Cien años llenos de amor y felicidad

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Ya son cien años que el Centro de Bienestar del Anciano, de Santa Ana Rionegro, viene entregando amor a todos sus residentes. En estos años desde que era antes el asilo municipal, diferentes son las personas que se han comprometido con la ayuda y el compartir con estas personas.

Hoy son más de cien los residentes del Centro y con  la ayuda desinteresada de más de 50 personas que día a día los acompañan en sus diferentes actividades. Para la hermana Miriam Sofía Arenas, no solo es cuidar de nuestros adultos mayores, es  brindar y mejorar la calidad  de vida, quienes por diferentes circunstancias han necesitado de un espacio para vivir sus últimos días y terminar su ciclo decorosamente.

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No solo la hermana Miriam, quien es la directora del Centro, es ejemplo de ayuda, también lo son las Hermanas Domínicas de la Presentación, quienes sin interés alguno le han puesto vida y alma a este proyecto de vida.

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“La labor principal del Centro de Bienestar es la búsqueda  de la calidad de vida para estas personas, desde el momento mismo en el que ingresan; brindándole salud, vestido y alimento, incluso hasta el momento en el que reciben santa sepultura, buscando así que se sientan como en su propia casa, viviendo en familia, que es lo que se pretende siempre”. Expresa la directora

Con el paso del tiempo, el apoyo de instituciones y personas que de manera continua hacen sus donaciones, convirtiéndose en benefactores del Centro de Bienestar, se logra que los residentes gocen de espacios confortables y debidamente adecuados para su diario vivir. De parte de las entidades se ha vuelto vital el apoyo de los Hospitales San Juan de Dios y San Vicente de Paul, quienes brindan atención en salud y donan medicamentos para los ancianos enfermos.

Los diferentes espacios con los cuales cuenta el Centro de Bienestar del Anciano Santa Ana, además de ser confortables, permiten a los adultos mayores poder  disfrutar de juegos  de mesa, espacios de socialización y descanso, así como de oración, en los cuales les es posible entretenerse continuamente y pasar gran parte del día. Allí reactivan y viven con placidez su vida social, incluso se enamoran, se desenamoran, consiguen nuevos amigos, aprenden a convivir en su entorno y viven sus días con total plenitud.

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¡Son cien años entregando más que un pan… han compartido su vida en retrospectiva y pensando  que el día de mañana y con la ayuda de Dios, será otro día más para compartir con amigos y familiares el don de la vida!

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