La Calle de las Arcillas: símbolo de la transformación Un proyecto de estética urbana para la cultura ciudadana

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“Pinta tu aldea y serás universal” León Tolstoi 

Don Héctor Betancur camina hacia su casa y señala lo detalles que hay en los zócalos de la nueva calle contagiando su admiración por la obra. Para él, el cambio es total y ya por fin se puede caminar con tranquilidad, sin tener que sortear tantas dificultades y riesgos como ocurría antes. Se siente afortunado al recorrerla y disfrutar de su belleza.

fondo_04Una de las vías más congestionadas, estrechas y contaminadas  de El Carmen de Viboral es ahora un nuevo atractivo del municipio y sitio de referencia de la tradición carmelitana.  Se trata de la denominada Calle de las Arcillas, un proyecto liderado por la administración del alcalde Néstor Martínez Jiménez, realizada por la Fundación La Tierra como Camino bajo la dirección artística del maestro José Ignacio Vélez. La obra se realizó con recursos del Sistema General de Participación del Gobierno Nacional y aportes del municipio con una inversión total de 940 millones de pesos, de los cuales, el 80% son recursos provenientes de regalías.

La Calle de las Arcillas logró la transformación total de la vía por la que se accede al parque principal. Un lugar en el que confluyen diversas actividades comerciales, de servicios y vivienda. Una calle que se vio saturada por el uso y el abuso, con la capa asfáltica fisurada, donde las estrechas aceras impedían la circulación libre de las personas y amenazaban a los transeúntes con desniveles, huecos y toda clase de obstáculos. Adicionalmente, el  tráfico vehicular generaba  un conflicto permanente con el peatón, junto al humo y  ruido que afectaba  la salud de comerciantes, transeúntes  y moradores,  el  deterioro en las edificaciones  y en las mercancías.  Esto sin contar el colapso inminente que habría en el sistema de acueducto y alcantarillado que se evidenció al ir abriendo brechas para hacer su reposición.

Hoy, esta calle es un espacio amable, colorido y ordenado intervenido integralmente en pisos y fachadas con un concepto de estética urbana promovido por los integrantes de la Fundación.  Esto significa que los espacios también se pueden “sanar” si se logran identificar sus dolencias, si se hace un acertado diagnóstico de sus problemáticas. Aquí la intención apuntó a reconocer un usuario y atender la necesidad de crear espacios de dignidad, espacios para la convivencia que superan la apariencia y se enfocan contextualmente en la identidad carmelitana.

El pasado 5 de julio se inauguró oficialmente el proyecto en un evento en que simultáneamente se hizo el lanzamiento del XIX  Festival de Teatro El Gesto Noble.  Durante el acto, se hizo un homenaje a la memoria de Boris René Montoya, Secretario de Planeación fallecido hace un año a causa de un accidente en la vía El Carmen – El Canadá y a quien correspondió conocer y avalar el diseño de esta obra.

Para el colectivo artístico La Tierra como Camino, los espacios son generadores de actitudes positivas o negativas según sea su concepción y manejo.  La tarea es identificar esos espacios críticos, diagnosticar esas problemáticas para proponer alternativas desde el arte. En El Carmen de Viboral, la tradición de la cerámica ha sido la clave para desarrollar una propuesta que convierte el espacio urbano en un lienzo. La Calle de las Arcillas es el resultado de esa reflexión y hoy sus paredes son el soporte de  una serie de mosaicos alusivos al componente arbóreo de la región: El Guayacán, un Yarumo, el Sietecueros y varios árboles más aparecen como un mensaje acerca de la necesidad de conservar un entorno natural, un patrimonio necesario, de tener un desarrollo sostenible.

La Calle de las Arcillas ofrece amplios andenes revestidos con placas cerámicas dispuestas en forma asimétrica, con pasos peatonales en los que se contrastan varios tipos de adoquines, con texturas y colores diversos. Un sendero en piedra de canto rodado es la guía para invidentes creando una nueva noción  en ese sentido. Los zócalos crean una línea orgánica, un movimiento que repite una y otra vez el contorno de las montañas que rodean el municipio imitando incluso sus variaciones de luz. Esa línea se interrumpe de manera rítmica cada tanto para dejar ver un tronco de un árbol que termina en una ventana o al llegar al alero. La separación con el espacio vehicular está planteada con una serie de bolardos recubiertos con mosaicos  y una línea bordeando la acera hecha con bolas de cerámica blanca. Un aspecto que el tiempo irá matizando, poniendo una pátina, una memoria de los pasos, de las pisadas, de las historias que allí se vayan dando.

Para el alcalde Néstor Martínez y para la Fundación La Tierra como Camino esta calle es el símbolo de la transformación en  El Carmen y la continuación de un concepto de Estética Urbana que se viene formulando de años atrás con obras como El Pórtico y la Calle de la Cerámica, junto a la intención de fortalecer  culturalmente el municipio con la protección patrimonial y de valores como la tradición ceramista y la identidad local.

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El Mosaico en el arte moderno

Algunos lugares  del mundo deben buena parte de su fama y atractivo a la intervención artística de los espacios urbanos. Sin duda, lo primero que se viene  a la mente es Barcelona, una ciudad que inmediatamente se asocia con la obra del catalán Antonio Gaudí. Allí, además de la basílica de la Sagrada Familia, se observa una presencia determinante en su identidad con el mosaico como el  Parque Güell.  La ciudad alemana de Dresde ofrece en varias de sus calles, una importante obra en mosaicos realizados por la artista Viola Schöpe. En Brasil, desde hace varios años se muestra con orgullo la obra del artista chileno Jorge Selaron con las famosas Escadarias Selarón en Rio de Janeiro,  sitio obligado de visita para los turistas.  Un referente muy importante para el  equipo de la Fundación en su intervención en El Carmen de Viboral es Fritz Hundertwasser, el artista austríaco que dejó su marca personal y muy polémica en construcciones de varias ciudades pero especialmente en su natal Viena. Entre sus principios estaba el rechazo a las líneas rectas y una reconciliación de los humanos con la naturaleza.

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Por: Mario Augusto Arroyave P.

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