Mientras en los municipios los concejos debaten y aprueban los planes, surgen varias inquietudes: ¿cambian los planes de los alcaldes? ¿Se ajustan las propuestas? ¿Hay nuevas prioridades? Esto pasa en el Oriente.
Juan Camilo Gallego Castro
¿Quién pensó que una amenaza invisible les cambiaría los planes a los ganadores de las últimas elecciones? El escritor Martín Caparrós dice que en la política se fabrican sueños, así sean inalcanzables. Piensen, entonces, en Rodrigo Hernández con lo que podríamos llamar sus sueños para Rionegro o los de Saúl Giraldo para Cocorná. En campaña hicieron sus promesas, llegó el momento de elaborar el plan de desarrollo y todo parecía bien, hasta que, pum, de la nada, aparece un virus en China que se riega por todo el mundo y la vida que conocíamos cambia de pronto. Mejor dicho: los candidatos que luego fueron elegidos tenían unos planes para un mundo distinto, pero luego de un par de meses en sus cargos se dan cuenta de que todo cambió.
El plan de desarrollo es un documento con el cual se mide a una administración. En él están unas líneas, unos programas, unos proyectos, unos indicadores y un presupuesto, por nombrar algunas cosas. Con él sabemos qué se va a hacer, en qué se gastará la plata. Al final sabremos si se ejecutó o no, si los recaudos tuvieron buen destino.
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En febrero, el concejo de Rionegro aprobó el plan de desarrollo municipal. Decían que el alcalde no quería perder un minuto y que la prioridad era su aprobación. Trece concejales estuvieron a favor y cuatro en contra, para un plan que tendrá una inversión de 1.6 billones de pesos en cinco líneas estratégicas. De alguna manera, este municipio le salió adelante a los demás, antes de que llegara el covid-19. Una de las preguntas que surge ahora es si habrá modificaciones a ese plan de desarrollo, si el alcalde llamará a sesiones extraordinarias para ajustarlo.
Aprobar un plan en tiempos turbulentos
Fernando Valencia, director de Conciudadanía, asegura que no hay condiciones para aprobar planes de desarrollo en este momento. Para él, la democracia no está funcionando en estos tiempos anormales. “¿Qué sentido tiene que apruebes un plan de desarrollo que no tiene financiación, que no tiene claras las prioridades, que plantea metas que no corresponden a las necesidades del municipio y que no cuente con la participación ciudadana?”, se pregunta al otro lado del teléfono.
Para explicar lo anterior, Fernando dice que los planes se formulan con unos diagnósticos construidos a principio de año, así se definen prioridades y recursos. Pero si el diagnóstico cambia radicalmente, el plan también debe hacerlo. “Vos vas a formular un plan con una base desactualizada de desempleados, de personas en la pobreza, de población sin cobertura social. Además, tenés un impacto grandísimo sobre los diferentes sectores económicos del municipio”, dice.
Si apareció el covid-19, concluye Fernando, significa varias cosas: uno, cambió totalmente el diagnóstico; dos, cambiaron los presupuestos de financiación del plan, pues el Gobierno nacional tiene nuevas prioridades, lo que implica detener la distribución del ingreso estatal para reasignarlo en función de la emergencia; tres, el Estado recibirá menos recursos, captará menos impuestos, cae el consumo y los recaudos son inferiores, es decir, el panorama financiero de los municipios es otro; y cuatro, en los planes de desarrollo los alcaldes se enfrentarán a un reto distinto, por lo que las prioridades de los programas de gobierno se modifican.
En una carta abierta, distintas organizaciones de Antioquia, solicitaron la suspensión de las discusiones y aprobaciones de los planes de desarrollo, pues en este nuevo contexto deben incluir “medidas de estabilización socioeconómica a mediano y largo plazo, en la que se puedan medir, analizar y contemplar las afectaciones generadas por el covid-19”. Insistieron en que las acciones para atender la emergencia se quedarán cortas si no se trazan estrategias de mediano y largo plazo que atiendan los impactos. Pero el Gobierno Duque no aceptó este tipo de peticiones y no emitió ningún decreto para enfrentar el problema, además el Departamento de Planeación Nacional (DPN) dijo que se debían aprobar los planes como fuera y que luego se ajustaban. Es decir, este mes se aprueban o se aprueban.
