El Peñol es un municipio de Colombia, localizado en la región Oriente del departamento de Antioquia. Limita por el norte con el municipio de Concepción; por el nororiente con el municipio de Alejandría; por el occidente con los municipios de San Vicente, El Santuario y Marinilla; por el sur con el municipio de Granada, y por el oriente con el municipio de Guatapé.
La historia de la comunidad de El Peñol se narra desde 1654, por esta época se presenta en la región el Misionero Fray Miguel de Castro y Rivadeneira, oriundo de Galicia España, quien fue enviado a recoger unas limosnas para el sostenimiento de los lugares santos. A orillas del río “Nare” reunió unos 100 indígenas que se hallaban dispersos por la región y formó un resguardo, que posteriormente seria denominado El Zacatín. Fray Miguel de Castro y Rivadeneira los “protegió” y les enseño la fe católica.
A principios del siglo XVIII en el primer periodo de la colonización antioqueña, se dio origen a la fundación de “San Antonio del Remolino de El Peñol” El 20 de Junio de 1714.
Hace 300 años, nuestros antepasados esperaban la cédula de la Real Audiencia de la Nueva Granada para protocolizar la fundación del pueblo de indios, oficialmente llamado por la Corona Española como: “Resguardo Indígena de San Antonio del Remolino de El Peñol”, la población no alcanzaba las 200 personas.
Lo que nunca se imaginaron era que 264 años después, seria destruido por las ambiciones desmedidas de la industria y el crecimiento de las grandes ciudades, apalancado por las Empresas Públicas de Medellín y el gobierno nacional. El pueblo quedo bajo las aguas para dar paso al embalse Peñol-Guatapé que alimenta la central hidroeléctrica del mismo nombre.
Una infamia cometida contra un pueblo, su historia y la naturaleza. Usar una tierra fértil, de la que se alimentaba y sostenía económicamente una población, para convertirla en una laguna, desplazando forzosamente un pueblo, cambiando la vida y la economía de una zona y rematarlo con las actuales políticas energéticas de esta empresa.
Es así como lo narra la escritora antioqueña, Aura López en su libro “EL PEÑOL CRONICA DE UN DESPOJO” donde describe pictóricamente mes a mes la tragedia ocurrida en El Peñol.
Ya por enero de 1961 se informa oficialmente a la población que El Peñol en toda su área urbana y mucha parte rural seria inundada. Ahí empezó todo, cuando aprovechándose de la ingenuidad y la buena voluntad de los campesinos un grupo de empleados y mediadores de Empresas Publicas, empezaron a comprar tierras, enriqueciéndose y dejando al campesino ingenuo desamparado. La construcción del dique de santa Rita requirió ingresar a la región enorme maquinaria jamás vista en la región, para lo cual tuvieron que hacer vías y pasar sobre tierras que aún no habían adquirido. El paso de esta maquinaria por el casco urbano hizo daño en las viviendas y muros de tapia de algunas construcciones.
Con el descontento de la población y por encima de la voluntad de un pueblo, el poder de esta empresa multimillonaria logro con su influencia sobre los gobiernos locales y nacionales que el proyecto siguiera su rumbo, no sin antes firmar lo que se llamó “EL CONTRATO MAESTRO”, documento único en su género, donde se exigió el derecho a que estos habitantes desplazados poblaran un territorio regular con obligaciones y compromisos de ambas partes.
En 1969 se firmó el “CONTRATO MAESTRO” y se colocó la primera piedra para la nueva cabecera municipal en el paraje Guamito –Horizontes, sitio que actualmente ocupa El Nuevo Peñol.
Ya para finales de 1970 se fueron construyendo las obras iniciales para la ejecución de la primera etapa del llenado del embalse, El 24 de enero de ese año, se cerraron las compuertas para proceder al llenado de la primera etapa del embalse, hecho que incremento las protestas debido a los problemas ocasionados a los campesinos abusados en su ingenuidad por Empresas Publicas de Medellín, a los cuales no se les comunico la magnitud de los hechos, viendo cómo se inundaban sus cultivos y parcelas dando lugar a una enorme laguna.
Para 1975 se empiezan las explanaciones y trabajos en lo que sería la nueva cabecera municipal, llegando arquitectos, ingenieros y personal necesario para la elaboración de los trabajos pertinentes, a finales de ese periodo se ordenó la demolición de las viviendas del pueblo y más humillante fue, cuando Empresas Públicas obligo a los dueños de las casas, a demolerlas, como condición de pago.
La segunda etapa de llenado se realiza en 1978 con el taponamiento del túnel de descarga, la inundación de la vieja cabecera municipal y el reacondicionamiento de la población en El Nuevo Peñol.
Faltando seis meses para la fecha señalada como límite de traslado definitivo, solo se habían construido 19 casas las cuales no contaban con servicios públicos, las obras apenas se iniciaban mientras la vieja cabecera continuaba inundándose, en medio de una fuerte militarización, para evitar enfrentamientos y movimientos cívicos populares.
Fue muy doloroso para la comunidad, la dinamitada del frontis de la iglesia, ordenada por Empresas Publicas y su gerente en ese entonces Diego Calle Restrepo, hecho que se vio como un desafío a la comunidad, desafío que hoy en día se ve manifiesto en las políticas energéticas de regulación, donde hoy los habitantes de esta zona, tienen que vivir del turismo, la pesca y otras actividades derivadas de los recursos que puede dar el embalse.
Hoy 360 años después de que Fray Miguel de Castro y Rivadeneira llegara a estos lares a “culturizar” nuestros aborígenes y 300 años después de haber sido fundado como “San Antonio del Remolino de El Peñol” y 36 años des pues de la nueva vida del municipio de El Peñol, sus habitantes se sienten orgullosos de pertenecer a un municipio que con tesón y valentía lo han hecho resucitar de las aguas como el Ave fénix del fuego, a pesar de los esfuerzos de EEPPM por acabarlo y que con orgullo hay día lo llamamos “LA FENIX DE ANTIOQUIA”
Por: Guillermo León Arbeláez Castaño.