Abusar del cargo también es corrupción

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Hizo carrera en el País relacionar la corrupción con arrebatarle al Estado recursos públicos, dados recientes y permanentes escándalos de cuenta de los procesos donde funcionarios y empleados públicos y privados, recibieron u ofrecieron dineros para lograr contratos o beneficios muchos de ellos en la contratación.

La palabra corrupción proviene del latín “corrumpere”, que significa: alterar, destruir, sobornar. Pero, corrupción también es abusar del cargo o posición que se ocupa para lograr beneficios personales o de otra índole, económicos especialmente, aunque no los únicos.

Corrupción no sólo es robar del erario, lo es también inducir al error, lo es manipular las decisiones hasta volverlas favorables a una causa. Corrupción es también negar la posibilidad de reconocer el mérito de alguien cuando se vale de maniobras dilatorias y que desconocen las normas, desconocer un fallo judicial es también un acto de corrupción.

Elegir funcionarios en concursos de méritos arreglados, nombrar empleados públicos inhabilitados, asignar subsidios o ayudas cuando no hay derechos reales de los beneficiarios, suscribir contratos ficticios en cargos inexistentes, autorizar nóminas paralelas, entre muchos otros.

Hacen parte de la lista interminable de formas de corrupción las que obedecen a una cultura de la “viveza criolla”, la misma que nos lleva siempre a buscar ventaja, a utilizar algún contacto si se lo tiene para evitarse una fila, un turno o invertir el orden de un trámite. Esta suerte de minicorrupción termina siendo el aliento de la gran corrupción.

Buscar también un trato preferencial para miembros de un grupo político u organización social, materializar un soborno para no multar un infractor, donde agentes del Estado subordinan al ciudadano y le imponen una nueva “ley”, esto también es corrupción.

La corrupción también se encuentra en los medios de comunicación que olvidan intencionalmente su deber con la sociedad y manipulan la información o la omiten para beneficio de una de las partes. El periodista o Director de un medio que se presta para decir verdades a medias, atenta contra la ética profesional en función de un interés.


En esta realidad cobra cada día mas vigencia, célebres palabras de Nicolás Maquiavelo: “Los deseos humanos son insaciables, pues la naturaleza humana desea y quiere todo […] de aquí surge […] una eterna insatisfacción […]”*.

* Niccolo Machiavelli, Discorsi. Stuttgart: Alfred Kroner 1977, pág. 163.

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