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Irregularidades con los CTP
El 31 de mayo es la fecha que tienen los municipios para aprobar sus planes de desarrollo. Esto les permitirá acceder a regalías y transferencias del Gobierno Nacional. Si el concejo municipal no lo aprueba, el alcalde lo puede hacer por acuerdo. Antes de que esto suceda, los alcaldes debieron convocar al Consejo Territorial de Planeación (CTP), el cual está conformado por distintos sectores de cada municipio. Estos tienen como tarea analizar y discutir el borrador del plan de desarrollo, organizar discusiones, formular recomendaciones y emitir un concepto. Pero esto no es vinculante, es decir, el alcalde puede tomar o no en cuenta esas observaciones.
El concejal de Rionegro Diego Macía dice que los espacios para discutir el plan de desarrollo se dieron, pero que la aprobación fue acelerada, “ya venía con un marcado lineamiento de la alcaldía pasada, no era muy difícil leer qué querían, sin embargo, sí creo que se queda corto en temas sociales, educativos y ambientales, porque se le dio prevalencia a lo que es la infraestructura.”
Por su parte Mauricio Castaño, concejal de Cocorná, señala que a mediados de febrero el alcalde no había convocado al CTP, por lo que “llamaron personas cercanas a la alcaldía. Lo que digo del CTP es que fue conformada muy a dedo.”
Sobre este tipo de irregularidades se pronunció Conciudadanía, a partir del análisis de 41 municipios de tres regiones de Antioquia, entre ellas el Oriente. Según el comunicado, el 30 de marzo debían entregarse los conceptos técnicos sobre el plan. Encontraron que en tres municipios no se habían renovado los miembros del CTP, en dos municipios no habían entregado el anteproyecto del plan, en ocho lo recibieron tarde y en 24 no hubo condiciones para la participación virtual, por eso aseguraban que hay un déficit de participación. A mediados de abril, Conciudadanía confirmó que en 26 municipios continuaban los problemas para hacer deliberaciones sobre los planes. Por esto concluyeron que no hubo garantías para que los CTP deliberaran a profundidad sobre los componentes de cada propuesta.
Cambio de planes
Manuel Naranjo, asesor de despacho del alcalde de Rionegro, me dice que, en este momento, mediados de mayo, no hay información suficiente para saber si se debe modificar o transformar el plan de desarrollo. “Lo que hemos decidido hasta ahora es que las metas se mantienen. Tenemos un balance de metas para el 2020, que esperamos cumplirlas con gestión y con búsqueda de cofinanciación”, dice.
Entre las metas más relevantes para este año, añade, están la pavimentación de vías rurales, construcción de ciclo rutas y andenes, y subsidios para vivienda. Manuel insiste en que hay mucha incertidumbre por los efectos fiscales de la pandemia. Lo que sí confirma es que debieron atender temas que no estaban planteados en un principio: “como el fortalecimiento del sistema de salud y las unidades de cuidados intensivos. Gran parte de lo que se ha hecho ahora es por gestión con la Gobernación de Antioquia y Asocolflores.”
El concejal Diego Macía dice, por su parte, que está pidiendo a la alcaldía de Rionegro las “cifras reales” de cómo viene el municipio. “Con lo que está pasando, el alcalde no puede darle desarrollo a lo que se aprobó, creería que llamaría a sesiones para cambio de plan de desarrollo. El plan tiene que cambiar, para priorizar lo social, el mercado interno; tendremos que salir de una crisis económica, en un municipio que depende de los tributos”. En ese sentido, asegura que ya no se le daría prioridad a proyectos ambiciosos como el tren ligero, pues “nos endeuda por treinta años con cinco billones; y otros proyectos polémicos como Sonrío, que ya tiene una inversión hecha por más de 3 mil millones de pesos”.
