El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1 Corintios 13: 4-8
El amor es muchas cosas, pero el amor también es una cárcel, una cárcel que nos obliga a someternos ante sí mismo. Muchas veces, como hombres y como mujeres, realizamos acciones desde el amor, pero no por eso son menos valiosas que otras, aunque así se les vea. Digamos que una sociedad buena, una sociedad con bienestar, no funciona sin comida caliente en la mesa, y eso también es amor y es la clase de amor que nadie nota, ni ve necesario.
Suena complejo, pero básicamente es esto: usted barre, trapea, cuida niños o adultos, y todo lo hace desde el amor. Pero piense cuánto dinero gastaría usted si esos actos desinteresados de amor se los pagara a otra persona: un chef, alguien que haga la limpieza, un ama de llaves, una niñera… A esto, agregue que la mayoría de mujeres que realizan estas labores en el hogar también cumplen un horario laboral.
A estos actos desinteresados de amor se les conoce como economía del cuidado, consiste en cuantificar, en poner en números, los cuidados y las acciones que hacemos por amor.
El amor en símbolos de pesos
“La economía del cuidado tiene dos ramas: la remunerada y la no remunerada”, manifiesta Luisa Saldarriaga, psicóloga, abogada e investigadora del tema. “La parte remunerada son los doctores, las enfermeras”, y no nos imaginaríamos un mundo en el que no le pagáramos a las enfermeras, ¿cierto? “La parte no remunerada son las amas y amos de casa, aquellos que cuidan y mantienen el hogar.”
Básicamente, la economía del cuidado es, en palabras del Departamento Nacional de Planeación, “otorgar valor a las actividades de cuidado y de trabajo doméstico no remunerado, dado que estas actividades se consideran bienes o servicios económicos porque además de generar valor, también demandan costos representados en tiempo y energía necesarios para producirlos”.
Según el DANE (el Departamento Administrativo Nacional de Estadística), “En 2021, el valor de la producción del Trabajo Doméstico y de Cuidado no Remunerado (TDCNR) en Colombia fue de 462.295 mil millones de pesos, a precios corrientes. La actividad económica que generó mayor valor de la producción en la economía fue la industria manufacturera, que aportó 470.130 mil millones de pesos. El valor de la producción del TDCNR en relación con la industria manufacturera fue inferior en 7.835 mil millones de pesos”. Es decir, si el cuidado se cuantificara, sería una de las industrias más grandes del país, aportando hasta un 19% al PIB (Producto Interno Bruto). Cabe recordar que el PIB nos dice cuánto valor han producido todos los bienes y servicios de un país en un cierto período de tiempo, por ende, si el cuidado se cuantificara como parte de la producción de una persona aumentaría considerablemte el PIB.
¿En qué consisten estos actos de amor?
Cuidar niños, personas de la tercera edad o con discapacidad, labores de limpieza, cocinar, llevar a los niños a la escuela, entre muchas otras labores. Muchas de las personas que realizan esta labor en los hogares también cumplen con empleos, lo que termina siendo turnos dobles o hasta triples de trabajo remunerado y no remunerado.
Según Luisa, “no solo son las labores, sino también las cargas mentales que se agregan a las personas que se encargan del cuidado del hogar”. Para visibilizar estas labores y reducir dichas cargas, se ha creado la Mesa Interseccional de la Economía del Cuidado (MIEC) que, en sus propias palabras, busca “que se reconozca, redistribuya y reduzca el trabajo de cuidado no remunerado, doméstico y de atención a las personas, entre todos los sectores: Estado, mercado, hogares y comunidad”.
Al hablar de reducir, se refiere también a reducir la carga mental. Por ejemplo, un proyecto que se llevó a cabo en Bogotá son las Manzanas del Cuidado, las cuales son “espacios para reconocer, redistribuir y reducir la carga de los trabajos de cuidado en las mujeres”, según su página web oficial. “En las Manzanas del Cuidado, las cuidadoras tienen tiempo y servicios gratuitos para que puedan cumplir los sueños que pusieron en pausa por la sobrecarga en los trabajos de cuidado. Aquí pueden estudiar, emprender, emplearse, descansar, ejercitarse, recibir orientación y asesoría jurídica y psicológica, lavar su ropa y la de su familia en lavanderías comunitarias, todo totalmente gratis, y mientras ellas están en estos servicios, las personas a quienes cuidan son atendidas en espacios en los que desarrollamos sus capacidades y promovemos su autonomía”.
