Por: Jorge Zea Jiménez
Ruth Elena Vélez, más conocida como Nena, no tiene las características de una persona asiática. Sus ojos no son rasgados y su piel no es la denominada amarrilla, además, su pelo no es liso y su idioma no es el mandarín; sin embargo, esta mujer de 57 años lleva toda la vida viviendo en el Barrio Chino, un barrio de renombre del municipio de El Retiro. Ella, como toda una celebridad, es reconocida en el pueblo por su espontaneidad y su alegría.
El Barrio Chino, lejos de estar repleto de gente como las imponentes ciudades de ese país de Asia, es, más bien, un barrio con un pequeño caserío que comenzó con la llegada de la mamá de Ruth, doña Nubia del Socorro Vélez, a estas tierras guarceñas.
Al mejor estilo de la gran ciudad de New York, en los Estados Unidos, El Retiro tiene un Barrio Chino, con la diferencia de que aquí no se vende comida china y hay por donde caminar libremente. No tiene, a diferencia de lo que el extranjero podría pensar, inmigrantes provenientes del gigante asiático. Las familias que viven en este barrio están compuestas por la diversidad cultural, blancos, negros, mestizos… de los que todavía hoy existen evidencias.
Cuando se llega al Barrio Chino, el vidente se encuentra con un montón de casitas de ladrillos lisos y agrietados, muchos colores se ven en él, la amabilidad de la gente, aunque se ven escasamente, es infinita, sobre todo la de Nena, que ya está acostumbrada a que los medios le sigan y la busquen para notas periodísticas o radiales, fotos para la empresa para la que trabaja y fotos de personas que llegan al barrio buscando cualquier registro de su amabilidad, y de la alegría que contagia a cualquiera que hable con ella.
Inicios
En Noviembre de 1963, dos meses después de su nacimiento, Nena llegó en brazos de su mamá Nubia a El Retiro, provenientes de Medellín. En un comienzo se instalaron en las tierras del reconocido doctor de apellido Penagos, quien posee bastas tierras en el municipio, sobre todo en el sector La Argentina. Unos años después de haberse instalado junto con la familia García, que también vivía en las casas antes vacías que les había prestado el doctor, llegaron a lo que se conoce hoy como el Sector Cementerio. En palabras de Nena la cosa fue así:-El doctor Penagos se reunió con la familia García (Camilo, Salvador “Mika”, Miguel, Gloria, Luis, Víctor, Mercedes, Leticia y Candelaria) y les dijo que les iba a proponer un negocio, “yo voy a tumbar todas estas casas, pero yo les voy a dar un lugar donde van a vivir ustedes”; él compró el lugar en el que actualmente se encuentra el barrio y le hizo tres casas para que ahí pudieran acomodarse. Mi mamá ya tenía el lote, pero no había construido, y había una casa antigua del señor Clorobaldo Álzate, quien le dijo a mi mamá que habitara ahí mientras podía construir, con el compromiso de ordeñarle y trabajar para él, mientras podía hacer su propia casa. Los García y nosotras las Vélez fuimos los primeros en vivir por aquí-.
Parece increíble, y mientras Nena cuenta la historia, intento comprender cómo era este lugar en aquellos tiempos de los 60´. “Era una manga, un terreno baldío que no tenía ni carretera, esto era solo, no había ni habitación para vivir. Ya la gente fue comprando su lote y fue construyendo sus casas, como los Zapata y los Bustamante” dice Nena con el recuerdo en sus ojos.
Doce escalones hay entre la puerta de Nena y la calle que cruza todo su barrio; vive en casa con su esposo, estaba de visita su hija con el nieto y el yerno; construyó encima de la primera casa que hizo su mamá. Me ofreció Colombiana, la sacó fría de la nevera, me hizo sentar y estaba achantada porque estaba en pijama, pero el achante no le duró mucho y entonces pasé, de inmediato comenzamos a hablar. Nena trata a todos por igual, y dice contenta que se siente agradecida porque el alcalde actual, Nolber Bedoya, le regaló en diciembre algunas cositas.
