Piense en el paraíso, independientemente de sus creencias, ¿Qué ve cuando piensa en el? ¿Tal vez piensa en bosques verdes y tupidos, en pájaros de colores y en el sonido de un río de Aguas cristalinas en el que puede bañarse y sentirse en el cielo? Pues lo que muchos ven como un paraíso, un lugar idílico, una fantasía, es una realidad para los habitantes de los cañones del río melcocho y santo domingo, un paraíso que se encuentra en riesgo de desaparecer por la mala praxis de algunos y el silencio de otros.

Durante inicios del mes de Octubre se hizo viral en redes sociales la imagen de maquinaria pesada interviniendo el camino que conduce a los cañones de los ríos melcocho y santo domingo, los cuales son áreas protegidas debido a sus especies endémicas (es decir, especies que solo se encuentran en ese lugar del mundo) y especies subendémicas; las imágenes causaron indignación y revuelo, pues la ampliación del camino se llevó a cabo sin ningún tipo de autorización ambiental y con la negativa de la maýor parte de la comunidad. Esta situación abrió el debate sobre una vía en el melcocho, porque si bien trae muchas ventajas, también trae consigo muchas consecuencias negativas.


Los desafíos del paraíso

Es importante resaltar que actualmente esa zona no cuenta con una vía de acceso adecuada. Como suele ocurrir en este tipo de veredas, muchos de los habitantes son adultos mayores que, debido a la falta de caminos apropiados, se ven obligados a utilizar camillas u otros medios improvisados. Algunas personas deben caminar o montar a caballo o en mula entre tres y nueve horas para llegar a sus viviendas, lo que impacta gravemente su calidad de vida y su seguridad, especialmente considerando que en la región viven personas enfermas y con discapacidades.
Además, la mayoría de los niños tienen que caminar al menos una hora para llegar a la escuela. A esto se suma que el trayecto incluye subidas y bajadas sobre piedras y lodo, y la mayor parte del camino no supera un metro de ancho. Muchos tramos están cubiertos por árboles y, en ocasiones, bloqueados por piedras o pequeños barrancos, lo que convierte la vía en una trampa mortal. En épocas de lluvia, el camino se vuelve prácticamente intransitable, haciendo que el desplazamiento diario de decenas de familias sea extremadamente peligroso.

El estigma y la dificultad del desarrollo

Al conversar con la comunidad, un hombre nos relató que, mientras transitaba por el camino en su mula, una turista lo abordó acusándolo de maltrato animal y llamándolo guerrillero. Este encuentro evidencia algunas de las problemáticas que podrían surgir en los cañones de los ríos Melcocho y Santo Domingo si la nueva vía de acceso facilita la llegada de turistas. En primer lugar, los turistas no comprenden las dinámicas locales, no solo en lo que respecta a la vida diaria y a prácticas esenciales para la comunidad, como el uso de mulas, sino también en relación con la conservación del entorno. Sabemos los daños que el turismo puede generar, especialmente cuando se practica de manera inconsciente e irresponsable.

Para ponerlo en perspectiva, si partimos desde Rionegro, primero se debe recorrer la autopista Medellín-Bogotá por aproximadamente una hora, luego tomar un desvío de una hora y cuarenta y cinco minutos hasta el último punto accesible en carro. A partir de ahí, se debe caminar por terrenos de tierra, charcos, cascadas y montañas. La vista es innegablemente hermosa, y el clima cálido de Cocorná abraza la piel, pero caminar por esos trayectos durante horas es agotador y casi irreal.
Por otro lado, para los turistas que buscan escapar del escrutinio público para realizar actividades ilícitas, estos lugares alejados pueden convertirse en el refugio ideal. Trata de personas, explotación sexual y drogas son realidades que, lamentablemente, se han vuelto el infame pan de cada día en nuestra región, y cuanto más inaccesibles sean los lugares a los que lleguen estas personas, más difícil será para las autoridades intervenir.

Algunas realidades y medidas que no parecen suficientes

Cada día en Colombia hay menos campesinos; cada vez es más difícil encontrar personas que cultiven la tierra heredada de generaciones. Las condiciones para los campesinos son complejas: muchos enfrentan largas jornadas de trabajo y rara vez logran vender sus productos a un precio justo. Por eso, es esencial proteger la integridad y el bienestar de los campesinos, para asegurar que sigan existiendo en el futuro. Piense en el duro trabajo de la cosecha de los campesinos del melcocho y piense en lo complicado que es para ellos sacar a vender sus productos en una zona de tan difícil acceso como esa, ningun hijo va a querer seguir la tradición con condiciones tan adversas y en este momento es vital proteger a las presentes y futuras generaciones de campesinos.

Si bien el tema de las vías es fundamental, también es importante hablar del turismo, pues podría tener consecuencias catastróficas. En este momento, una de las medidas implementadas para proteger los cañones es limitar el acceso al Melcocho a un máximo de 200 personas a la vez. De esos 200, 90 son los habitantes locales, y cada uno puede invitar a un máximo de 10 personas. Todos los que deseen acceder deben ser invitados por alguien de la comunidad. Sin embargo, basta con unas pocas personas sin conciencia para dañar el entorno, lo que resalta la urgente necesidad de establecer más diálogos sobre cómo gestionar mejor el turismo en la zona.

Incluso desde la perspectiva de la protección animal, hay razones para mejorar esta vía. Las mulas y caballos seguirán siendo utilizados para transportar las cosechas, pero su vida mejoraría considerablemente. No es lo mismo cargar pesados bultos entre el lodo y los abismos, que hacerlo por un camino estable, donde no tendrán que arriesgar su vida para llevar el sustento a la mesa de sus dueños.

