Las mejores 10 novelas de la literatura colombiana

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Hace pocos días el presidente de Juan Manuel Santos, la ministra de Cultura Mariana Garcés, el director del Dane Mauricio Perfetti y la directora de la Biblioteca Nacional Consuelo Gaitán; dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2017, según la cual los colombianos son más lectores ahora, ya que leen 5,1 libros al año en promedio, y Medellín es la ciudad más lectora del país, con 6,8 libros por año. 

Por esto a continuación les compartimos la lista le lasmejores 10 novelas de la literatura colombiana, según Farouk Caballero (ver artículo)

10. La casa de las dos palmas (1988) Manuel Mejía Vallejo

En este texto se recrea la sociedad antioqueña de la primera mitad del siglo XX desde la familia Herreros. El pueblo de Balandú permite que tradiciones coloniales, irrupciones modernas, excomuniones y rasgos del arriero antioqueño se entremezclen, mientras le dan vida a situaciones apasionantes que atrapan al lector de principio a fin. Las costumbres paisas y las técnicas narrativas dan origen a una narración que le rinde homenaje a la inmensa tradición oral antioqueña y que se expresa a través de la particular cotidianidad de la familia Herreros. A la par, la novela es la pieza culmen del proceso de redacción del autor paisa.

9. En diciembre llegan las brisas (1987) de Marvel Moreno

Esta novela permite, desde la voz de Lina Insignares, apreciar el rol marginal que las mujeres estaban obligadas a desempeñar en la sociedad barranquillera de la primera mitad del siglo XX. Los valores y las virtudes femeninas se construyen en el relato desde los personajes, quienes intentan obtener una posición equitativa e incluyente frente al patriarcado que rige la elite barranquillera.

8. La marquesa de Yolombó (1926) de Tomás Carrasquilla

Nuevamente el pueblo antioqueño aparece en el escalafón, quizá con la pluma que mejor describe sus raíces: Tomás Carrasquilla. El autor en esta obra refleja el contexto colonial colmado de choques culturales y raciales. La esclavitud marca la crudeza de la época; entre tanto, Bárbara Caballero y Alzate se erige como la heroína de armas tomar, que mejora las condiciones laborales de la minería, impulsa la escolarización y mantiene la infraestructura de la fe advenediza. Además, el paisaje magistralmente costumbrista que constituye Yolombó es un espacio ficcional en el que todo lector goza recorriendo sus detalles.

7. Celia se pudre (1985) Héctor Rojas Herazo

Esta obra logra rescatar la tradición oral y las costumbres de Tolú. La abuela del autor, Amalia Gonzales, fue quién instruyó al toludeño en las tradiciones de la comarca. El nieto aprovechó el invaluable material oral que escuchó y construyó el espléndido personaje de Celia. A la par, Cedrón se percibe como el reflejo del Tolú que vivió el escritor, caracterizado por la melancolía, la nostalgia y el realismo, que se divisan en la pérdida de tradiciones ancestrales ante las riberas de la modernidad. Asimismo, la novela también encarna la madurez del oficio literario del autor y cierra con filigrana la trilogía que se inició, años atrás, con los títulos Respirando el Verano (1962) y En noviembre llega el arzobispo (1967).

 6. La otra raya del tigre (1977) de Pedro Gómez Valderrama

Geo von Lengerke, protagonista principal de la narración, encarna los choques culturales, políticos, económicos y territoriales que la caravana alemana llevó consigo a tierras santandereanas. Las guerras civiles, la combustión política y la construcción de caminos contextualizan el entorno santandereano dentro de una nación que aún no comprendía el valor de la independencia. La narración muestra el fuerte choque entre tradición y progreso, el cual, si bien permite avances económicos y significativos para la región, también deja una huella negativa de deforestación, magnicidios indígenas, explotación de tierras y exclusión político-social. La segunda mitad del siglo XIX sirve de escenario para que el autor  redacte la que se considera “La Novela” de Santander.

5. Los ejércitos (2006) de Evelio José Rosero

Uno de los rasgos particulares de la historia de Colombia, la violencia, se trabaja en esta narración con extremo acierto. La trama inicia con Ismael Pasos disfrutando de su pensión junto a su esposa Otilia. Quien fuera educador en su etapa laboral, ahora descansa a placer en San José, localidad que en principio puede advertirse como el paraíso adánico pero que, con la llegada de la violencia, emprende un descenso infernal que experimenta la población civil desde los ojos de Ismael. Ejércitos de diferentes naturalezas, como guerrillas, paramilitares y narcotraficantes, construyen el contexto bélico, que más allá de causar estupor en el lector, permite conocer una realidad histórica que denuncia la novela, mientras recrea las dinámicas de la violencia contemporánea colombiana. Igualmente, la ubicación geográfica de San José es un acierto del autor, pues este territorio puede ubicarse en cualquier latitud de la nación, con lo que se refleja un fenómeno de resonancia nacional.

