Daniela Valencia Jaramillo es una de esas carmelitanas ejemplares, una mujer polifacética, inquieta, de las paisas verracas, de armas tomar, de carácter, con una tenacidad que se refleja en su mirada, con una vocación de servicio tan grande como su valentía y un amor tan inmenso por los demás que incluso le impulsan a enfrentarse al fuego al que muchos le temen. Ella hace parte del cuerpo de bombero de El Carmen de Viboral, ha dedicado su vida a apagar incendios, salvar vidas y en pocas palabras, es una heroína de la vida real, de las de carne y hueso.
A los cinco años de edad Ingresó al cuerpo de bomberos, pasando por la brigada infantil, juvenil y hasta llegar a donde se encuentra actualmente, que es la brigada la de mayores. Su sueño inició como el de muchos niños; queriendo ser grandes personas en la vida, pero el suyo poseía una intención clara, queriendo ser como lo expresan sus palabras, “de la forma en la cual uno siempre ve a un bombero; como un héroe”.
Desempeñar esta labor ha le implicado hacer de todo; atender accidentes, apagar incendios, controlar enjambres de abejas, inundaciones, y lo más gratificante, según ella, tener la posibilidad de ayudar a las personas. Y a pesar de que es una labor que generalmente desarrollan los hombres, tanto ella, como el grupo de compañeras que la acompañan en su diario vivir en el cuerpo de bomberos, es la mejor forma de demostrar que las mujeres como se dice, no son el sexo débil, mucho más cuando reciben total apoyo y elogios por parte de sus compañeros.
Confiesa que jamás piensa dejar el cuerpo de bomberos, quienes en sus quince años de servicio se han convertido en su segunda familia. Aunque en alguna ocasión intentó dejarlo, pero pudo más su amor por esta labor; porque según lo expresa, “los Bomberos no son una institución, sino una escuela donde se aprenden valores, disciplina, se siente el mismo calor de una familia y donde también se pasan buenos momentos”.
La vida de Daniela se ha dividido en dos de sus grandes pasiones; trabajar con niños en situación de discapacidad en el Clínica de salud Mental del Oriente y atender todo tipo de emergencias cuando se hace necesaria su presencia. Ésta última, prácticamente ha sido su vida entera, pues es producto de su gusto por ayudar y estar en contacto con las personas. Afirma sin titubear, que es bombero voluntaria más por pasión y vocación que por algún otro interés.
Y Aunque las herramientas no siempre están a la mano para poder desarrollar adecuadamente su trabajo, expresa que “en esta la labor el bombero siempre tiene que ser recursivo y utilizar lo que tiene a la mano, o lo que la naturaleza le permite obtener cuando está atendiendo en una emergencia; todo con el fin de poder salvar vidas”.
Durante toda su experiencia ha vivido tanto situaciones que la llenan de alegría, como la de poder ayudar a un animal que ha sido víctima de un accidente y que puede salvarse gracias a su intervención, o la de personas de la tercera edad, enfermas, quienes pueden llegar con prontitud en un centro asistencial, para ser atendidas. Otras situaciones resultan siendo poco agradables, como lo son comúnmente los accidentes de tránsito, donde generalmente, corre peligro la vida de algún individuo.
Daniela confiesa que espera ser bombero para siempre, y por qué no, llegar a ser capitán del cuerpo de bomberos de su municipio; pero además anhela, algún día, poder estudiar Pedagogía Especial, para poder seguir ayudando a los niños con capacidades excepcionales, como con los que tiene contacto todos los días.
Por ahora, desea seguir sintiendo esa sensación de adrenalina, pero también de impotencia que siente cada vez que se encuentra atendiendo una emergencia. Pero además, recomienda a aquellas personas que como ella sueñan algún día con ser bomberos, que sigan sus sueños y que no les dé miedo hacer parte de este grupo, porque allí siempre serán bienvenidos.