Brecha de género
“Si bien tanto hombres como mujeres pueden ser los encargados de llevar las labores de economía del cuidado y trabajo doméstico no remunerado en el hogar, son labores de las que usualmente se encargan las mujeres. Aunque cada vez es más común ver a hombres amos de casa”, dice Luisa. Por eso también es importante visibilizar la economía del cuidado, para quitar los estigmas que pesan sobre las personas que se encargan del cuidado, tanto hombres como mujeres.
Igualmente, la brecha de género sigue siendo bastante amplia. Para 2018, según datos del DANE, 6 de cada 10 mujeres colombianas eran madres solteras. Eso implica que tienen, en su mayoría, que trabajar para mantener a sus hijos y también llevar estas labores no remuneradas del hogar. Por esto son tan importantes espacios como las Manzanas del Cuidado, para ayudar a que estas mujeres puedan sobrellevar mejor ambas labores y tengan más posibilidades de cumplir sus sueños, para superar la pobreza o directamente no caer en esta, como pasa en muchos casos.
¿Cuánto podría ganar si cobrase por realizar las labores de mi hogar?
Para visibilizar la importancia de estas labores no remuneradas, la página del DANE tiene el simulador de la economía del cuidado. Allí se puede poner cuántas horas a la semana se dedica a labores no remuneradas y la plataforma calculará cuánto dinero sería. Esto con el fin de entender cuánto dinero cuestan estos actos de amor y sensibilizar respecto al tema, pues muchas veces tenemos la noción de que ser ama de casa no es un trabajo, cuando sí lo es y, a diferencia de otros empleos formales y remunerados, el cuidado no tiene horario.
Para ingresar al simulador de la economía del DANE basta con buscarlo así en cualquier buscador o ingresar a este [link](https://sitios.dane.gov.co/SimuladorTDCNR/). Una vez allí, podrá poner cuántas horas a la semana limpia, cuida a niños, adultos mayores o personas con discapacidad, entre otros.
Por ejemplo, con 7 horas a la semana, podría generar casi cincuenta mil pesos semanales. Cabe aclarar que, según la misma página, el promedio nacional de horas dedicadas a estas labores en mujeres es de 32 horas semanales (unos 195.000 pesos semanales, 10.000.000 anuales) y en hombres es de 14 horas semanales (unos 85.000 pesos semanales, 4.500.000 anuales).
¿La noción de la economía del cuidado habla solo de dinero?
No. La economía del cuidado no se centra simplemente en decir que se van a pagar estas labores y cuánto se ganaría si fueran remuneradas, más bien busca visibilizar estas labores como parte fundamental de la sociedad. Busca que las cargas físicas y mentales sean más llevaderas para los hombres y mujeres que se dedican al cuidado y que no tengan que poner en pausa sus sueños para cuidar sus hogares.
Por último, una cifra interesante de destacar es que en 2024 el DANE reveló que el 22% de los jóvenes del país son ninis (personas que ni estudian, ni trabajan), lo que no se tiene en cuenta es que muchos de esos jóvenes se dedican al cuidado del hogar, especialmente, cuando en estos hay personas muy adultas o con algún tipo de discapacidad, por ende, sí están ejerciendo un trabajo no remunerado, este es otro de los motivos por los que es importante la visibilización de la economía del cuidado: para quitarnos la venda de los ojos y ver sin estigmas a los jóvenes “que no hacen nada” cuando sí lo hacen; a las amas de casa “porque ser ama de casa no es un trabajo”, cuando sí lo es, y además particularmente difícil; y a los amos de casa “porque el cuidado del hogar es de mujeres” cuando la carga debe ser compartida.