Volar sobre ruedas

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Cuando conocí a Juan Guillermo supe que quería escribir sobre él, deseaba mostrar qué tan grande son las cosas cuando las haces de corazón, pues él y las motos se vuelven uno para volar sobre ruedas.ana

 Mis ojos no brillaron en La Ceja pero mis ideales si, aquí en este municipio, veía pasar desde pequeños a harlistas dispuestos a disfrutar toda aventura que fuera encontrada, me llamaba la atención su mundo, sus sueños y sus historias, siendo estos personajes, traficantes de vivencias.

Sus motos me inundaban de interrogantes, pues estaba enamorado de estos caballitos de acero que volaban sobre ruedas.

Los años son caminantes continuos que van a paso rápido para crecer al son del tiempo, así crecía mi pasión por las motos,  muchas fueron las que pasaron por mis manos hasta llegar a la que tengo, una Renegade que cumple en estos días cinco años de ser mi azadón. Ella es la Harley davidson de los pobres, la cual se deja decorar para ser aparente y cómoda, convirtiéndose en una niña bonita cuando pasa.

Aclaro que soy creyente en Dios, aunque algunos piensen que soy satánico, pues maquillo la moto de calaveras porque para mí son la esencia de la vida.  Negros, blancos, ricos, pobres,  todos terminamos en un cementerio convertidos en esqueleto, soy de los que piensa que este lugar debería tener una lápida que diga: Aquí termina el orgullo y empieza la igualdad

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Con ella he rodado con clubes de Bogotá, para mí irme un viernes y regresar un lunes es toda una aventura acompañada de vientos y paisajes. La adrenalina se complementa con la pasión para componer grandes historietas. El año pasado, cuatro amigos de La Ceja, salieron en moto para Argentina, varios meses estuvieron viajando, eso es amor por las ruedas.

  En cierta ocasión, me encontraba en Marinilla, allí se me acerco un muchacho que tenía una moto igual a la mía,  en medio de conversas, decidimos montar un club en Antioquia de motociclistas desafiantes del turismo, este  se disolvió por problemas, pues la idea para estos clubes, es fomentar un reglamento que todos deben cumplir, acabando con el estereotipo de que nosotros somos personas que acostumbra  iniciar pleitos, generando una conciencia de respeto  y no  de miedo hacia nosotros.

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Aclaro que los clubes dentro de las normas siempre están la labor social, inclusive hemos hecho eventos que beneficien a públicos menos favorecidos,   a través de visitas a diversos lugares, se ha cobrado un valor económico para dar vueltas en las motos, así se ha obtenido buenos resultados.

Yo disfruto el turismo en moto, esa es mi gran pasión, saber que un día me levanto temprano, invito a mi hijo o señora a pueblear para conocer otros lugares, es magnífico, si estoy cansado me tomo un tinto en cualquier estadero y sigo desafiando la carretera, eso es felicidad. No  soy amigo de la velocidad, pues ella no compagina con el placer de disfrutar cada lugar por el que ruedas, siendo la diversidad del paisaje  la foto del alma.

Por otro lado, ¿Sabes cuál es la diferencia entre las personas que son moteras y las que se creen moteras?  Somos una hermandad y entre todos nos ayudamos. Casi todas las motos de nosotros dicen; No me importa tu moto ni  la marca, si eres motociclista eres hermano mío. De ahí nace que jamás dejemos a alguien tirado en la carretera cuando este varado.

Cuando la motocicleta está en el taller, mi rostro habla de la aburrición que siento, pues los carros no son mijes mejores amigos y ella ha sido escritora de grandes aventuras. Los lugares de Colombia compiten por su hermosura, pues cada uno conlleva magia que decora tu mente de lindos recuerdos. Ningún pretexto existe para no aventurar, pues el clima  se combate con un impermeable y las ganas de vivir se llevan en la sangre para hacer tu vida menos igual  a la de la mayoría.

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Por último, quiero decirles que el alcohol ayuda a perder los reflejos,  llevando a las personas a dormir en un hospital, cárcel o tumba. Así mismo, recuerden que la velocidad no es buena concejera, La Virgen del Carmen le tiene miedo a la velocidad y después de 65 km se baja y queda uno desprotegido. Los caballitos de acero no son peligroso, quien la manera sí.

 Una combinación de pañueleta negra, pantalón militar, chaqueta de cuero, cabello encenizado y  un anillo en forma de calavera, conformaban a Juan Guillermo Ciro,  el cual con sus palabras me hacían entender que bonito es ser lo que le apasiona a uno verdaderamente en la vida  para ser feliz.

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 Por: Ana María Correa

 

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