Una combinación de alegría y nostalgia mientras hacía memoria y comenzó a contarme cómo recordaba todo. “¿Cuando eso te acordás que no existía que ni las tales estufas, ni estas ollitas? Entonces, las mamás de nosotros nos echaban un pedazo de panela y chocolate crudo para ir a recoger la leña para hacer la mazamorra y para hacer de comer. Era puro fogón de leña y para la ropa era en el río, hasta pasábamos lo más de bueno y desde entonces la unión ha sido excelente”.
“Clorobaldo Álzate le pidió la casa a mi mamá, nos dieron dos piezas donde los García. En una pieza estábamos mi abuelita, mi hermana y yo, en otra quedaron mis papás. Entre los García y las Vélez mi mamá comenzó la casa a punta de boñiga, en el lote que le compraron a Julio Botero, salíamos a las dos de la mañana a conseguir boñiga y pudimos hacer nuestra propia casa. Mi mamá comenzó a trabajar en Integral y pudo reforzar la casa con adobe”. Desde ese momento comenzó y creció la unión con los García, tanto así que Nena siente un gran afecto por su amiga Gloria Estela García Suaza, que es vecina suya desde entonces y nos acompañó gran parte del tiempo que cruzábamos palabras.
Barrio Integral
Todos en El Retiro saben que cuando se trata de festividades, el Barrio Chino, o Sector Cementerio, es el ganador. Pocas fiestas se les pasan por alto y Nena no niega que en las celebraciones no falta el traguito. Han ganado, en cinco participaciones, dos concursos de los barrios mejor adornados para las fiestas decembrinas del pueblo; la comunidad se organiza en pro de decorar el barrio, por lo general los días siete y veinticuatro de diciembre. “Un día dijimos, vamos a decorar la calle para Navidad; todo comenzó cuando fuimos creciendo toda la familia, desde que empezamos a tener hijos, Gloria, Candelaria y yo. ¡Bueno! Ya las mamás hicieron todo lo que tenían que hacer por nosotros, ¿qué vamos a hacer nosotros por nuestros hijos? El primer año decoramos con unas bolsas de leche, eso se encogió, pero cuando tuvimos más experiencia nos pusimos a pensar que sería buena idea hacer alguna cosa de reciclaje. Eso fue espectacular, todo fue de reciclaje, botellas de plástico, periódico y cartón, yo fui a comentarle a cada uno puerta a puerta, aquí les traigo la muestra y a ustedes les toca esto. Ya por la noche, después de que los maridos llegaran de trabajar, ellos nos ayudaban a montar la decoración, todos unidos”, termina Ruth.
El Barrio Chino tiene su nombre precisamente porque en una de tantas decoraciones, hicieron un arco de calle a calle y a Meteto, un habitante del barrio, unas personas le regalaron dos chinos que se pusieron en cada costado del arco. -Se veía hasta bonito-, dice Nena. Desde ahí las personas comenzaron a hacer común el Barrio Chino. Ese día los filmaron, les tomaron fotos; una extranjera preguntó por Nena porque quería llevarse las muestras para otro país y Nena se las regaló; eso hace cuatro años. Se ganaron dos orquestas y marrano y la fiesta al parecer fue tremenda. “En diciembre es una unión muy bonita”, dice Nena.
Ella es de las primeras que defiende su barrio. No permite la entrada de nadie que pueda acabar con la tranquilidad de él. “Para mí el barrio no ha cambiado, seguimos siendo unidos. No hemos tenido en el barrio, en tantos años, queja de que la Policía lo vigile porque se esté expendiendo vicio. Si yo veo que viene una familia a vivir aquí, de una les pongo las cosas claras. ¡Qué pena! Aquí no van a “cagar” el barrio. Aquí nunca se han hecho allanamientos, gracias a Dios, a pesar de que parrandeamos parejo. La Policía pasa y siempre dicen que aquí no hay nada que hacer: La gente admira el barrio porque aquí no pasan esas cosas”, añade.
