Despiden la guerra en la vereda San Miguel de La Unión, con un acto simbólico

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Foto: Miguel Ángel Romero- @romeroofoto

Con un acto conmemorativo celebrado en la escuela de la vereda San Miguel se dieron cita alrededor de 200 personas que en medio de música, comida y diferentes actos culturales dieron sus testimonios líderes y habitantes que vivieron la violencia desgarradora 17 años atrás donde muchos de los presentes perdieron familiares y amigos y otros fueron desplazados.

Algunos de los presentes daban un paso adelante para contar su testimonio: “Lo que me hizo fuerte fue el amor a Dios”.  “Lo que me hizo fuerte fue el perdón. Perdono al que asesinó a mi madre”.  “Lo que me hizo fuerte fue compartir el dolor”.  “Lo que me hizo fuerte fue estar con mi familia”. Cada vez que un adulto pronunciaba estas palabras le entregaba a alguno de los niños presentes un ramillete de hortensias que era ubicado en los pétalos del girasol dibujado en el piso.

Algunos contaban que la poesía fue lo que los sostuvo. Amador Antonio López, quien estuvo secuestrado cuatro meses por la guerrilla, relató que durante su cautiverio dedicaba las horas muertas a escribir sobre el papel que encontraba en las casas deshabitadas por las cuales pasaba con sus secuestradores, y sobre el papel crepe con el que se envolvía la comida: “Yo soñé con esto, yo soñaba con esto hace 17 años, encontrarme con la gente, contarle historias y poder declamar algo, eso era como un sueño, la vida como que me ha dado suerte y parece que la vida está mejorando”.

“Adiós le dije a mi tierra y sin ruta definida/buscando una nueva vida, salí huyendo de la guerra/de esta dura partida marché triste y pensativo a lugares ignorados/ abandoné mis cultivos como muchos desplazados/ que huyen de la violencia, de aquellos que sin conciencia /los campos vuelven batalla y solo riegan metralla hasta dejarlos desiertos”, declamó López durante el encuentro.

Esta vereda, según recuerdan sus habitantes, contaba con alrededor de 60 familias para finales de los 90, que vivían de la arena, el carbón, la madera y la fabricación de estacones. Tenían además una relación cercana con la vereda vecina La Honda, que pertenece al municipio del Carmen de Viboral.

Las familias de la vereda La Honda retornaron en el 2014, el sector estuvo deshabitado durante 14 años, el regreso fue acompañado por el Estado y el municipio del Carmen de Viboral aportó recursos para que algunas de las casas fueran reconstruidas, además se hizo un desminado humanitario.

“Se supone que este territorio tiene el certificado de que ya está desminado pero la gente que vive en el territorio dice que no, que lo que hacían las personas del Ejército era preguntarle a los campesinos dónde habían minas y ellos iban y señalaban y las quitaban, pero no fue como tan riguroso, sin embargo no se han presentado accidentes, pero afirman que hacia el monte deben haber lugares minados”, indica Higuita.

A esto se le suma que el territorio donde estuvo ubicada la vereda, fue declarado como área protegida por Cornare y no pudieron seguir con la tradición maderera, así que a muchas de estas familias que regresaron les ha tocado trabajar en veredas cercanas.

A la vereda San Miguel algunas familias regresaron en el 2004, pero no contaron con ningún apoyo estatal sino que a muchas les tocó reconstruir por sí mismas sus casas y comenzar de nuevo. “Cuando yo llego acá veo estas casas totalmente abandonadas, de quienes se fueron y no han querido volver,  encuentro una gente que retornó y que tiene muchas heridas, muchos dolores, muchos resentimientos que no han podido todavía hacer un trámite real de ese hecho”, expresa Luz Dary Valencia, actual presidente de la junta de acción comunal y quien hizo acompañamiento psicosocial a las víctimas del sector.

El acto que los convocó el pasado 5 de noviembre de 2017, después de los testimonios de los sobrevivientes, siguió con un abrazo, el grupo de música carranguera retomó su canto y la programación de este festival rompió el silencio y la apatía aparente después de 17 años.

A partir de talleres de memoria y de convocatorias por redes sociales, los líderes de la zona,  junto con el movimiento social Tulpa, pudieron contactar a gran parte de los antiguos vecinos, que ya no viven en el sector, para que asistieran al encuentro.

Este acto se hace como parte del proyecto de memoria planteado y gestionado por la comunidad, apoyado por la Gobernación de Antioquia, que realizó una convocatoria en abril de este año llamada Ideas en Grande. “Entendiendo que la memoria es el origen para otras cosas, no quisimos optar por proyectos de infraestructura”, indica Luz Dary Valenci, para quien este espacio es un peldaño más para lograr la reparación colectivaque buscan los habitantes, pues durante todos estos años se han sentido abandonados por el Estado.

Con información del Espectador

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