide agua y trapos. El médico prepara el parto y comienza la cuenta regresiva, hasta que se escucha los primeros quejidos de una niña. La limpia, se la entrega a sus padres y recoge los trapos que están manchados de sangre. Estabiliza a la mujer, le toma la presión y luego de dejarle varios tratamientos, se va de la casa a las dos de la mañana para comenzar su jornada laboral a las siete…”-Parto de Fabiola Cardona. Rionegro. Carrera 51.
Así como las personas tienen un millón de historias, los lugares están llenas de estas, también. Todo con el tiempo se va transformando y recordamos en tiempo pasado. Por ejemplo, en Rionegro, un municipio que ha cambiado de una forma tan acelerada, esconde tradiciones y memorias que, quizá, ahora se van desvaneciendo en medio del desarrollo que ha pretendido el Municipio.
En la década de los 50, una calle comenzó a escribir su historia entre las costumbres del pueblo. La carrera 51–la cual se encuentra a una cuadra del parque y, actualmente, colmada de pantano y máquinas—era una calle con casas hechas de tapia y todas las personas que vivían en cada una de ellas se conocían entre sí. Entre esta calle tan tradicional, vivía un personaje que cambió la historia de todo Rionegro. Desde entonces, se bautizó con el nombre de “La Calle del Doctor Ríos”. En ese tiempo, era normal nombrar las calles de esta manera; además, era una forma para llegar más fácil a un lugar.
Desde entonces, la calle siempre le hace honor a tal nombre; y, aunque aún es llamada así, la historia de tal personaje se va perdiendo con el tiempo. Entonces, ¿Quién es el Doctor Ríos?
En 1952, Julio Cesar Ríos Silva, se graduó en la Universidad de Antioquia como Médico Cirujano. Desde allí, instaló su casa y oficina en dicha calle con su esposa Angélica Gallego Zapata y sus cinco hijos, velando por el bienestar, no solo de sus vecinos, sino de todo el Municipio.
“Mis dos hijas nacieron gracias al Doctor Ríos. En ese tiempo creíamos más en estos doctores de la cuadra que ir a un hospital donde no se sabía qué les iban a hacer. La gente hasta venía de veredas caminando solo para pedir una cita con él, algunos tenían que caminar más de dos horas y esperar para que les dieran cita o los atendieran ese mismo día.
En fin. Entonces cuando mi esposa iba a dar a luz, yo lo llamé, él inmediatamente vino a mi casa y todo salió muy bien. Era un médico de confianza para toda la comunidad”- Ramón Sepúlveda, esposo de Fabiola Cardona habitante de la carrera 51 por más de 50 años.
Julio Cesar fundamentó su vida en cuatro pilares: la fe en Dios, su familia, el amor hacia su pueblo y la entrega de su profesión. Gracias a esto, logró ser concejal, diputado de la Asamblea Departamental, cofundador del equipo de fútbol de Rionegro y presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Él ayudó a mejorar el municipio que carecía de buena energía eléctrica, escuelas, algunas vías carreteables y un lugar más adecuado para el Hospital Regional.
Sin embargo, sin dejar de lado sus anteriores labores, era innegable su habilidad en la medicina. Su familia y conocidos afirman que era un hombre que le gustaba leer y amaba la historia. Todo el tiempo se informaba no solo de las nuevas enfermedades y medicinas que se actualizaban con el tiempo; sino, también, de cultura general.
“Una vez me fui para la cocina por unos teteros y escuché un ruido muy fuerte y mi niña empezó a llorar. Yo me devolví corriendo y ella estaba en el suelo. Al parecer se golpeó con un cajón. Estaba llena de sangre en la boca, yo le puse papel en el labio y me fui con ella para donde el Doctor Ríos. Eran las diez de la mañana. ¿Uno a quién más iba a recurrir? Entonces él abrió la puerta, vio a mi hija, la sentó muy preocupado en la camilla y me dijo:
–¡Ni se le ocurra llevarla para Urgencias! Donde usted haga eso, se le daña la carita a la niña porque allá le van a poner puntos en el labio, la herida está muy profunda, pero déjela así, no permita que le pongan puntos ahí porque se le recoge el labio.
Yo no sabía qué hacer, pero al final le hice caso. Yo le agradezco mucho eso al Doctor. Mi niña en este momento está bien, no tiene ni la cicatriz…” Maria Eugenia Cardona, luego de un accidente en su casa con su hija, en la carrera 51.
Según registros médicos, Julio Cesar recibió más de 5000 niños hasta la época de los 80. Era visitado, también, por mujeres embarazadas. Adicionalmente, solía visitar casas que estuvieran alejadas del pueblo. Para ello, debía caminar o viajar en caballo para llegar a su destino. Sin mencionar el grado de dificultad médico porque no eran las mismas ni las mejores condiciones para atender a un paciente, así que debía ingeniarse algunos tratamientos. A pesar de ello, la confianza que ganó en todo Rionegro fue tan grande, que la calle fue nombrada en su honor. Todos los días era visitado por muchas personas.
El Doctor Ríos murió en el 2004, dejando un legado muy amplio en Rionegro, tanto así que ahora existe otro patrimonio, el cual es llamado como Patinódromo Julio Cesar Ríos Silva. Es entonces como nos damos cuenta que, aunque su historia no ha estado tan vigente, su nombre siempre será recordado por el servicio y el amor tan grande que pudo brindar durante tantos años.