La crisis del sistema de salud en Colombia, un compromiso que no podemos evadir

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Juan Esteban Ramírez Giraldo – Equipo Planee sus Impuestos

En la actualidad, el sistema de salud en Colombia pasa por una crisis evidente, la cual se agudiza debido a la iliquidez que poseen los centros de salud u hospitales, ya que el recaudo de cartera es demasiado lento, gracias a las EPS (Empresa Promotora de Salud), pues estas, antes de hacer los desembolsos de dinero, auditan los procedimientos médicos y, de acuerdo a esa auditoría, determinan qué se le debe reconocer al hospital por los servicios de salud prestados a los usuarios. Dicho proceso es riguroso y, a veces, lento, pues, de cierta manera, se convierte en un forcejeo entre la EPS y el hospital para llegar a un acuerdo frente a los procedimientos practicados. En el proceso mencionado, las auditorías son realizadas por médicos, donde, básicamente, cuestionan el juicio profesional de otro colega frente al diagnóstico, dictamen o procedimiento que fue realizado.

Financieramente hablando, un signo de que una entidad se encuentre sana se deriva de la capacidad que tenga para generar flujos de caja, donde, como es sabido, los centros de salud fallan considerablemente. Como consecuencia de este problema, se derivan los constantes paros que hacen médicos, enfermeras, administrativos y demás empleados que pertenecen al sistema de salud.

El sistema de salud colombiano está compuesto por dos regímenes; por un lado, se encuentra el régimen contributivo y, por el otro, el régimen subsidiado. De esta manera, al régimen contributivo se deben afiliar aquellas personas que tengan una vinculación laboral, es decir, que posean la capacidad de pago, como trabajadores formales e independientes, pensionados y sus familias. Y al régimen subsidiado pertenecen todas aquellas personas que no tengan capacidad de pago, donde el Estado colombiano ofrece un subsidio, esto, con el ánimo de cumplir con los fines esenciales de la Nación contemplados en el Artículo 21 de la Constitución Política de Colombia, a este régimen pertenecen la población más pobre del país.

Hoy por hoy, el régimen subsidiado es mayor al contributivo, convirtiéndose en un gran problema para el sistema de salud, ya que se están destinando más recursos para financiar el subsidio, esto sin tener en cuenta que, tratándose de la salud, es difícil medir la relación costo-beneficio, puesto que esta es relativa y va a depender del tipo de paciente y enfermedad a tratar, pues no es lo mismo tratar a una persona con una enfermedad terminal, que tratar a otra con signos de vitalidad mayores.  Es ahí cuando nace el cuestionamiento de cuál es el beneficio de prolongarle la vida a alguien que no goza de grandes probabilidades de vida.

Sin lugar a duda, el problema de la salud en Colombia no sólo se debe a la iliquidez de los hospitales o al no pago oportuno de las EPS, a esta problemática se debe sumar la participación mayoritaria del régimen subsidiado con respecto al régimen contributivo, puesto que este último debería ser mayor por tratarse de la población activa del país.

Cabe resaltar que el modelo de salud en Colombia está mal influenciado, pues se han adoptado características de otros modelos implementados en otros países, tales como Estados Unidos, ignorando que ambos territorios poseen dinámicas diferentes en el campo de la salud y otros, además de que este se encuentra en crisis, entre otras razones, por el inadecuado tratamiento que le dan a los costos.

De acuerdo a lo anterior, seguir inmersos en el modelo estadounidense es perjudicial, ya que, en dicho país, la salud es tratada como una mercancía, es decir, quien tenga capacidad económica va a poder acceder a una buena atención, quien no, simplemente, se verá perjudicado. Estos comportamientos son influenciadas por el modelo económico capitalista, donde se que promulga el “sálvese quien pueda”, la salud no es ajena a este y cada vez es visto como un bien de consumo de lujo, ocasionando una mayor brecha entre ricos y pobres, lo cual se evidencia, de manera fuerte, en un país como Colombia, donde la desigualdad es visible.

Dicho lo anterior, la salud es vista como una mercancía y se pierde por completo su objetivo: conservar la vida humana, en la medida de lo posible, sin distinguir el tamaño de su billetera. La crisis se agrava aún más cuando no existe un sistema de costos efectivo que permita medir racionalmente el costo del servicio y el beneficio derivado de la prestación del mismo. La salud no es un negocio común, pues no debería primar el dinero como factor determinante del éxito, sino ser la vida el agente del éxito.

No es raro diariamente ver en los medios que personas mueren por negligencia de los hospitales, por una mala prestación de servicios, o, porque, simplemente, no se cuenta con los equipos necesarios. La poca cobertura del sistema de salud hace más complejo que se preste un servicio de calidad, tanto humana como técnicamente.

La salud no es el único bien que en estos tiempos posee esta categorización de “mercancía”, asimismo pasa con la educación. La raíz de estos problemas se encuentra en que aquellos que tienen el poder en el país lo efectúan con dinámicas poco compatibles con la realidad y, por eso, se fracasa. Los políticos de turno son movidos por grandes maquinarias económicas, donde prima el bien individua y no el común. Esta cultura de lo impropio hace que el país sea más frágil y sus habitantes aún continúen adormecidos frente a esta y otras situaciones.

Ahora bien, se conoce la problemática del sistema de salud en Colombia, se han mencionado algunas de las razones por las cuales el sistema está en esta situación, pero no se ha hablado, específicamente, de las posibles soluciones que se podrían implementar para salir de la crisis y recuperar el enfoque, la razón de ser de las entidades de salud: ir más allá del dinero y preservar la vida humana.  

Así pues, las posibles soluciones a estas problemáticas podrian ser: reestructurar el funcionamiento de las EPS, en el sentido de que se haga el recaudo de cartera de una manera más oportuna; asegurar que las auditorias que se realizan sean más efectivas y menos selectivas; controlar que las personas que pertenecen al régimen contributivo paguen su seguridad social por el valor de sus ingresos reales y no evadan y, así, reducir la brecha entre quienes contribuyen y quienes son subsidiados por el Estado, además de invertir más recursos en prevenir la enfermedad que en curarla, si se previene se está evitando incurrir en mayores costos.

Para concluir, pensar las dinámicas del país requiere conocer el entorno y las condiciones actuales, pues, en este momento, la crisis de la salud en el país es el reflejo de una sociedad enferma. El panorama actual no es alentador, cada vez se agrava más la situación y los colombianos aún tienen vendados los ojos, tapadas sus bocas, anestesiados sus cuerpos, y muertas sus almas.

 

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