Alguna vez, y no hace mucho tiempo, un concejal de apellido Caro quiso cambiar el nombre y ponerle Barrio El Palmar, pero nadie le hizo caso, aunque también dicen que no se llama Barrio Chino, que siempre se le ha conocido como sector El Cementerio. El concejal quería sembrar unas palmas, entonces ellos dijeron que para qué iban a quedar dos nombres iguales, aludiendo a la vía que conduce a la ciudad de Medellín. “Nosotros le dijimos, en una reunión que se hizo, que mejor nos ayudara a arreglar las fachadas, ahí sí no le gustó”, dice Nena, añadiendo una grosería.
Remembranzas
“Jugábamos escondidijos, chucha, nos íbamos a ver el río crecido, nosotros pasábamos muy bueno ¡Oiga!… Pero eso lo teníamos que ganar. Para que nuestras mamás nos dejaran jugar teníamos que levantarnos a las cuatro de la mañana a traer leña, a llevar canecas de agua y lavar la ropa en el río. Imagínese que mi abuela Rosa lavaba la ropa de aquí del pueblo, cuando se murió yo quedé con todo ese ropero, ella era la que lavaba toda la ropa del pueblo en el río. Recogía toda la ropa, ¡eso se veía hasta linda la ropa extendida en las piedras!”.
Y es que para la época los García y los Vélez no gozaban de mucho lujo, los árboles de navidad se hacían con bolitas echas de barro y las pegaban en los chamizos que hacían las veces de árbol navideño. Cuando eso no existían los pesebres de plástico, no se usaba la olla a presión, ni la olla arrocera, ni la lavadora, ni una plancha. En esos tiempos la plancha era calentada al carbón. Las camas eran de palos y esteras. Los zapatos eran Panan, y se tenía una camisa para lavar diariamente. Los regalos de navidad eran cofio y azúcar con sabor. Se volaban a coger chachafrutos.
Penagos les regalaba cinco centavos y al que mejor le iba era al que le ayudaba al doctor a abrir el portillo, porque cuando eso no había carretera, era un camino lleno de piedras. En ese tiempo no se usaba nada de cámaras y no hay registro ni vestigios de aquellos tiempos remotos. Cuenta Nena que pequeños se iban para el matadero a coger sangre, o aprovechaban cuando una vaca se rodaba por un barranco. Las mamás cocinaban la sangre, la partían en cuadritos y la asaban con cebolla y arepa. Cuando una vaca se mataba era una buena oportunidad para comer carne. Cuando sobraba leche en las fincas los llamaban para ir por ella. Comían misquilas; -así le llaman a la cidra, que es una fruta muy conocida en Colombia-, “yo le agradezco a mi mamá que me enseñó a hacer dulce de misquila”, dijo Nena.
Hoy al fondo del Sector Bicentenario se pueden apreciar los edificios producto del progreso y la transformación de El Retiro; la gente camina por el barrio con tranquilidad. Los sábados en la noche se puede apreciar con mayor frecuencia el tránsito de personas y los fines de semana alguna familia no falla con una celebración. Nena cuenta orgullosa que nadie puede hablar tanto del barrio como las Vélez y los García, que ellos son los fundadores y que han visto todo el proceso y crecimiento del barrio, desde sus primeras casas. Lo que sí se puede decir es que este barrio tiene una joya inminente de la historia propia de ellos. “Yo les digo a ellos, muchachos no olvidemos la Navidad, uno ya está viejo pero que la Navidad es muy linda, sobre todo por los niños. Yo le pediría eso a mi barrio, que sigan la unión y no lo dejen dañar, ese es el mejor legado que le podemos dejar a nuestros niños. Yo le doy gracias a Dios, que nunca se me vayan a acabar estos ánimos”.