Antes de comenzar la ceremonia judicial de entrega de los restos óseos de 14 víctimas asesinadas y desaparecidas, Noraldo Jaramillo guarda dentro del ataúd una cartelera enrollada. Sobre ese papel escribió los mensajes y dibujó a su hermano con un azadón en la mano cultivando la tierra para recordarlo como el campesino trabajador a quien tanto extraña. Al que nunca olvida.
“Cuando la muerte te separa de un ser querido, el recuerdo de su sonrisa es la mejor manera de seguir adelante. Evelio Antonio Jaramillo, siempre en nuestros corazones”, dice uno de los escritos que acompañan el dibujo que elaboraron entre todos los familiares.
El momento cerrar el duelo para 14 familias ha llegado. El sacerdote bendice los 14 féretros alineados uno junto al otro, rocía agua bendita y llama al perdón, la reconciliación para afrontar la muerte violenta de estas víctimas del conflicto armado asesinados y desaparecidos por grupos paramilitares, guerrillas y la fuerza pública en Antioquia, Córdoba y Cundinamarca.
Detrás de esos ataúdes, pegados sobre la pared, más carteleras contienen las historias de vida de esas personas que rememoran los momentos especiales vividos junto a sus parientes. Las elaboraron los padres, hermanos, parejas e hijos para aliviar tanto dolor ante su muerte trágica.
“Eras muy buen hermano, amigo, hijo… sonriente y divertido”, con esta otra frase en la cartelera recordaron sus hermanos a Evelio Antonio, quien fue asesinado en 1991 en el municipio de Buriticá, en un hecho atribuido a la fuerza pública. Fue sepultado como N.N. (no identificado) y permaneció como desaparecido hasta que la Fiscalía exhumó los restos.
Noraldo recuerda que eran “muy unidos” y que “tenía 24 años cuando se fue a trabajar como agricultor, pero allá lo mataron. Era un trabajador del campo, le gustaba sembrar y arriar ganado”.
Rescatar esos valores, recuerdos y sentimientos fue la labor del equipo de sicólogos de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas durante los días previos y en el acto de entrega digna de los 14 restos, en el búnker de la Fiscalía en Medellín.
Para Noraldo y su familia, el apoyo sicosocial los fortaleció para afrontar ese esperado, pero difícil encuentro póstumo: “A pesar de tantos años de su muerte sigue en nuestra memoria, sigue ahí con nosotros. Esta atención con los sicólogos nos alivió para llegar acá a este momento tan difícil y tener más calma”.
Además, destacó el acompañamiento de la Unidad para las Víctimas “porque ahora vamos a darles una digna sepultura y vamos a estar más tranquilos de poder visitarlos en el cementerio cuando queramos”.
Las 14 víctimas (todos hombres) fueron asesinados entre 1991 y 2016 y sus edades oscilaban entre los 16 y los 42 años.
En la ruta de reparación
Según Jorge Mario Álzate Maldonado, director de la Unidad para la Reparación a las Víctimas en Antioquia, a las familias de estas víctimas de desaparición forzada “se las apoya para cerrar un duelo familiar, además de una orientación legal sobre la ruta de reparación integral que sigue para ellas, según la Ley de víctimas, para que puedan acceder a otras medidas como la indemnización económica y la demás oferta del Estado”.
En articulación con la Fiscalía, la Unidad para la Reparación a las Víctimas también se encarga de cofinanciar la logística para que las familias puedan llegar de diferentes zonas del departamento con gastos pagos de transporte, alimentación y estadía en Medellín, así como de los sepelios.
Desde la expedición de la Ley de Víctimas, se brindó atención sicosocial y se aportaron recursos para las ceremonias de entrega de restos óseos a más de 2 mil familias con víctimas de desaparición forzada y homicidio en el país. Y más de 2.100 familiares de desaparecidos en el conflicto han participado en la Estrategia de Recuperación Emocional.
Desde el 2012 han sido indemnizadas en Antioquia más de 10 mil familiares de víctimas de desaparición forzada, con recursos por más de 51 mil millones de pesos.
Fuente: Unidad de Víctimas