Tras dos semanas de intenso trabajo en el Cementerio Municipal de Rionegro, un equipo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) logró la recuperación de 25 cuerpos. Eran personas cuyos nombres se habían perdido en las sombras del conflicto armado, cuyas familias, por años, han vivido con la herida de la incertidumbre. Este hallazgo, parte de una segunda intervención en el camposanto, ilumina la esperanza de que, por fin, algunos de esos seres queridos puedan volver a casa, aunque sea para un último adiós.

Con un silencio solemne, el equipo forense intervino 27 sitios de interés forense en este cementerio, encontrando 25 cuerpos que corresponden a personas desaparecidas. En cada excavación, en cada fragmento de tierra removida, late una historia de dolor, de espera y de búsqueda incesante. Los restos de 22 de ellos ya han sido remitidos al Instituto Nacional de Medicina Legal para continuar con el proceso de identificación, mientras que en un acto cargado de humanidad, uno de los cuerpos fue entregado a su familia para su inhumación digna.

Los familiares que aún esperan noticias viven en un limbo emocional. Cada intervención de la UBPD trae consigo una mezcla de alivio y temor, pues aunque recuperar a un ser querido implica el fin de la búsqueda, también significa enfrentar el dolor de una pérdida definitiva. En este octubre, tres familias recibirán los cuerpos de sus desaparecidos, personas cuyo paradero fue desconocido por más de dos décadas.

Este esfuerzo, que forma parte del Plan Regional de Búsqueda del Oriente Antioqueño, ya ha logrado la recuperación de 44 cuerpos en el cementerio de Rionegro. Sin embargo, la tarea está lejos de terminar. Se estima que hay aún 150 cuerpos por recuperar en este mismo cementerio, en una región marcada profundamente por la violencia.

En Antioquia, el número de desaparecidos asciende a 24.457, y en todo el país se cuentan 111.640 personas ausentes. Son cifras frías que ocultan tragedias humanas, pero con cada cuerpo que se recupera, con cada ADN que encuentra un nombre, la esperanza sigue viva para las miles de familias que aún buscan respuestas.

Lo que ocurre en este cementerio es mucho más que una labor forense. Es un acto de humanidad, de memoria y de justicia para quienes han sido silenciados por la guerra. Porque, aunque el conflicto haya enterrado sus cuerpos, el amor de quienes los buscan jamás dejó de luchar por traerlos de vuelta.

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