Por: María Patricia Giraldo Ramírez.
Hoy Colombia debería vivir un momento esperanzador, ante la posibilidad de terminar por vía del diálogo un conflicto armado que se ha prolongado por más de 50 años, dejando en hombres y mujeres tristeza, odio, dolor, tragedia y millones de víctimas en todo el país.
Los colombianos necesitamos entender los retos que hoy tenemos como sociedad, en ayudar a la construcción de un escenario propicio para la paz pensando en nuestras presentes y futuras generaciones. Las comunidades deberán estar capacitadas y formadas para hacer ejercicios participativos y en ellos tomar las mejores decisiones para sus territorios.
Después de que se firmen los acuerdos inicia una etapa del cómo se va hacer, cómo se va a llevar al territorio la participación, la sustitución de cultivos ilícitos, el desminado, eldesarrollo rural integral, la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, la reintegración a la vida civil de los excombatientes.
La paz territorial debe ser entendida como un nuevo modelo en la sociedad para habitar los territorios, el territorio es una construcción ciudadana, sentarse a escucharse, como se va a lograr y con quiénes se va a trabajar, cómo se va hacer un nuevo proyecto de sociedad surgido desde lo local.
Tendrán que ser más eficientes la Administración de justicia, mejorar la seguridad y convivencia, el acuerdo debe significar todo un proceso de oportunidad para trasformar la democracia colombiana, para cerrar las brechas de inequidad y mejorar la calidad de vida, dándole bienestar a los colombianos y que al final se logre llevar dignidad a quienes han padecido intensamente el conflicto armado.
Hay que cuidar que algunos territorios no se conviertan en fuentes de economías criminales, ni de grupos de crimen organizado y que los fenómenos de corrupción que generan desconfianza puedan por fin desaparecer y se recupere la credibilidad a través del manejo honesto de los recursos púbicos.