Por: Luisa Fernanda Parrado Martínez
Comunicación Social UCO, luisap.1996@hotmail.com
Es miércoles. Normalmente este día suele ser uno de los más esperanzadores de la semana, para todos aquellos que están regidos por el sistema monótono que nos ha impuesto la repetitiva globalización. Hoy, podría acabarse la jornada laboral, o quizás apenas empezar, pero no. Por responder al tan envidiado pero fantasioso capitalismo, hoy se trabaja, pero se está pronto a llegar al fin de semana, los días de descanso. Días que todos ven gloriosos, porque la mayoría no son felices en su trabajo. Y normalmente trabajamos casi la mitad de nuestra vida, así que queda en duda qué tan felices somos. Paradójico pero cierto.
Por acercarnos al fin de semana, es un día feliz ––se supone––. Excepto cuando se es miércoles 14 de noviembre del 2018 en un municipio como Rionegro, que está ubicado en el departamento de Antioquia-Colombia, región y país históricamente político, opresivo y burocrático. Miércoles con rabia de lunes porque se debe volver al trabajo, con desespero de martes porque hay algo que no va bien, esperanza del día actual porque algo se va a poder cambiar, sin sabor del día siguiente -o sea jueves- al ver que todo puede tornarse igual que la semana pasada.
Entre más de 15 calles en construcción, obstrucción de vías y desorden municipal; la ORCIRI (Organizaciones cívicas, sociales y comunitarias de Rionegro) convocó este miércoles a la denominada “Gran marcha ciudadana” por la defensa de los rionegregros, desde diferentes puntos del municipio. Los barrios El Porvenir, San Anotnio, Cuatro Esquinas y Alto Bonito; fueron las plazas escogidas para que la comunidad rionegrera se movilizara hacia una gran concentración en la Plaza Principal. La comunidad reclama diferentes atropellos por parte de la actual administración municipal. La imposición de un tren ligero que vulnera el trabajo de los transportadores públicos, una construcción aeroportuaria que desplaza más de 200 familias oriundas del municipio, el rechazo a una empresa privada que pretende acabar con lo recicladores convencionales que existen, y para lamento de todos, porque nadie se salva; un cobro por valorización de territorio, para todas las personas con bienes inmuebles dentro del municipio de Rionegro.
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Javier Giraldo, junto con 4 hermanos, es heredero de un lote ubicado atrás de la iglesia de Cuatro Esquinas. Hoy, pudiera estar en su casa, sentado en un sillón acompañado de tinto, viendo pasar la vida y descansando de los 35 años de trabajo que hoy le dejan su pensión por servir a una empresa textil. Pero optó por hacer parte de la movilización rionegrera, puesto que considera injusto y arbitrario el monto de valorización que le quieren hacer pagar por una tierra que no habita, ni arrienda, simplemente cuida y conserva como recuerdo de su padre.
57.200.000$ es la suma de dinero que Javier debe pagar por la parte de terreno de su propiedad, haciendo a un lado el monto que sus hermanos también recibieron y que en total suman más de 200 millones de pesos colombianos por valorización en un sector donde ninguno de los 12 proyectos del plan vial, pasará. En un año, el impuesto predial que Javier paga, aumentó en más del millón de pesos, el cual cancela con mucho esfuerzo y responsabilidad: “Yo tengo pensión de obrero, me alcanza para comer y pagar servicios, si fuera pensión de político, pagaría todo sin ningún problema¨. De hecho, posterior a esto, Javier me cuenta como hace años no ha podido ir a la costa, porque lo mínimo que le sobra, es de sus primas, y las gasta pagando el impuesto predial.
Mientras hablamos en medio de los pitos protestantes al frente de la Alcaldía de Rionegro, una señora interfiere nuestra conversación comentando que el alcalde pretende desplazar a las personas: “Quiere que la gente se endeude para pagar, o si no, que venda y se vaya a vivir a otro lado. Están buscando desplazarnos, es verdad que en Rionegro ya no vive el que quiere, es el que puede”. Mi sorpresa llegó, cuando le pregunté a esta señora por el monto de su valorización y respondiendo comentó que es de 24 millones de pesos, en el barrio Gualanday. Este barrio, es considerado el mejor y más caro de todo el municipio. La gente pensará que solo protestan los pobres, pero ella con su presencia, corrobora que no se trata de estratos sociales, es un tema de injusticia y atropellos, que como se dijo en un principio, les compete a todos.
