Santa Ana Es Tierra Fértil

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  • Por Bienyi María Morales Cano
  • Comunicadora Social Dirección de Extensión y Proyección Social UCO

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A dos horas de Rionegro, por la vía que conduce a la región de Embalses se llega a Santa Ana, territorio del Oriente Antioqueño que también resurge como la Fénix en la época del postconflicto.

La virgen y el cristo, vigilantes a la entrada del casco urbano, dejan ver que sus pobladores no están solos, que la fe les acompaña y rige sus principios demostrando que sin la presencia de autoridades también se puede convivir con respeto y tolerancia.

En la mañana del domingo 2 de agosto los santañenos recibieron a 25 profesionales y estudiantes de la UCO, los cuales llegaron para trascender de la academia al servicio;   por eso llevaron más que computadores portátiles para la interacción con los 700 habitantes de este Corregimiento en Granada.

En el café de “La esquina” se encuentra don Gilberto Guerra, un nativo con algunas de las características propias de los antioqueños: trabajador y conversador. Curioso por la inusual visita se acerca a recibir a los foráneos y en menos de 10 minutos logra estar delante una de las cámaras,  contando las primeras historias del corregimiento.  Cuando habla de las peticiones sentidas de la comunidad su cuerpo también lo hace con la misma fuerza de su voz,    “nosotros acá lo que más necesitamos es educación, pero eso no lo hace el gobierno porque a ellos no les interesa abrirnos los ojos a los campesinos porque saben que les reclamaremos”.

Él tiene identificadas las principales necesidades del Corregimiento, pero lo que sí está en duda son los avances en trámites que adelanta ante algunas entidades locales con el fin de que le resuelvan asuntos legales por sus condiciones de víctima, desplazado y nivel de Sisben, en este último aspira obtener los servicios básicos o al menos tener energía para prender el T.V. y refrigerar los alimentos para mejorar las condiciones de su hogar.

Los servicios ofrecidos a los santaneños, por parte de la UCO, se brindaron desde los Consultorios Psicológico, Jurídico y Contable, Enfermería, Psicología y Extensión y Proyección Social; en esta Misión evangelizadora, se unieron con la Administración de Granada y la Diócesis Sonsón Rionegro para una cobertura más integral.  Por eso don Gerardo aprovechó todas las consultas, y relacionó a los asesores Jurídicos los documentos garantes de su liderazgo y gestión, con la esperanza de “tomar un atajo” para encontrar las respuestas.

A las 10: 00 a.m.  el puesto de salud  también recibió los primeros consultantes: tamizaje visual, de seno y diagnóstico de salud, fueron algunos de los servicios ofrecidos.  Por su parte los Consultorios Psicológico y Jurídico abrieron las puertas de la Institución Educativa Santa Ana para dar inicio a la gran Misión.

A 30 minutos del Corregimiento, por un camino rodeado de cañaduzales y bordeando la cordillera, se llega a la fonda de una familia  dulce: “los Mejía” como se les reconoce en Faldas, una de las 12 veredas del Corregimiento.

2Los dueños de la casa son doña Martha Nelly y don Gerardo Mejía,   quienes han criado sus 10 hijos de cuenta de la panela.  “Mi hijo mayor salió con una muda de ropa el día que se casó, y hoy es dueño de una de las principales fincas cañamelares del Corregimiento y un trapiche que produce de 18 a 20 cargas de panela y genera 8 empleos directos en la región”.  5 Hectáreas de caña de azúcar cubren un lateral de la casa y el resto de la montaña hasta llegar a la orilla del río San Matías.

Don Gerardo no sólo tiene “ramada” propia, como se le conoce también al trapiche, sino que lidera el grupo de paneleros de la región.

Abre la reja de “Los Luchadores” el otro centro panelero, destapa los molinos y las calderas y en medio de las apiladas montañas de bagazo de caña de azúcar, recuerda con nostalgia las épocas en que se vendía a $ 160 000 la carga de panela, “ahí sí justificaba el trabajo, pero ahora, la carga la pagan hasta $ 100 000, con eso nos repartimos entre los que trabajamos y descontamos el transporte hasta Granada que vale $ 6000. Ahora no nos justifica el trabajo y por eso muchos socios de “Industria Panelera Grupo los Luchadores” se han ido mejor a seguir jornaleando”.

Pero en la vereda Faldas no sólo se cultiva caña de azúcar, se cultiva esperanza a través de la fe.  Fortalecidos con la participación en la Sagrada Eucaristía, que se celebra en un salón del Centro Educativo Rural Álvaro Herrera y el cual se queda pequeño con la masiva asistencia de los vecinos. “Para nosotros la misa es algo que no falta, y ahora con el Pbro. Isidro la celebramos cada 8 días, antes era cada 15”, expresa entusiasta una feligrés”.

3Ante la concurrida asistencia al Centro Educativo, se abren las ventas de bolis, mecato y guarapo. Demostrando una vez más que en Santa Ana es “a Dios rogando y con el mazo dando”, explicación que complementan algunos  líderes, “no les falta la comidita básica en la casa, sin desconocer que se necesitan otros elementos importantes, pero sí con claridad de que el que no coma al menos yuca y panela en Santa Ana es por pereza de sembrar la tierra”.

Mientras tanto en el centro poblado don Gilberto “le saca jugo al micrófono” queriendo gritarle al mundo que el Puesto de Salud necesita más que un solo enfermero “porque él no da abasto administrando y saliendo a atender en las casas y veredas”;  que la Coordinadora del Grupo de Mujeres necesita más apoyo para seguir ejercitando los 70 adultos mayores a quienes  reúne cada ocho días en el parque principal para animarlos con gimnasia y escucharles sus relatos y que se necesita capacitación para los líderes de las Juntas de acción Comunal porque las reuniones “son sagradas”.

Sus habitantes tampoco desconocen la fuerte incidencia de la UCO en la región y recuerdan con cariño que gracias a la metodología del Servicio Educativo Rural SER- muchos de los que hoy son padres y abuelos aprendieron a leer.

4Dos días de recorrido, entre las cristalinas aguas del Charco Negro, las veredas y los habitantes. El encuentro habitual de los domingos en la Santa Misa y en las noches en la tienda del parque principal y la afluida participación en las actividades sociales, permiten afirmar que no hace falta ser santeño para darse cuenta de la pujanza y valores de sus habitantes y de los potenciales que tiene el territorio.

Los Mejía, Gildardo, Gerardo, Leonardo, el Padre Isidro y doña Rubiela, son solo una muestra de la dulzura de sus habitantes, quienes en medio del trabajo constante y decidido dan cuenta de las relaciones interpersonales que solidifican la cultura amigable y pacífica de este territorio.

Ellos también tienen claro que en sus terrenos seguirán sembrando caña de azúcar y nuestra Institución deja una puerta abierta en esta tierra fértil para sembrar más que sus servicios de atención: educación para mayor proyección y gestión.

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