Como puede ver, la situación es compleja debido a los muchos factores que se deben considerar al decidir si se construye o no la nueva vía.
La comunidad se encuentra en una encrucijada: la protección del medio ambiente frente a la mejora en su calidad de vida que podría traer el llamado progreso, además de todo lo malo que también traería.
Por eso, en El Oriente nos propusimos escuchar todas las voces: las de las autoridades ambientales como Cornare, las de las autoridades municipales de Cocorná y El Carmen de Viboral, y, principalmente, las de la comunidad. Esto es La voz de la comunidad.

Javier Valencia, Director de Cornare:

“La comunidad ha manifestado su deseo de mejorar la conectividad, pero también ha mostrado preocupación por los efectos que esta obra podría tener sobre un ecosistema tan frágil”, comentó Valencia. Añadiendo que el área alberga especies únicas de fauna y flora, lo que obliga a tomar decisiones responsables. “No podemos permitir que estas intervenciones se realicen sin los debidos estudios de impacto ambiental. Cualquier obra en una zona protegida debe cumplir con estrictas normativas legales”, enfatizó.

“Este es solo el primer paso. Nuestro compromiso es buscar soluciones que beneficien a la comunidad, pero sin comprometer los recursos naturales que son parte de nuestra riqueza y legado”, concluyó Valencia.

Hugo Jimenez Cuervo, Alcalde de El Carmen de Viboral.

“La vía se tiene que hacer bajo la legalidad, bajo la norma y llegando a un consenso con la comunidad y lo que pide. Todas las posiciones que tienen los habitantes del río melcocho es que debemos mejorar sus condiciones y su calidad de vida. Lo que necesitamos ahora es que a través de Cornare podamos determinar cómo vamos a realizar esa ampliación sin lastimar el ecosistema de esa zona.”

David Alejandro Gómez Hoyos, Alcalde de Cocorná.


“Nuestro principal objetivo desde la administración municipal de Cocorná es garantizar la protección de nuestro territorio. Por eso, estamos evaluando cuidadosamente hasta qué punto podemos apoyar la ampliación del camino. En caso de que se realice la obra, hemos decidido que la vía será exclusivamente para vehículos pequeños, con el fin de promover un desarrollo sostenible en la región.
En alianza con la alcaldía de El Carmen de Viboral, proponemos que ambas administraciones colaboren en el mantenimiento de la vía entre Pailania y El Retiro, y nos hemos comprometido, junto con la comunidad, a llevar a cabo las mejoras necesarias. La protección de la vida, especialmente la del cañón del Melcocho, es nuestra prioridad, pero también debemos considerar los beneficios y consecuencias del desarrollo. Estamos completamente dispuestos a proteger la zona.”

Sebastián Agudelo Naranjo, Líder social y ambiental, Concejal del municipio de Cocorná.

“Existe un gran debate sobre cómo mejorar el acceso y las condiciones de vida de la población. Un sector cree que la construcción de una carretera es la solución para dignificar su calidad de vida. Sin embargo, otro sector considera que el riesgo de una intervención tan delicada es demasiado alto. No solo por el impacto inmediato, sino por las consecuencias a largo plazo.

En el corto plazo, la carretera podría contaminar quebradas y ríos, afectando el oxígeno en el agua y poniendo en peligro especies únicas de la zona, como un pez endémico y la rana cristal, que tiene una baja capacidad de movilidad. La construcción de la carretera ejercería una fuerte presión sobre el medio ambiente.

A largo plazo, la carretera podría fomentar el loteo de tierras y aumentar el turismo, algo que la reserva no está preparada para manejar de forma autosuficiente. Además, la construcción podría abrir la puerta a la minería ilegal.”

Yisela Martinez, habitante de la vereda El Roblal.

“En el Melcocho contamos con especies endémicas de mamíferos, anfibios y siete especies de aves, además de veinte especies subendémicas. También hay especies en peligro de extinción, como el puma. Junto a Cornare hemos hecho un gran esfuerzo por conservar nuestros recursos y especies. Sin embargo, la vía que están planeando construir afectaría a más de nueve veredas. Para muchas personas, esta carretera es vista como una solución, pero para otros, como yo, podría convertirse en un problema. Ya sea de manera directa o indirecta, todas las veredas se verían afectadas.

Debemos encontrar un equilibrio entre sostenibilidad, desarrollo y normativas. Como área protegida, tenemos beneficios, pero también responsabilidades con el medio ambiente. Es crucial que reflexionemos sobre qué es más importante: el bienestar de algunos o el de la mayoría.”

Aldemar Valencia, Habitante de la vereda El Retiro.

“Algunas veredas están muy alejadas, y creo que mejorar el acceso sería algo positivo, pero solo si se cumplen todos los requisitos necesarios para proteger el entorno. Nosotros nos comprometimos a cuidar la reserva, pero muchas personas no lo hacen, lo que pone en riesgo nuestra naturaleza. Por eso, no estoy de acuerdo con la construcción de una carretera. El turismo ha causado mucho daño; muchos turistas son desorganizados y dejan basura y botellas tiradas. Yo apoyo un mejoramiento de la vía, pero que sea solo un ensanchamiento, sin talar árboles ni dañar los barrancos.”

Alexander Martinez, Habitante de la vereda Agua Linda.

“De verdad necesitamos que ensanchen el camino, mejorar la vía es urgente. Pero también es importante controlar el turismo. Aunque en mi vereda no hay muchos turistas, en esta zona, camino a El Retiro, sí hay bastantes, y a veces dificultan el paso con las mulas. Además, critican nuestras tradiciones sin conocerlas. Hace poco, mientras iba con las mulas cargadas, una turista nos llamó descarados, diciendo que maltratábamos a los animales y que éramos guerrilleros por hacerlo. Pero usamos las mulas porque es nuestra forma de trabajar, no para maltratarlas.”

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