4. El desbarrancadero (2001) de Fernando Vallejo

Antes de entrar al podio del  escalafón se ubica esta controversial novela, que es una ramificación de las críticas ásperas del autor a propósito de la forma de hacer política en Colombia, de la inmersión omnisciente de la iglesia católica, de la doble moral y de la nefasta construcción de patria. La pesadumbre y la crudeza permean la prosa en esta obra, pero al mismo tiempo se recrea un amor verdadero que, lejos de ser idílico, se transforma en un generador constante de dolor, que lastima aún más por su carácter realista. Es el amor fraternal, el amor entre dos hermanos que crece en un panorama sombrío marcado por el sida, los alucinógenos, la homosexualidad y la represión eclesiástica. Los detractores y seguidores de este texto pueden no ponerse de acuerdo en diversos temas, pero lo que no se puede obviar es la trascendencia y relevancia de esta novela en el plano literario colombiano, así el autor renuncie a su nacionalidad.

 

3. Sin remedio de (1984) Antonio Caballero       

La novela presenta la vida del intrépido poeta Ignacio Escobar quien, a través de la búsqueda de imágenes y escenas citadinas, le permite al lector conocer la pequeña burguesía bogotana. La crítica mordaz junto al humor fino e inteligente son piezas fundamentales y atrayentes en la construcción de esta absorbente historia. Los incidentes del poeta sirven de pretexto para criticar la vida burguesa en la capital colombiana, ya que por medio del relato se puede rastrear una queja a propósito de las irónicas preocupaciones de los jóvenes acomodados y sus familias. Sin lugar a dudas, Antonio Caballero logra reproducir fielmente la comedia de la vida citadina que se debate entre ideologías tergiversadas de izquierda, absurdos conflictos existenciales y excelentes recursos económicos. El resultado: una prosa absolutamente recomendada.

2. El amor en los tiempos del cólera (1985) de Gabriel García Márquez

El principal prosista de la literatura colombiana se hace presente en la segunda posición de este escalafón, con la novela que, a su vez, es la segunda en importancia dentro de la lista de títulos del escritor caribeño. La novela se centra en un triángulo amoroso entre Fermina Daza, Juvenal Urbino y Florentino Ariza. Los dos primeros abren la trama de la novela de manera retrospectiva: en su vejez recuerdan, con extrema calidad en el lenguaje, la etapa de enamoramiento, de desilusión y de consumación del amor. Pero lo anterior no sucederá hasta el fallecimiento de Juvenal, esposo de Fermina y médico encargado de tratar el cólera en la población. Muerto Juvenal, Florentino le presenta su amor inmarcesible a Fermina, quien solo lo recibe plácida después de una insistencia romántica que sumó 131 cartas y más de 50 años de espera. El navío “Nueva fidelidad”, mientras surca las aguas del río Magdalena, sirve de cómplice para que en sus instalaciones aflore el amor imperecedero.

 

A esta altura, es posible que se sienta una sensación de extrañeza al no encontrar en el decálogo selectivo textos como El Carnero (1618) de Juan Rodríguez Freyle, María (1867) de Jorge Isaacs, La vorágine (1924) de José Eustasio Rivera e, inclusive, el poco conocido pero totalmente relevante texto del siglo XVII: El Desierto prodigioso y prodigio del desierto, escrito por Fray Pedro de Solís y Valenzuela. Estas cuatro narraciones, junto con Cien años de soledad (1967), no han sido tenidas en cuenta para esta selección, puesto que limitaban el acceso de otras obras. Además, bastante premio tienen ya con constituir el núcleo pentagonal de la narrativa en Colombia. Por lo tanto, en esta oportunidad se expusieron las otras 10 mejores novelas de la literatura colombiana, que aportan significativamente al panorama literario de esta patria y que todo lector que se precie de serlo debería conocer. Mientras que aquel que apenas inicia el tránsito por las historias de las letras colombianas, tiene en este decálogo una guía para motivar su apetito.

  1. La tejedora de coronas (1982) Germán Espinosa

Genoveva Alcocer, hermosa cartagenera, le da vida a la pieza literaria que se supone más importante de la literatura colombiana en las últimas tres décadas. La inteligencia, la sensualidad y la aventura, caracterizan las peripecias de la criolla Genoveva. Amada en Cartagena, amada en Francia por el mismo Voltaire, masona y revolucionaria. Ella es el reflejo de casi un siglo de ideas ilustradas que se exteriorizan desde su cuerpo de mujer. Junto a violaciones de piratas, ensoñaciones astronómicas e independencias imperiales, Genoveva transita por el mundo dándole vida a la pieza más importante del escritor cartagenero, quien le rinde un homenaje a la paradisiaca ciudad amurallada y recrea la ebullición que dio origen a dos momentos históricos trascendentales: La Revolución Francesa y los movimientos independentistas hispanoamericanos. Sin embargo, el plano histórico es uno más de los múltiples universos que se entretejen en esta absorbente historia mitológica, gótica, ficcional y erótica, que verdaderamente todo colombiano debería leer.

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