Lo cierto por ahora, según el asesor Manuel Naranjo, en Rionegro no se ha pensado en llamar a sesiones extraordinarias del concejo para modificar el plan de desarrollo.
Mientras tanto en otros municipios
Eso del lado de Rionegro, pero la mayoría de los municipios del Oriente tienen una historia distinta. En mayo los concejos de Alejandría, Sonsón y Cocorná, por ejemplo, están debatiendo los planes de desarrollo, en un ejercicio contra el tiempo. ¿Cómo les cambia los planes el covid-19?
En Cocorná, el concejal Mauricio Castaño dice que en este momento hay que revisar si hay relación entre las promesas de campaña y el plan de desarrollo. Para el caso de su municipio, al plan se le incluyó una quinta línea para la atención de enfermedades emergentes. “Eso fue tan rápido, tan encima de la construcción del plan, que se incorporó, pero no se le asignó presupuesto. Ese es uno de los interrogantes que se han planteado. ¿cómo se van a desarrollar? El alcalde dice que este mes puede adicionar lo que respondería a esa línea. No solo es asignación de presupuesto. ¿Qué va a justificar la inclusión de una línea que gira sustancialmente diferente a lo que plantea en el tema de salud y economía? No solo es sacarle una línea y ya, sino cómo hacerla funcional”, dice.
Pero el alcalde de Cocorná, Saúl Giraldo, me explica que la quinta línea es transversal, para “poder acceder a recursos para la recuperación de la economía. No se le asigna presupuesto como tal ya que es alimentada por las otras cuatro líneas estratégicas del plan de desarrollo.”. Esta quinta línea, en su concepto, les permitirá gestionar recursos para buscar cofinanciación luego de la pandemia.
Admite que esto les cambia los planes. Que mantendrá las metas de infraestructura del cuatrienio, pero que su atención deberá volcarse a lo social, sumado a un inconveniente que ya nombraba Fernando Valencia, el concejal Macías y el asesor Naranjo, que en el Oriente hay municipios con una reducción entre el 70% y 90% en recaudo del impuesto predial y de industria y comercio. Es decir, no hay plata.
En Alejandría están debatiendo el plan en el concejo municipal, varios integrantes del CTP, entre ellos su presidente Efraín Mira, Albeiro Guarín y Jerónimo López, aseguraron que emitieron su concepto, que son conscientes de que los recursos del municipio van a disminuir y que hicieron ajustes relacionados con el covid-19. Se refieren a que hay que dejar abierto el plan de desarrollo para hacer traslados o adiciones de recursos luego de la pandemia.
Ese es el panorama de Cocorná y Alejandría, ¿pero los demás municipios? ¿De qué manera les cambia los planes? ¿Qué tendrán que sacrificar para responder al nuevo escenario?
Fernando Valencia insiste en que los municipios tienen afán de tener un plan de desarrollo y no un buen plan de desarrollo, pues “este va a ser el plan para contener los efectos de la pandemia, el desempleo, la pobreza, hambre, problemas de movilidad y espacio público. Ese plan tiene que centrarse en eso, tenemos que bajarnos de la nube. Aquí hay otras prioridades.”
Y agrega que los alcaldes sí se referirán en sus planes al covid-19 porque el Gobierno Nacional se los exige, “lo que no saben es eso cómo se conecta con las otras cosas y cómo se financia”. Por eso insiste en que el diagnóstico cambió y que es el peligro de aprobar planes cuando la pandemia cambió todo: “si yo hago un plan sin tener claras mis condiciones y mi diagnóstico real, estoy haciendo un plan mentiroso. Eso hacen muchos municipios en el país. Por eso los verbos rectores de los planes son gestionar, fortalecer, promover, procurar. No son acciones de resultados o cumplimiento, sino de medios”.