POR: Karen Tatiana Gómez Flórez – Harris Sebastián Camacho Sánchez
Actualmente el sector papero está viviendo una crisis, debido a los precios tan bajos en los que han tenido que vender sus cosechas de papa, y a esto se le suman otras problemáticas como la subida de precios de los insumos, la pandemia y las importaciones tanto legales como ilegales, lo que está generando una pérdida total para el papicultor.
La pandemia ha afectado por el cierre de restaurantes escolares, cafeterías y diferentes canales de comercialización de papa, lo cual provocó que el consumo se redujera ente un 30% y 40%, esto desde luego impactó en el precio, pues si no hay demanda, el agricultor no tiene a quién vender.
Desde el principio de año anterior ya se sabía que en el segundo semestre el precio de la papa en Antioquia iba a bajar, debido a que las cosechas de la sabana de Cundinamarca, Boyacá y Nariño, tienen su mayor auge en esas fechas por causa de las heladas. En estos municipios empiezan a sembrar desde enero, a más tardar en marzo, para poder cosechar en agosto, puesto que el ciclo vegetativo de la papa es de 150 días; en cambio, en Antioquia se cosecha en el primer semestre.
Cundinamarca, Boyacá y Nariño aportan más del 70% de la papa que hay en todo el país. Por lo tanto, ocasiona que en Antioquia, que aporta menos del 7%, tenga pérdidas razonables con respecto a los demás departamentos. Además, Antioquia por ser un territorio muy montañoso, con pendientes hasta del 150%, hace que el costo de producción sea mayor.
Los costos del producto son demasiado altos, la mayoría de los insumos que se utilizan para la producción de papa son importados del exterior, y como el precio del dólar sube, también lo hacen los insumos. Encima, se importa más de lo que se exporta: solo en el 2019 se importaron más de 55.000 toneladas de papa provenientes de países como Bélgica, Alemania y Países Bajos, sin contar lo traído en contrabando. En contraste, se exportaron solamente 941 toneladas.
Y no es para menos, producir un kilo de papa en Colombia puede costar 823 pesos; mientras que a los países mencionados les cuesta 300 pesos, situación que hace imposible pensar en una competencia justa.
Para agravar esta competencia, “Colombia no está preparado para competir con los demás países, la mano de obra es cara y no hay la maquinaria necesaria”, sostiene Jairo Ríos.
Aunque en Antioquia no se ha perdido mucha papa, se ha llegado a la etapa de que es mejor dejar de arrancarla, dejarla perder, debido al alto coste de cosecha y al bajo precio de venta.
“Estamos en pérdida total. Mi esposo depende de la papa, lleva más de 20 años cultivando y ni para los insumos alcanza, lo poco que tenía para la recolección lo perdió. Le va mejor si se dedica a otra cosa, pero él dice que no sabe hacer otra cosa más”, manifiesta Mónica Gómez, esposa de Wilmar Gómez, papicultor desde hace más de 20 años.
Posibles soluciones
Una alternativa de cambio sería eliminar los intermediarios, esas personas o pequeños locales que seleccionan la papa y se la compran a los campesinos, y luego van a las plazas o supermercados a revenderla. Esto ha causado molestias en algunos sectores. Los agricultores no se dan cuenta, porque lo que quieren es venderlas, pero los intermediarios logran comprarla bastante favorable; incluso, puede haber hasta cuatro intermediarios para llegar hasta el consumidor final.
“El productor la vende a 700 pesos el kilo, pero debido al intermediario al consumidor le está quedando a 1500 pesos el kilo. La plata le está quedando al intermediario”, cuestiona Jairo Ríos, Agrónomo de La Unión.
Las papas que llegan a Coagrounión tienen varios canales de distribución, pero en todos lo que se puede visualizar es que hay mucha intermediación. A La Unión llegan comerciantes de la central Mayorista, la Minorista y comerciantes de diferentes plazas de municipios del Oriente como La Ceja, El Carmen, Abejorral y Sonsón, que se llevan para su municipio lo producido por La Unión, por lo que Yessica Quintero Montoya, directora de la UMATA, piensa que una posible solución a la crisis es la eliminación de los intermediarios.
“Es importante eliminar los canales de intermediación, porque son ellos los que se llevan el dinero. Además de esto, es imperativo regular los precios de los insumos e incluir siembras programadas, ya que los productores no se programan y se llena las región de papa, por lo que hay más oferta y va a bajar el precio y desde luego más apoyo por parte del gobierno”, explica la funcionaria.
“Bélgica tiene un 1 millón de toneladas para exportar, papa que no ha podido vender y que usando el TLC (Tratado de Libre Comercio) puede poner, en parte, en Colombia. Sería un desastre para los papicultores si el gobierno acepta parte de esa producción”, dice Darío Coral Mora, Secretario Técnico de Dignidad Agropecuaria.
También hablamos con Jorge Valencia, un intermediario de la región, que con sorpresa tomó la propuesta de la Umata, ya que su fuente de ingresos depende en gran parte de este oficio, y aunque tampoco le está yendo bien económicamente, hace lo posible por sostenerse.
“Es muy fácil cuando la gente dice ‘tengo una papa buena’ y cualquiera la compra, pero cuando la papa es regular no hay nadie que se la lleve, y ese es el problema de mi trabajo. Yo también me la tengo que rebuscar”, menciona Valencia.
Así que ambas partes pierden. En estos meses tan complicados para todo el sector papero, los perjudicados no son solo los campesinos productores, también para las personas que revenden la papa.
“Como está tan barata la papa, he tenido que vender la gruesa como media, y la media como menuda, y no me está quedando plata”, reitera Jorge Valencia.
De igual manera, para colaborar con el sector papero es elemental limitar, o aún, suspender las importaciones. Igualmente, incentivar y aumentar el porcentaje de semillas certificadas, dado que gran parte de la semilla no es auténtica, lo que provoca que el rendimiento de la papa no sea el esperado. Además, el costo de producción sería mayor porque habría que comprar pesticidas e instrumentos de conservación para que no se dañe.
“De las 129.200 hectáreas que hay en todo el país, solo se siembra el 2.3% de semillas certificadas”, menciona Jairo Ríos, agrónomo de Fedepapa con posgrado en gestión ambiental de la Universidad de Antioquia.
Por consiguiente, si se amplía el número de semillas certificadas, no solo bajaría el costo de producción, sino también, se ayudaría al agricultor en cuanto al tiempo y a la eficacia, por lo que obtendría mejores resultados. “Si las semillas fueran certificadas, el costo de producción bajaría a 600 pesos”, alude Ríos.
Esperanzas, a pesar de todo
No obstante, algunos papicultores han venido sembrando desde noviembre y diciembre para los primeros meses de este año, específicamente para Semana Santa, que es la época donde más cara se ha vendido, con un mínimo a 1.100 pesos el kilo, hasta llegar incluso a los 2.100 pesos el kilo.
Otro aspecto importante para resaltar es que es el principal cultivo productor de jornales es en zonas de clima frío. De ahí la importancia de que las comunidades rurales de municipios como La Unión, Sonsón, El Santuario y El Carmen de Viboral sigan realizando este oficio y, de la misma manera, generando empleo.
La mayoría de las personas que pertenecen a este sector está inconforme, no solo con la situación actual, sino también con las causantes y el manejo que se le está dando a la misma. Sin embargo, hay algo en lo que todos están de acuerdo: le hicimos la misma pregunta a todos los que hicieron parte de esta investigación ¿Es rentable sembrar papa actualmente? Todos respondieron en unanimidad. “No”.