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En entrevista para el medio de comunicación Mi Oriente el alcalde electo por los rionegreros Andrés Julián Rendón, defiende y explica el proyecto de valorización en Rionegro. Donde hace referencia a que la mejor denominación para este proyecto es “valorización social”, argumentando que la gente de menor capacidad no tendrá que pagar y habrá un tratamiento especial.
Este tratamiento especial es para las personas de estratos 1,2,3 y 4 que tienen solo un inmueble y habitan en él. También, para aquellos pequeños o medianos productores agropecuarios y los protectores del bosque. Ana María Mejía, secretaría de desarrollo territorial del municipio; aclara que el papel depositado en todas las casas del municipio, es una carta informativa sobre el costo de valorización, mas no un documento de cobro. Esta carta, está siendo llevada por la comunidad a las oficinas de hábitat y desarrollo territorial, donde se hace la solicitud de tratamiento especial y como máximo en dos meses, se responde si las personas tienen derecho a este tratamiento o no. Siendo así, esta valorización sería pagada por el municipio.
La idea con este proyecto de valorización -según el alcalde- es que aquellos grandes desarrolladores, que han ganado tanto de cuenta de los predios del municipio, devuelvan y retribuyan todo lo que el territorio les ha dado.
Este proyecto está estimado en 450.000$ millones de pesos, dinero que pretende recaudar la administración municipal de mano de los rionegreros. Pero lo que debate Ricardo Nieto, concejal de la oposición; es por qué un proyecto que en el Plan de Desarrollo fue presentado por una suma de 250.000$ hoy vale casi el doble. Sustenta también que al concejo nunca llegó un acuerdo municipal solicitando una facultad para que el alcalde pudiera realizar los costos/tarifas o lo hicieran en el concejo.
Existe entonces la duda sobre de dónde salieron las tarifas estimadas en la carta informativa que llegó a los rionegreros. Haciendo énfasis -dice el concejal Nieto- en el Acuerdo 045 del 2013, donde en el artículo 4 de este mismo, dice que las tarifas para valorización deben ser ordenadas por el concejo municipal. Siendo así, afirma entonces que no hay sustento jurídico en lo que el alcalde llama “valorización social”. Recalca y llama la atención el concejal, en que existen otras formas de recaudar fondos, como los son acabar con la corrupción de contratos, reducir la burocracia, la plusvalía, el adecuado y eficiente recaudo de ingresos tributarios y la cofinanciación y gestión pública. La oposición considera que la actual administración dejará a Rionegro en deuda.
En esto último, hace hincapié también el concejal Fernando Valencia, quien no se considera opositor del proyecto, pero sí pide que se haga una revaluación de este, dado a que considera abusivo su costo. “Se le fue la mano con el derrame de valorización al alcalde” dice el concejal. Y se pregunta entonces por qué no se hicieron vigencias extraordinarias para vías y no para un tren.
Fernando Valencia, afirma que el alcalde ha engañado diciendo que no se tocará a los estratos 1,2,3 y 4. Cuenta la historia de una familia de herederos, que en Cuatro Esquinas deben de pagar una suma que supera los 200 millones de pesos. Exacto, esa misma que al principio testimoniaba Javier Giraldo. Dinero para unas vías que, según el concejal, van a beneficiar sectores seleccionados como Llanogrande; se pregunta entonces dónde queda la solución vial para el sector Cuatro Esquinas, Fontibon y la UCO. ¿Se está dando verdadera solución a la movilidad del centro de Rionegro?
Hoy miércoles se marchó pacíficamente, pero aún no se obtiene respuesta o conciliación (que es lo que pide la comunidad) por parte de la administración. Es miércoles y la gente está a furor de semana; reclama y grita derechos, pero quizás el viernes ya lo hayan olvidado.